Parece que tener al jefe prisionero y haber pasado por el maco les ha hecho esconder, por escrito, las verdaderas intenciones de Esquerra Republicana de Catalunya. En el programa electoral ni una sola referencia al Estatut, al procès, al futuro político catalán, al fin y al cabo, a todo lo que ha pasado. Se habla de presos políticos y de alcanzar mayoría sociales para el derecho a decidir, pero poco más. Y la ciudadanía catalana merece, qué menos, conocer cómo piensan continuar todo por lo que han luchado estos meses. No, ahora les dejan en el limbo. Tienen, o deben tener, miedo a las posibles consecuencias. Y al dar ese paso lo que hacen es reconocer su fracaso frente a la ley y ante las personas que les apoyan.

Así como la CUP o Junts per Catalunya hablaban sin ambages de las cosas que hay que hacer para proclamar, esta vez sí, la futura república (incluso los comunes lo hacen), en ERC ni comentan lo que sucederá con los medios de comunicación, con una nueva ley de transitoriedad, con un referéndum de autodeterminación o, en términos mínimamente autonómicos, con más competencias. Pinceladas nada más y muy escondidas entre los 50 puntos programáticos que presentan. Cincuenta puntos que, se entiende, han presentado por presentar algo. Porque no da ni para programa de gobierno. Mejor no decir nada y hacer lo que sea cuando se llegue al poder parecen pensar los republicanos. Mejor callar, y no comprometerse a algo para hacer lo que estimen más conveniente día a día. En sí, no deja de ser una traición a las personas que les apoyan.

Mínimas propuestas programáticas.

Al igual que PP y Ciudadanos, lo que indica que están en la misma lógica, en ERC el programa no es que se extienda y analice en detalle lo que pretenden. Pinceladas nada más para jugar a cierta ambigüedad. Aunque, a diferencia, de JpC se nota que hacen una apuesta por cuestiones mucho más de izquierdas. Pero como sucede con las huestes de Puigdemont, Oriol Junqueras podría haber implementado muchas durante su presencia en el Govern. Como se suele decir, a buenas horas mangas verdes.

Lo primero es lo económico para los republicanos, como manifiestan en su propio programa: “Hacer república en términos económicos significa garantizar el derecho a un trabajo digno y a un salario digno, y la obligación de contribuir al bien común”. Porque, además, la visión del entorno que rodea a Cataluña demuestra que los países que “tienen una mayor equidad y justicia social son ahora altamente eficientes”. Así pues, la innovación y la internacionalización de las fuerzas productivas catalanas deben estar en lo alto de las políticas de apoyo económico.

Pero por mucho apoyo que exista, también se necesitan medios para ello. Así, una Banca Pública es completamente necesaria para la financiación de las PYMES, la innovación y los grandes proyectos estratégicos de la república catalana (infraestructuras, etc.). Curioso que en esto se asemejan a CUP y JpC, y parece que más que una banca de apoyo para la igualdad, se trate de un banco para las cosas propias del Govern. Y ya se conoce que la banca para cosas de políticos y no de ciudadanía suele fracasar.

A diferencia de JpC o Ciudadanos, en ERC sólo harán una rebaja fiscal para las rentas más bajas, mientras que aumentarán la fiscalidad a las rentas inmobiliarias más altas, sobre los depósitos, sobre el uso de la energía nuclear, o sobre los contenidos de los prestadores de servicios de comunicaciones electrónicas. También, mediante algún tipo de agencia de la competencia, piensan luchar contra los oligopolios capitalistas. Y contra un turismo desaforado mediante la tasa turística. Turismo sí, pero no excesivo y de borrachera.

Buenos conocedores de la situación económica de Cataluña, aunque poco o nada hayan hecho en el pasado ensimismados como estaban en el procès, entienden que el apoyo al comercio urbano, a las tiendas de barrio, supone mantener el tejido económico de las personas de a pie frente a los grandes comercios y las franquicias. Y frente a una patronal, ahora que les han abandonado parece que se atreven más, que se aprovecha de la clase trabajadora, quieren modificar las relaciones laborales. Pero no como en Junts per Catalunya, sino justo al revés. En favor de la clase trabajadora y no de los empresarios. Por ello establecerán el Salario Catalán de Referencia como parte del derecho subjetivo al trabajo. Además, se añadirá la fijación de las condiciones mínimas laborales.

En el aspecto más social del programa proponen la Renta Ciudadana Garantizada; el Plan de Acción Comunitario Inclusivo apoyado en el trabajo comunitario; establecer más mecanismos contra la pobreza energética; el uso del Housing First/Housin Lead (para personas sin hogar, un apartamento pequeño que les sirva para salir adelante); aumentar la inversión en Salud (que no han hecho en todos estos años de gobierno); luchar contra la exclusión cultural de muchas personas por carecer de dinero suficiente; y la lucha contra el abandono escolar (que en Cataluña tiene cifras preocupantes).

En el apartado llamado “Refuerzo democrático, derechos y libertades civiles” es en el único sitio donde hablan algo del futuro republicano. Pero todo de forma muy laxa y entregada a la consecución de mayorías sociales. “Generar el consenso suficiente para la fundación de la República catalana”, gracias a una mayoría social favorable al derecho a decidir y la autodeterminación. Y ya. Por tanto, o bien miente Marta Rovira en sus mítines de campaña, o bien miente ERC en su programa electoral. La consecución de una mayoría social suficiente, mayor a la existente ahora, puede llevar tiempo (años) y no ser de hoy para mañana. Por tanto, hacer ver a las personas que la lucha sigue y se acerca la independencia es engañarlas.

El resto de cuestiones democráticas y de derechos versan sobre la lucha contra la corrupción y el fraude fiscal (gracias a la hacienda catalana), potenciar la economía social y el tercer sector (algo contrario a lo que proponen CUP y JpC que apuestan por el primer sector); la Cataluña intercultural, eso sí conociendo todo el mundo la lengua catalana (el español o el aranés quedan excluidos); luchar contra el racismo, la xenofobia y la islamofobia (dan a entender al final que son hispanofóbicos); lucha en favor de la igualdad de género, contra la violencia machista; lucha en favor de la inclusividad del movimiento LGTBi y del Pueblo Gitano. Ah y, como los otros independentistas, la Reforma del Sistema Horario ajustando las dos horas de diferencia que se tiene con Europa.

En general, un programa de izquierdas pero con la duda siempre sobrevolando sobre si darán el paso definitivo por la independencia, con todas las consecuencias, o preferirán crear unas estructuras estatales catalanas a costa de los servicios públicos, o esperarán a otros tiempos mejores en los que plantear la autodeterminación mediante un diálogo con otro tipo de gobierno en España. Por tanto, la completa ambigüedad es lo que vienen a ofrecer, por mucho que griten en los mítines y en los medios de comunicación.

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