No hay nada más lamentable en esta vida que un tipo indocumentado, en el templo del saber que es una Universidad, intentando dejar por los suelos a quien tiene como oficio, no analizar el contenido en sí sino la forma en que el contenido es distribuido. Cuando el profesor universitario califica de espectáculo un programa como El chiringuito –al que el pueblo con su sabiduría eterna califica de Chirincirco– no está hablando del contenido sino del formato del canal emisor. El periodismo tiene sus mecanismos, sus formas, sus canales y sus estilos no porque le haya salido de las partes a alguien, sino porque la experiencia ha demostrado que son los mejores para transmitir la información veraz y así poder acercarse hacia algo que se puede llamar verdad. Nunca absoluta evidentemente, pero en consonancia con la realidad.

Y lo que se hace en el programa de las noches es de todo menos periodismo y sí es muy mucho de espectáculo. Como forma espectacular acaba intentando transformar la realidad para que encaje en el espectáculo. Decía Feuerbach en el prólogo de La esencia del cristianismo que la sociedad de su época, comienzos de la modernidad, prefería la imagen al objeto en sí, la representación a la realidad, la apariencia al ser. Una época, que no deja de ser la actual en esencia, para la que “lo único sagrado es la ilusión, mientras que lo profano es la verdad. Es más, lo sagrado se engrandece a medida que disminuye la verdad y aumenta la ilusión”. Eso es lo que hace Josep Pedrerol, transformar la realidad en ilusión dejando la verdad de lado. El ejemplo más palpable es cuando dicen ser líderes de la noche deportiva cuando tan sólo está ese programa deportiva en su franja horaria. Ilusión, espectáculo, para pervertir la verdad.

Dice Pedrerol, en la mayor mamarrachada que se recuerda, que lo suyo es periodismo porque dijo en su programa que Mbappé sólo iría al Real Madrid en la ventana de fichajes del verano y así ha sido confirmado. Una que aciertan de seis mil que yerran. O ¿ha olvidado el tic-tac de la nada? Aquí mismo se dijo en marzo que el equipo blanco no ficharía ni a Mbappé, ni a Haaland, y así ha sucedido. Y no por tener mejor información sino porque leyendo lo que dice la prensa extranjera y utilizando el raciocinio basta para sacar las conclusiones. Tampoco el susodicho es que haga una labor de investigación para sacar la información, algo que reconoce él mismo programa tras programa sin percatarse de lo tonto que se puede llegar a ser, sino que se la dicen desde el club. ¿Quién? Pues lo normal es que sea José Ángel Sánchez sino es el mismo Florentino Pérez quien le guioniza lo que debe decir. En el mundillo se sabe, como lo que le dijo José Joaquín Brotons a Joaquín Maroto, que trabajaba para un individuo… el viudo con gafas.

Se jacta Pedrerol de una exclusiva, pero todas las informaciones y exclusivas que o bien no se han cumplido, o las han dado como propias cuando eran de otros periodistas (como lo del marido de Erika al Atlético de Madrid), u ocultan el nombre y la misma persona de los que logran exclusivas (como sucedió con la entrevista de Rubén Uría a Messi, donde recortaron el cuerpo mismo del periodista). En realidad lo que hacen en el programa nocturno es leer lo que dicen los medios extranjeros y colarlo como exclusiva propia, eso sí, siempre y cuando encaje con el espectáculo y la ilusión como motor del mismo. Decía Guy Debord, respecto a los pedreroles de la sociedad del espectáculo, que “se han convertido en grandes hombres a fuerza de descender por debajo del umbral de la más mínima vida intelectual, y ellos lo saben” (La sociedad del espectáculo, Pre-Textos, pág. 66). Claro que Pedrerol lo sabe y por eso le molestan las palabras del profesor de universidad cuando le desnuda y le sitúa en ese umbral por debajo del mínimo intelectual. En la respuesta está implícita la culpa.

Claro que El chiringuito es un espectáculo. De hecho la gente lo ve por ese mismo motivo, salvo los que están por debajo el umbral mínimo y suelen ser de cierto equipo. ¿Cuándo tiene más espectadores? Cuando palman el Real Madrid o el FC Barcelona. Para ver llorar a Tomás Roncero o Jota Jordi; para ver la vena hinchada de José Luis Sánchez; o las broncas de Jorge D’Alessandro y Alfredo Duro. Nadie lo ve para disfrutar de análisis futbolísticos, algo que es inexistente, ni para ver ecuanimidad en el análisis de las jugadas dudosas (siempre caen del lado del equipo blanco), lo ven por el espectáculo y, la mayoría del madridismo, ilusionarse y superar la quiebra con la pura realidad. Pedrerol jamás ha destacado por ser un buen periodista, en los audios del ser superior hasta se desliza cómo le colocaron en TVE, pero sí ha sido un buen esclavo de su señor.

Por eso el formato espectacular, para embrutecer las mentes de los madridistas, primero, y del resto después. Ha intentado desestabilizar al Atleti en infinidad de ocasiones, pero los rojiblancos en general (que de todo hay en la viña del señor) están por encima del umbral mínimo. Han dicho que Simeone en todos de los últimos siete años. Van a la puerta 5 del Metropolitano a malmeter (y cualquier día les dan un capón). Pero como no entienden el sentido de pertenencia no hay nada que rascar. Y lo hace por órdenes de la superioridad, como bomba de humo, como elemento de distracción espectacular… pero no lo consiguen. En el Atleti lo espectacular no funciona porque son muchos años de comerse realidad.

Retomando a Debord se puede decir que Pedrerol, como especialista del poder espectacular, un poder que es absoluto en los sistemas de expresión, está “absolutamente corrompido por su experiencia del desprecio y del triunfo del desprecio, pues encuentra la confirmación de su desprecio en el conocimiento de ese hombre despreciable que es el espectador” (pág. 160). O lo que es lo mismo, saben que sus espectadores están por debajo del umbral y abusan de su poder despreciándoles. Es la táctica espectacular del olvido inducido para que no se enfaden con el ser superior, para que no recuerden lo que se dijo ayer, para que se ilusionen con mentiras, para vivir en el puro espectáculo. Luego la realidad es que se la pasan comiendo pipas en la mayoría de las ocasiones, por no hablar de los biberones y palanquitas. El profesor universitario, por mucho que le jodiese a Pedrerol, tenía razón, lo que hace es espectáculo y acierta por exceso de exclusivas (muchas copiadas) y porque le guionizan algunas palabras. Espectáculo que nada tiene que ver con el periodismo de información o analítico. Y para los picores, nada mejor que Hemoal.

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