Es curioso cómo se establecen los criterios éticos en la izquierda, a ciertos personajes se les consiente todo y a otros se les pone el listón tan alto que ni el propio Immanuel Kant llegaría con su imperativo categórico. Y no solamente entre partidos sino que intrapartidos se hace esa crítica, viperina en muchos casos, dependiendo de si es de “los míos” o de “los otros”. Por ejemplo, que Felipe González pase sus vacaciones encima de un yate es criticado con suma fiereza en el PSOE. Si Alfonso Guerra escribe un libro se le pone al lado de la derecha, sin haber leído el libro (no hay que confiar en que estas personas lean mucho). A nivel medios de comunicación el listón ético se tampoco es que baje mucho, para la izquierda siempre está más alto y para la derecha es prácticamente invisible. De ahí que la izquierda pueda reclamar la superioridad moral mayor, pero incluso dentro de la izquierda lo que se tolera a Pedro Sánchez no se le permite a Pablo Iglesias.

Los socialdemócratas suelen quejarse del mal trato que les dispensan los medios de comunicación, que lo hacen los cavernarios que son casi mayoría, pero la amabilidad con la que están siendo tratados por aquellos que se dicen “progres” (El País, eldiario o Público) le diferencia del listón que han puesto a Iglesias. Lo que en Sánchez parece que es normal, siendo como dice de izquierdas, en Iglesias es una afrenta a los principios inmutables de la ética. Lo que en Sánchez es hasta gracioso y alienta la sociedad espectáculo, en el caso de Iglesias es casi un delito de lesa izquierda. Es verdad que la cuestión moral ha sido exagerada al principio por Podemos, pero de ahí a realizar juicios sumarísimos con todo lo que afecta a su persona es rayar lo enfermizo. Veamos cinco casos.

Uno: Casoplones.

Lo más exagerado ha sido el chalet que se han comprado Iglesias e Irene Montero, se dijo que para salvaguardar lo más posible a sus retoños justo en los tiempos en que las cloacas estaban en su punto álgido. Cierto que Iglesias afirmó que vivir en ese tipo de casas te aleja de la sociedad y que él no dejaría su barrio de Vallecas. Metedura de pata sin lugar a dudas. Pero insistir como ha hecho hace pocos días el diputado del PSC, José Zaragoza, que tiene sus sombras detrás todo hay que decirlo, es aplicar una ética para los demás que no se aplica a sí mismo. Porque los casoplones de diversos cargos públicos del PSOE-PSC, cargos que hace tiempo no saben lo que es madrugar para ir al tajo (si es que alguna vez lo han hecho), están ahí.

Pedro Sánchez tiene un casoplón en Pozuelo de Alarcón, no en el pueblo, sino apartado en una zona donde las casas cuestan más caras que la de los podemitas. Un casoplón por el que nadie le ha dicho nada porque pareciera que siendo del PSOE lo normal es tener casoplones y cochazos. Y no lo es. De hecho, siendo el partido al que más apoya la clase trabajadora, lo suyo sería cumplir la austeridad que pedía el fundador Pablo Iglesias y que llevaban al extremo casi todos los diputados y concejales a lo largo del tiempo. Gentes que en muchos lugares se han ido prácticamente con lo mismo con lo que llegaron y que tenían clara la austeridad en las formas. La nueva generación de postmodernos socialdemócratas ya no es así y les gustan el boato y los casoplones. Que no digan nada públicamente de esta cuestión ética no quiere decir que se estén pasando la tradición socialista por el Falcon.

Dos. Sueldos y dineros.

Otra cuestión que critican a Iglesias es la cantidad de ingresos que ha tenido y tiene aún hoy. Nadie explica que provienen de los derechos de autor de los libros escritos y de sus escarceos televisivos. Todo el mundo le señala porque gana mucho dinero y Montero hasta por haber recibido una herencia. Pero todo el mundo calla cuando Pedro Sánchez ha estado ganando como sueldo por ser secretario general del PSOE 100.000 euros. Un sueldo que se puso él mismo y que está muy por encima de lo que ganan la mayoría de militantes socialdemócratas. Los sanchistas callan porque callan todo lo que les diga su amado líder, pero los medios de comunicación nada han dicho de esa exageración que es mayor que el salario de presidente del Gobierno.

Tres. La oligarquía.

