“Claudillo” eso es lo que quería decir la diputada del PP de la Asamblea de Madrid pero se le trabucó la lengua. Como en el chiste que una persona frente al dictador Francisco Franco le hablaba siempre como Don Claudio, hasta que el fascista le preguntó el porqué de llamarle de esa manera. Ante la pregunta la persona le expresó que como todo el mundo le llama “claudillo” no se atrevía a tanta familiaridad y prefería llamarle Don Claudio. Eso es lo que tenía en la cabeza Begoña García. O al menos eso es lo que nos han querido vender.

“Si todo lo que se le ocurre es enfrentar a los españoles con la exhumación del Caudillo que ganó la Guerra Civil hace 82 años” ha afirmado García. El hecho ha provocado el escándalo en la bancada de las izquierdas y el aplauso de sus propios compañeros de partido. Los cuales deben estar de acuerdo con ella en que Franco era el “Caudillo de España por la Gracia de Dios”. Salvo que todos y todas hayan escuchado claudillo y conozca el chiste. Cosa que es para dudar, que poco ha faltado para que alguno fuese al despacho a ponerse la camisa azul que le bordaron en rojo ayer mismo.

Una demostración más de que no son demócratas, que al final tienen el poso dictatorial metido dentro. Desde el PP de Madrid, visto el escándalo, han querido matizar y decir que ha sido un error, una equivocación porque en el discurso tenía escrito dictador. Peor lo ponen porque o bien la diputada no sabe leer (o sufre de analfabetismo funcional) y sus compañeros la humillan, o bien le sale de dentro defender la fascistada que ha pronunciado. Porque además ha remarcado lo de la victoria hace 82 años, algo que cualquier lector poco o nada se acordaría. Y no se acordaría porque la victoria del fascismo se produjo en 1939, por tanto 79 años atrás. Pero como el “glorioso alzamiento” contra el marxismo y la conspiración judeo-masónica se produjo en 1936 ya les queda esa fecha. Igual sí es producto de la incultura como dan a entender desde el PP.

Y no sería más que una anécdota sino fuese porque no hace tanto tiempo afirmó en el pleno de la Asamblea que frente al comunismo de Venezuela, el mantra contra Podemos, prefería la extensión del fascismo que se producía por Europa. Así, con dos ovarios y sin avergonzarse. Igual los campos de concentración con sus crematorios y cámaras de gas le hagan gracia. Podría haber visitado la magnífica exposición Auschwitz financiada por la propia Comunidad de Madrid. Es de suponer que el enfado de Enrique Ossorio, quien por cierto no aplaudió, habrá sido enorme con lo poco que le gusta que se cometan estos errores. Pero es que tantos años de cultivo interior de ciertas cosas provocan al final que lo del liberalismo, como le pasa al aplaudidor Ángel Garrido, sea más fachada que realidad.

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