Tras verse impelidos a la ruptura pactada entre Ciudadanos y PP en la Comunidad de Madrid, por culpa de una supuesta no aceptación de la formación populista naranja de un objeto de investigación distinto y de nombres tan esperpénticos como Pedro Sánchez, el catedrático Manuel Villoria (¿qué pinta este hombre en todo esto?) o el periodista de El Mundo Javier García Negre (y no a Ignacio Escolar que ha sacado la mayoría de los papeles del caso Máster), parece que la vía murciana se abre paso para la sustitución de Cristina Cifuentes al frente de la Comunidad de Madrid. Aunque está por ver, sin una imputación judicial bastante complicada, que Cifuentes dimita antes de la moción de censura.

El cuñadismo de Ciudadanos puede volverse en su contra en este caso pues, parecen no conocer a la presidenta del PP madrileño, los arrestos y la capacidad de aguante de Cifuentes no es la misma, ni por los mismos motivos, que la de Pedro Antonio Sánchez. E igual, si ha de caer, prefiere llevarse por delante al enemigo/amigo naranja. Esto es, esperar a que llegue la moción de censura y forzarles a decidir si apoyan a Gabilondo y Podemos, o apoyan al PP. Porque en este caso la abstención no basta. Por mucho que Ignacio Aguado ponga cara de mucho enfado, mientras se atusa la melena turca, Cifuentes sabe que estando perdida y no pudiendo hacer más daño en sí al PP, nada mejor que retratar al cuñadismo patrio, a los parlanchines esos que decía M. Rajoy.

Como afirmaba Antón Losaba, Cifuentes ya ha recibido el abrazo mariano y todos sabemos lo que ello conlleva. También advertía Esther Palomera que Cifuentes estaba muerta (Morir lleva su tiempo), aunque aún no se hubiese dado cuenta, pero sí lo sabe y no va a dejar que la degüellen políticamente tan rápido. Como se suele decir, va a morir matando porque, una vez que caiga, en un sentido muy patriota de partido quiere dejar lo mejor posible el gobierno de la Comunidad a quien tenga que sucederlo. Porque si pasa deberá ser la Dirección Nacional del PP quien designe entre los diputados y diputadas que ahora están en la Asamblea de Madrid.

Ángel Garrido, ¿el elegido?

El marianismo nunca se ha destacado por protagonizar sorpresas excesivas sino por seguir una lógica de gobierno y de fortaleza del partido. Así como Fernando López Miras o Isabel Bonig fueron apoyados en su momento, aunque ahora se hayan dado cuenta del error cometido con la segunda, en este caso todo apunta a que sería Ángel Garrido, consejero de Presidencia y Justicia del Gobierno comunitario y número dos del PP madrileño. De esta forma se da continuidad política y organizativa sin trastocar mucho la organización a un año de las elecciones. Algo que ya sabemos que es muy mariano, no tocar nada para que todo se mueva.

En favor de Garrido consta su capacidad de trabajo, conocer bien los entresijos del gobierno de la Comunidad, no tener grandes enemigos internos, conocer bien (últimamente ha estado acudiendo a muchas sedes del PP) el partido, ser un liberal sin matices (años lleva luchando para que se quite la democracia cristiana de la definición del partido) y, pese a que moleste en algunos sectores, ser un atlético de pro (casi esto tiene más mérito en Madrid que lo anterior). Toda vez que Jaime González Taboada, el medio del dos y medio de los apoyos de Cifuentes en el PP, está pendiente de destino procesal por el caso Púnica, salga lo que salga, parece que de las personas con apoyo dentro del propio partido Garrido sería quien más de ellos concitase.

Pedro Rollán en beatificación mártires Guerra Civil

El espectro de mujeres se ha reducido bastante pues la consejera de Economía, Engracia Hidalgo, no es diputada; Isabel Díaz Ayuso, muy del gusto genovés, dejó el acta de diputada para ser viceconsejera; y María Eugenia Carballedo o Nadia Álvarez aún debe dar un paso más en su proyección. En el sentido de los hombres, algún medio, comenta que Pedro Rollán, actual consejero de Medio Ambiente y Ordenación Territorial y ex-alcalde de Torrejón de Ardoz, también podría recibir las bendiciones de la dirección de Génova, aunque le podrían sacar el asunto aquel de prohibir a los sin papeles o a los que tuviesen visa de turista empadronarse en 2008 como algo poco humano, porque impedía la escolarización y el acceso a la sanidad de los niños y niñas pequeñas. Y sus actos con la jerarquía eclesiástica, acudió a una beatificación de «mártires» de la Guerra Civil, tampoco ayudarían en su imagen después de las críticas a los “ministros cantantes”. Aunque comparado con las cosas que tienen otros cargos del PP encima, esto sería bagatela.

Respecto a Garrido, hemos consultado a algunos dirigentes del PP madrileño y nacional, y las respuestas, después de negar que Cifuentes tuviese que dimitir, han sido positivas. Salvo algún caso de aguirristas muy aguirristas que sólo han comentado que sería más de lo mismo, Garrido tiene un gran respaldo tras su posible nombramiento. A lo que hay que sumar que es una persona con “buena” relación con Ciudadanos, algo que sería fundamental para llegar a las elecciones de 2019 sin más problemas que los cuñadismos típicos. De hecho algún diputado, sin restar méritos a Garrido, nos ha confirmado que “si no ponen a Ángel, que tengan la valentía de situar a alguien que atice de verdad a Ciudadanos”.

Hay ya sensación de caída de Cifuentes, un cierto desánimo cunde entre los dirigentes populares, aunque están dispuestos a dar la batalla total por conseguir que el PP vuelva a ganar las elecciones y las encuestas “prefabricadas” tenga que “comérselas algunos directores que antes bien que nos hacían la pelota”. Así pues, a Ángel Garrido se le está poniendo cara de presidente, algo que le comentamos hace unos días y nos mandó, y no le culpamos por ello, a un lugar lejano, dentro del intento de quitar tensión a la situación que se estaba viviendo.

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