Fuente: Vox

La crisis del coronavirus ha demostrado lo que la mayoría de españoles sospechaban, que Vox es un producto infeccioso al cual hay que aplicar una terapia de choque lo más potente posible. Quitárselo de la vista y sin importar que eso acabe teniendo consecuencias mortales para el propio virus verde. Un virus que ataca a las mentes y a los cuerpos por mucha performance que intenten ahora para aparentar que no han tenido culpa alguna del desparrame del coronavirus entre la dirigencia política… como poco. Santiago Abascal ha querido culpar al Gobierno por permitirles celebrar el congreso a la búlgara del pasado fin de semana porque, según dicen, les han ocultado datos. Curiosamente no ha sido el Gobierno de la izquierda, el de los progres que suelen decir peyorativamente, sino el Gobierno de la derecha de la Comunidad de Madrid que ellos mismos apoyan y sostienen. Ha sido el PP de Madrid, el de la presidenta Isabel Díaz Ayuso, el que no ha proporcionado los datos necesarios para haber puesto la alarma mucho antes. El caos que parece existir en la Comunidad de Madrid no es producto del Gobierno de España en sí, en tanto en cuanto desde lo central se van dando pasos según la información que ofrecen las comunidades.

Lo curioso del caso es que, además, el primer afectado conocido, Javier Ortega Smith, se pasó por el forro los avisos dados desde el ministerio de Sanidad y viajó a Milán y Vitoria, dándose besos y abrazos con todo el mundo, sin tener en cuenta que podía contagiarse. Él, español de pro, no se podía contagiar. Eso es de comunistas chinos y de italianos amanerados, pensaría. Y la que ha liado el señor es buena porque ha infectado a compañeros de partido y vaya usted a cuántas personas más. Una enorme irresponsabilidad que aumenta si cabe al saber que tenía posibles síntomas (fiebre alta, tos…) y no acudió a los servicios médicos, ni se autoaisló llamando por teléfono como se ha venido pidiendo desde el ministerio. Les podía más el confrontar ese día, justo ese día, contra la manifestación de las mujeres vindicando sus derechos. Había que lanzar una guerra cultural (que es realmente material en la práctica del día a día) contra el feminismo y… la han perdido doblemente.

Todos los infectados de Vox, más aquellas personas a las que habrán alcanzado y se irá sabiendo, demuestran que el virus verde no debe estar ni un minuto más en la política española. Es una infección del cuerpo y del alma, que dirían los escolásticos, y la demostración más simbólica y visual de la completa incompetencia de las personas que están al frente. No sólo es que sean xenófobos (¿eran los extranjeros los que traían enfermedades malas?), no sólo atentan contra las mujeres, no sólo quieren acabar con lo común, sino que demuestran que más allá del populismo y ser unos jetas son incompetentes. No es el Gobierno español el que debía suspender su congreso búlgaro, porque eso hubiese sido utilizado como un atentado contra las libertades, sino ellos mismos los que debían haber sido previsores, como deben ser los bueno gobernantes. Ante situaciones críticas el ondear banderas sirve de poco; decir muchas veces España tampoco ayuda, pero sí que es necesario tener un poco de cabeza y sentido común.

Vox es una infección peor que el coronavirus, pero éste ha ayudado a comprender a muchas personas el egoísmo, el cinismo y la iniquidad del virus verde respecto a sus verdaderas intenciones. Anteponen sus propios intereses a la salus pública. Ahora intentarán dar ejemplo por ponerse voluntariamente en cuarentena, cuando el propio Abascal podría haber sido infectado, no por su compañero de partido, sino por Ted Cruz, el senador conservador estadounidense con el que estuvo de reunión en su viaje a EEUU. Un viaje que también se podía haber ahorrado, no sólo por el ridículo que cosecharon sin lograr llenar el espacio que había reservado, no sólo porque los calificaron como algo cercano a los nazis, sino por mera precaución sanitaria sabiendo cómo estaban las cosas ya en ese momento. Pero obviaron el peligro real por intereses publicitarios ya que Vox es un virus mediático y espectacular que necesita estar todo el día en la pomada y las redes para infectar las almas. De momento el coronavirus les ha parado en la vida real… lo otro llevará un poco más de tiempo.

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