Igual esperaban en esta columna una profunda disquisición sobre las elecciones en EEUU, contando las peculiaridades de cada estado en relación a su idiosincrasia, a ser anabaptistas del sur o el orgullo redneck… Pues no. Porque da igual lo que elijan los estadounidenses que a los españoles les irá mal. Más interesante, empero, es la tendencia en la red social twitter que ha tenido entretenida a la masa atlética durante todo el día, tanto como para hacer trending topic, que dicen los anglos, el lema #BlockMatallanas, o en la lengua de Cervantes Bloquea a Matallanas. Y ustedes se preguntarán ¿quién es Matallanas? ¿Qué ha podido hacer ese ser para que toda la masa atlética quiera bloquearlo? ¿Ha estado contando votos en Wisconsin?

El bloqueo en redes se produce contra Javier Matallanas, periodista del diario As, que tiene por costumbre alabar a los dueños, aunque por apropiación indebida, y atizar al entrenador del Atlético de Madrid sin venir a cuento. El ínclito columnista del periódico madridista del Banco de Santander, lo que ya es un aviso, nunca se ha prodigado en las redes sociales salvo para dejar sus “perlas ensangrentadas” contra el Cholo Simeone. Como está estudiando para entrenador de “furgol” también se cree capacitado para dar explicaciones que a nadie le importan sobre los movimientos tácticos del equipo y el mejor aprovechamiento de los jugadores.

Todo esto sin haber pisado un terreno de entrenamiento con esos jugadores. Esto no empece para que el todólogo deportivo ataque semana tras semana al entrenador rojiblanco. Si gana porque no había puesto hasta ese momento a los jugadores en su verdadero sitio; si empata porque es un amarrategui; si pierde porque no le gusta el “furgol de ataque”; si juega bien el equipo porque ha dejado escapar a no se sabe bien qué jugador que se come siete fueras de juego por partido; y así hasta causar la náusea.

Producto de esa náusea y ese rencor contra el entrenador con el que el Atlético de Madrid ha conseguido tener la mayor regularidad en lo alto de la tabla y de las competiciones europeas de la historia, además de haber nutrido las polvorientas vitrinas rojiblancas con la mayor cantidad de trofeos que se recuerda desde los tiempos de Helenio Herrera, surge entre la familia atlética la intención de bloquearle en la red social para no tener que aguantar más sus –dicen los atléticos, tomando las publicables- “babosadas”, “estupideces”, “gorrineces”, “gilipolleces”, “rencores”, “mala baba”… No vaya a ser que a algún bienintencionado, o a un niño rata, le dé por compartir esa publicación y acabe “lastimando los ojos”. Mientras las redes estaban pendientes, no se sabe para qué, de los resultados en EEUU, la familia atlética estaba “apuñalando” digitalmente a un traidor a los valores republicanos. En otra época fue a César, hoy es a Matallanas, salvando la distancia de personaje histórico y de escritor de calidad, que como habrán entendido es en favor del romano.

Las malas lenguas (redes sociales) dicen que después de no haber concedido una entrevista el entrenador al periodista, cansado de atosigamiento, de pedirle que le filtrase noticias, éste tomó revancha aprovechando que el Cholo Simeone pasa de esas cosas. Otras malas lenguas dicen que su vinculación a cierta agencia de representación de jugadores, la cual filtraba noticias a los medios hasta que el cuadro técnico decidió que se acababa esa historia, es por donde sangra la herida del periodista. Se cargaron a los que les filtraban lo que sucedía en el vestuario y se toma venganza. Otras lenguas hablan de bocadillos de panceta, de devorar canapés y de rendir pleitesía a los usurpadores… A saber.

No es que importe el porqué de su mala baba, sino esa mala baba que ha acabado por agotar la paciencia de la hinchada. Y para acabar con la paciencia de la hinchada del Atlético de Madrid hay que ser muy cansino o muy grosero porque llevan aguantando gilismo décadas y eso no lo puede decir nadie en este mundo. Mientras otros periodistas se ganan el corazón de la hinchada, sin olvidar la crítica cuando es obvia (véase Rubén Uría, Juan Gato e, incluso, Patricia Cazón), este señor parece que sólo busca protagonismo haciendo chiringuiterismo… El problema es que la prensa espectáculo no es del gusto atlético, salvo a los niños rata. Ahora será el madridismo el que disfrute del ínclito.

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