Se dice hasta la saciedad que Iglesias y Montero han creado un Podemos en el cual sólo ellos deciden los destinos de la formación. Les llaman los Ceaucescu y les culpan de todos los males habidos y por haber. En Podemos la verdad es que el tema sexual-afectivo ha movido listas y candidaturas en todas las esferas, pero ese círculo cerrado es pequeño comparado con lo que viene haciendo Sánchez en el PSOE y el Gobierno. Fíjense que los altos cargos han sido ocupados por el círculo de fieles y amigos de Sánchez. Irene Lozano, que proviene de la UPYD de Rosa Díaz, y que ha escrito el libro del presidente tiene su carguito en Marca España, para cual todo el mundo sabe que no estaba ni cualificada. Beatriz Corredor, amiga personal de Sánchez, y que todo el mundo sabe que ha escrito los más bellos ensayos sobre el futuro del socialismo (ironía), tiene carguito (diputada) y es colocada para dirigir la Fundación Pablo Iglesias para que no quede ni rastro de algo socialista. Por no hablar de Adriana Lastra, otra gran intelectual, José Luis Ábalos o Santos Cerdán, todos entregados al sanchismo y a la caza de brujas críticas.

Cuatro. Montero y Gómez.

Irene Montero, por el hecho de ser pareja de Iglesias, parece que es una impedida mental, que no tiene cabeza para pensar por sí misma y que está a lo que diga el ser supremo. Esto, que es asquerosamente machista, es una crítica muy difundida por los medios de comunicación y dentro de los críticos de Podemos. Se podrá estar más o menos de acuerdo con sus posturas y decisiones pero Montero está desde antes de ennoviarse con Iglesias y ya era una dirigente destacada. En ocasiones parece que las críticas se le hacen a ella por acabárseles la munición con Iglesias. Raro es que ambos compartan el poder en Podemos y que se hable de sucesión sí, pero no se dice nada de las parejas de los demás dirigentes cuando actúan, sin estar afiliadas o tener ideología similar al partido de sus parejas, en lo público.

Lo máximo que se ha dicho de Begoña Gómez en los medios progres es que tiene vida propia. Estar en la cabecera del 8-M no siendo cargo alguno, como atizó la caverna, ha sido silenciado por los medios progres. Tener derecho tiene sin duda pero nunca antes se le vio en manifestaciones hasta que Sánchez alcanzó el Gobierno. Además estaba en la pancarta del PSOE quitando el sitio a mujeres que sí se bregan en la lucha y son afiliadas, condición que se sepa no tiene Gómez. Pero criticarlo de Sánchez es machismo, como lo es si se dice que ahora, sin saber cómo le han llegado los conocimientos, Gómez se ha convertido en una experta en la España Vacía y la ruralidad. Todo ello patrocinado por la empresa pública Enisa. Si lo llega hacer Montero ¿qué no habrían dicho todos los medios?

Cinco. Caudillismo.

No sólo se habla de una oligarquía alrededor de Iglesias sino que se le acusa de caudillismo, de establecer él solo las directrices de Podemos, de que se haga y deshaga en la formación morada al ritmo de su voluntad (y su bragueta se ha llegado a decir en la Caverna), que es un tirano que expulsa a todos los que no están de acuerdo con él. En algún caso particular puede que así haya sido, pero no es muy distinto a lo que hacen Rivera, Casado, Garzón, Rajoy y todos los dirigentes políticos de los últimos tiempos. La dinámica de fijar todo en el principal dirigente tiene la contrapartida de que, en algunos casos, se lo pueden creer y llegar a convertirse en auténticos tiranos. No lo es en el caso de Iglesias aunque alguna vez, por propia culpa, se haya dado esa impresión.

De Sánchez, sin embargo, nada se dice al respecto cuando todo lo que pasa en el PSOE pasa por sus decisiones y las del camarlengo monclovita (que ni es militante). Las listas decididas por la militancia han sido purgadas y confeccionadas al deseo del ídolo de la tribu socialdemócrata. De hecho la confección del reglamento de partido, que no ha pasado por procedimiento de base alguno, pone todo el poder del PSOE en las manos de Sánchez y bien que lo utiliza. Como poner a Pepu Hernández de candidato para que haga el mayor ridículo de la historia en la capital, a costa de conformar unas listas al Ayuntamiento y la Comunidad de las que se desconocen los votos. Más caciquismo que Sánchez no ha llegado a hacer Iglesias pero en el caso de uno se le tolera y en el otro no. Igual es porque uno es amable con las élites y el otro no… igual.

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