Corto se ha quedado que el vídeo que hicieron en El Intermedio respecto a Albert Rivera y su populismo de derechas. En dos días el dirigente de Ciudadanos ha demostrado la verdadera esencia de lo que representa, apoyo al establishment desde una posición de derechas, intentando que se note lo menos posible. El caso Cifuentes y la tramitación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2018 (sí, a estas alturas del año) demuestran que Rivera y su alegre muchachada sólo están para impedir que la izquierda, y más si está más allá del PSOE, pueda gobernar. Y adonde no llega el poder la demagogia naranja, llegan los medios del establishment haciendo noticia cualquier cosa negativa contra Carmena, Kichi o Iglesias, o bien negando cobertura a Sánchez.

Algunos aún no ve el populismo que destila la formación naranja, pero el cuñadismo no deja de serlo. Esa capacidad para intentar quedar como los que realmente posibilitan todo, coronado por su servicio a la “clase-media-trabajadora” que no se le cae de la boca a Rivera y sus gentes. ¿Qué diferencia hay entre decir pueblo o clase-media-trabajadora si no hay representación de intereses de clase en ninguno de los dos lados? Un significante vacío en ambos casos y que denota el mismo populismo, sólo que en el caso de la formación naranja es para sostener al establishment y al PP, hasta que acaben con ellos en las urnas. Porque, al menos en esta ocasión, los poderosos, el bloque en el poder, ha preferido hacerlo mediante el uso de la reglas que la democracia formal les permite. Así, el discurso de ayer en el Parlamento defendiendo los PGE ha sido la muestra más clara de que están aquí para acabar con la izquierda y el nacionalismo que no se aviene a razones. Porque el que se aviene y está sostenido por los mismos señores del dinero, el PNV, ya está en el ajo.

Rivera se ha apuntado, como era de esperar, todos los tantos posibles con los PGE. Eso se esperaba y tampoco causa extrañeza. Ahora bien, para ello se ha lanzado a la yugular de los partidos de izquierdas. No ha debido leer la paliza dialéctica que el miércoles ofreció Alberto Garzón desmembrando unos PGE de derechas, o igual sí que la ha leído alguien por él y le ha avisado desde cualquier sillón del Ibex-35 para que atizase fuerte. “Estos presupuestos traen buenas noticias para la clase media trabajadora, para el control de la finanzas públicas y la estabilidad política en un momento tan delicado” ha comenzado expresando Rivera. Unos presupuestos que llegan tarde por culpa del “bloqueo irresponsable de un PSOE podemizado y del No es No”. Ahí señalando el peligro y la víctima del establishment por no plegarse.

8.000 millones de euros que lo que ha conseguido Ciudadanos para estos presupuestos. Y todos esos millones para dar un giro social frente a los recortes de “Zapatero y Rajoy en la última década”. No ha mencionado a la Troika porque esos son parte del bloque en el poder y no vaya a ser que se enfaden. Así que la culpa es de los socialdemócratas y los conservadores. Y sólo gracias a ellos habrá más inversión social. Lo malo, esto no lo dicen, es que esos 8.000 millones se antojan cortos para todas las medidas que han conseguido. Si son 4.000 de ayudas sociales para las Comunidades Autónomas, 500 para la equiparación salarial, o 2.000 para pensiones, se va ajustando la cantidad de dinero disponible para todo lo que dicen que han conseguido. Claro que lo de las pensiones ¿no lo había conseguido el PNV? Cierto que son primos hermanos, pero a cada cual lo que ha rascado al gobierno de M. Rajoy.

Aunque lo más importante es la bajada de impuestos para todo el mundo, aunque entre lo que quitan por el IRPF y todas las rebajas fiscales, parece que los ingresos del Estado sólo los van a poner los autónomos precarios y dos o tres pequeñas empresas. Eso sí, todo lo han conseguido “negociando y no gritando”, porque los “cambios en el siglo XXI se consiguen negociando y no con el bipartidismo obsoleto”. ¿Pero no era malo el bipartidismo porque todo lo acaban negociando? También habría que preguntar a Rivera si su “adorada” transición, donde estaban PP y PSOE, fue negociada o no. El caso es que Rivera marca la senda que le ha establecido el establishment. Acabar con el bipartidismo para generar un bloque hegemónico donde con un gran partido naranja tenga a los lados dos pequeñas formaciones (PP y PSOE) que le sirvan como muleta. Porque esos que gritan o se podemizan no tienen cabida en el sistema nuevo que están generando las fuerzas de la clase dominante.

