El sábado falleció la gran pensadora Marta Harnecker a sus 82 años, gran parte de los cuales dedicó a la lucha contra el capitalismo, uniendo como recomienda la ciencia marxista teoría y praxis. Muy conocida por aquellas personas que llegaban a los partidos socialistas y comunistas de los años 1970s en España ya que sus Cuadernos de Educación Popular eran casi el manual de entrada y aceptación para ser parte de los mismos. Igualmente marcó a toda una generación de personas de izquierdas su libro Los conceptos elementales del materialismo histórico (Siglo XXI editores) que escribiría bajo la protección de su maestro Louis Althusser.

En ese su primer gran libro dejaba claras las intenciones de lo que debía ser la lucha de clases: “El objetivo de este libro es, procurar (a los militantes revolucionarios) instrumentos de trabajo intelectual, es decir, los conceptos teóricos necesarios para el conocimiento científico de su realidad concreta, ya que sabemos que sólo un conocimiento científico de ella permitirá transformarla”. Teoría científica (que es lo que es el marxismo) y praxis revolucionaria (o cuando menos el intento como escribiría Althusser años después) para transformar la sociedad concreta. Algo que se olvida en demasiadas ocasiones al tomar el marxismo como ideología e intentarlo aplicar tal cual independientemente de los condicionantes contextuales y del análisis científico. Lo que ella misma percibió y expuso sin rubor en la edición de 1984: “Haciendo ahora un balance de su eficacia pedagógica comprobamos que, a pesar de nuestro esfuerzo por orientar al estudiante hacia una visión científica, antidogmática del marxismo (lo que implicaba una lectura crítica y una aplicación creadora de lo aquí aprendido), no pudimos evitar que, en ciertos casos, se cayera en un estudio memorístico y en una repetición mecánica de su contenido”.

Pasó buena parte de su vida en el exilio cubano debido a que en Chile la dictadura de Pinochet hubiese acabado con su vida al ser miembro del gobierno de Allende. Allí se casó por primera vez, descansó de las cuestiones intelectuales y tuvo a su hija.  Esto no empeció para mantener su actitud crítica con el sistema y con el propio desarrollo de la estructura de las sociedades, señalando cómo en muchos lugares se había abandonado en la izquierda marxista la función de construcción del sujeto político revolucionario pensando, como en el leninismo de la revolución rusa, que dependiendo de los contextos el sujeto puede cambiar y nunca ser el propio partido. En nuestros días donde en la izquierda se alaba al dirigente máximo y se pone al partido, una estructura al fin y al cabo de los aparatos ideológicos estatales, por encima de la lucha y la construcción del sujeto.

Sin sonrojarse supo poner el acento en cuestiones nada despreciables de las malas interpretaciones analíticas de los partidos de la izquierda marxista: “Por otra parte, durante muchos años las organizaciones de izquierda, influidas por el acento que Lenin puso en la dictadura del proletariado, desdeñaron otro de sus planteamientos: que el socialismo debía concebirse como la sociedad más democrática, a diferencia de la sociedad burguesa que es democrática sólo para una minoría”. No es de extrañar que buena parte de la izquierda latinoamericana actual, al menos en la teoría, tomase su otro gran texto La izquierda en el umbral del Siglo XXI. Haciendo posible lo imposible (Siglo XXI editores), como un manual de resistencia y revolución. Cuestión diferente es que no le hiciesen caso y haya ocurrido lo que ha ocurrido. Teoría y praxis nuevamente y por toda su vida.

Leer a Harnecker hoy en día, porque escribió hasta finales de 2018 en numerosos medios, sigue siendo refrescante para las mentes y deja en ridículo a muchos teóricos de izquierdas que acaban tapando cuestiones como la Ley de Hierro de la Oligarquía, el sectarismo izquierdista, la vanguardia, etcétera. “Cada organización disputaba el título de ser catalogada la más revolucionaria, la más justa, etcétera. Lo que importaba era la secta, la camiseta, y no la revolución. De ahí el sectarismo en que cayó la mayor parte de ellas” escribió en 2003 (Acerca del sujeto político capaz de responder a los desafíos del siglo XXI) y suena con arrebatadora fuerza hoy en día. Divisiones y más divisiones por ser más puros y ejercer de vanguardia de la lucha cuando, explicaba Harnecker, el carácter de ser la vanguardia revolucionaria se consigue en la propia lucha, no por abstracciones o procesos electivos partidistas.

Se casó por segunda vez con el filósofo marxista Michael A. Lebowitz en cuya obra Más allá de El Capital: La economía política de la clase obrera en Marx (Akal) intenta paliar la carencia de una economía propia de la clase trabajadora en su lucha contra la economía del lucro del capitalismo. Obra en la que se puede ver la influencia de la pensadora chilena en esa pretensión de ciencia marxista y práctica de lucha. Democracia interna, lucha y pensamiento como premisas fundamentales de un partido de izquierda marxista. Entendía la revolución como algo más abierto que los revolucionarios de cátedra o de sillón ministerial que han pululado por Europa. Una revolución cuyo sujeto no podía ser solamente la clase trabajadora, sino la alianza de las clases subyugadas por el capitalismo. Nada de ser diversos y postmodernos, sino luchar como primera premisa de cualquier movimiento revolucionario.

Post Scriptum: Nos hubiese gustado ofrecer apreciaciones de diferentes políticos y políticas de izquierdas del panorama español ante la pérdida de la gran pensadora que nos ha dejado, pero ha sido arduo el trabajo. Entre los postmodernos y los demás personajes de izquierdas que no leen, la verdad es que no se encuentran lamentos. Algunos y algunas ni sabrán quien es, ni la importancia histórica que ha tenido, ni la influencia en España y Latinoamérica, pero como muchos y muchas son de izquierdas de boquilla para qué leer. O son de la izquierda postmoderna del tuit fácil, de la política mirando a Ferreras de reojo y de dejar la lucha aislada porque ¿quién se va a mezclar con la clase trabajadora salvo en las campañas electorales? Lo decimos porque iban a arreglar lo del Alcoa y ahí los tienen de caminata hacia Madrid porque les han engañado… otra vez.

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