Albert Rivera no sólo es lo nuevo y bueno para España, sino que va a dejar a Marx o Keynes a la altura del betún. Él ha encontrado la fórmula mágica: “Se pueden bajar impuestos, tener una política expansiva, cuadrar las cuentas e incrementar las partidas sociales. ¿Cómo? Haciendo las cosas bien”. ¡Ole, ole y ole! Si es que se estaban haciendo las cosas mal, ¡cómo no nos hemos dado cuenta antes! De verdad que como comediantes y populistas no tienen precio. Así que siguiendo las políticas de los Chicago boys, del neoliberalismo más salvaje, parece que se puede generar un Estado de bienestar cuando todas las experiencias han demostrado lo contrario. Que el aumento de riqueza no se ha traducido en una redistribución de la misma, como ha sucedido en España que los ricos se han hecho más ricos contra la mayoría de la población.

Y claro PSOE y Podemos acaban votando con ERC y Bildu, que deben ser algo así como el reflejo del mal, no como el PNV que son nacionalistas e independentistas pero de “broma”. Más bien habría que decir que si los nacionalistas no son de la clase dominante son malos y si lo son, pues es que se han equivocado un poco. Sólo hay que recordar que Ciudadanos clamaba contra el PNV cuando se negociaba el cupo vasco (algo que el empresariado españolista quiere derribar cuanto antes para entrar a saco en la industria y la economía vasca, por cierto), pero ahora, de momento, son coleguillas. El PSOE es malo porque ahora parece Podemos. Sí, porque Podemos esta vez casi se ha librado de las collejas de Rivera, aunque sean unos gritones y unos radicales peligrosos.

Lo que ocurre, empero, es que ya nos conocemos las tácticas de Rivera contra la izquierda (y los secesionistas) y no cuela. Les acusa de no querer aprobar ciertas partidas que, en el papel, parecen como de izquierdas (bajar el IVA cultural y el IRPF de los que ganan menos de 1.000 euros). Demoniza a las izquierdas con cada partida para que queden mal y diversos colectivos les miren mal, cuando lo que realmente esconde es que se está votando todo en conjunto y no por separado. Las izquierdas están en contra del aumento del presupuesto en armamento, de las bonificaciones a las grandes empresas y de muchas otras cuestiones con las que sí está de acuerdo Ciudadanos porque son el núcleo central de la clase dominante. Miente más que habla Rivera porque sabe que las izquierdas no están contra esas cosas, sino contra todas las otras.

La última fanfarronada ha señalado al PSOE, e indirectamente a Podemos e IU. Rivera ha manifestado que “en Andalucía han salido adelante los presupuestos ¿Por qué? Porque ahí no está el PSOE en la oposición sino Ciudadanos que sí sabe negociar con el resto de fuerzas”. Primero, en los lugares donde gobierna PSOE con apoyo de Podemos e IU también salen los presupuestos. Segundo, el PSOE que gobierna Andalucía está apoyado por los mismos que le apoyan a él y que acabó con Sánchez. Así que son partidos del establishment. Y, tercero, no es su capacidad de negociar porque los presupuestos del año que viene ya no saldrán adelante como han deslizado Juan Marín y sus corifeos. ¿Por qué? Porque le conviene a Ciudadanos tener las manos libres por si gobierna. Así que queda demostrada otra mentira más, que gobierna en favor del pueblo. No. Lo hace en favor de la clase dominante que le financia, protege y guía.

Madrid, el símbolo de que han venido a proteger los intereses del establishment.

Como se ha demostrado en el caso Cifuentes. Que no es más que una pelea en el interior de la coalición dominante del bloque en el poder, que diría un marxista. Ciudadanos sabía que no podía dar el poder al PSOE y a Podemos. Como pasaba en Murcia. Y ha estado forzando la máquina hasta el último momento en que la clase dominante ha sacado la artillería pesada contra Cifuentes para cargársela. No se puede denunciar a los propios, según parece. Porque no es la corrupción lo que querían quitar desde Ciudadanos, sino a una persona molesta que, por los motivos que sean, había comenzado un ataque contra las redes del capitalismo de amiguetes que había en Madrid. Y los poderosos señores del establishment la han cortado la cabeza.

No se puede permitir que el PSOE y Podemos investiguen más en las cuentas y los cajones de la Comunidad de Madrid. No vaya a ser que se encuentren nombres de personas aún más relevantes. Ciudadanos, si algún día llega a gobernar, no abrirá los cajones, se los dará a los poderosos que les protegen, por eso han quedado tan contentos con que siga gobernando el partido de la corrupción, del saqueo de las arcas públicas, de los amigos del dinero, de la clase dominante. Eso sí, a ser posible que no sea Ángel Garrido que es muy amigo de Cifuentes y no hay nada en su contra, salvo que es muy liberal y del Atlético de Madrid. Pero ahora ya está la pelota en el tejado de Génova, o de algún club financiero donde se decida quién sustituirá a la cazada ex-presidenta. Ciudadanos a apoyar hasta que puedan tocar el poder, con personal-shopper, eso sí.

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