En cuanto vendan la sede genovesa ya se quitarán cierta losa económica, ahora que no hay dinero negro que utilizar para gastar como si fuera pólvora del rey, pero Pablo Casado se enfrentará a algo bastante peor: igual no le quedan votantes a su partido. Algunas personas se asombrarán de esta afirmación pues los datos del CIS y otras encuestas muestran que el PP se mantiene e incluso crece en estimación electoral. Cierto es. Como cierto que en las encuestas regionales parciales los datos son a la baja y en las elecciones que se han celebrado, salvo el fortín gallego, han bajado en votos y escaños de forma asombrosa. En Cataluña y País Vasco son casi fuerza extraparlamentaria, en Andalucía pierden votos y se muestran incapaces de hacerse con el chorro naranja de Ciudadanos y así por todas las autonomías.

Podrán decir, con cierta razón, que existe en ocasiones un doble o triple voto que diferencia entre voto autonómico, local y estatal. Pero como lo que marcan las encuestas son tendencias y no hechos se ve perfectamente la divergencia entre unas tendencias y otras. Si el PP estuviese en fase de ascenso lo estaría en todas las regiones no sólo a nivel estatal. Así ha sucedido a lo largo de la historia electoral. Un alcalde de un partido puede vencer por su práctica institucional y contra la tendencia de su propio partido pero eso no se ve reflejado en las encuestas generales hasta casi el comienzo de la campaña electoral. Es complicado, especialmente en regiones no secesionistas, que las personas hagan una abstracción de tendencias para diversas votaciones. Hasta que no llegan las mismas no cambia su percepción. De ahí que haya habido sorpresas numerosas a nivel autonómico y local respecto a lo que algunas tendencias demoscópicas decían.

Además, no estarían tan preocupados en el PP y sus satélites intelectuales de los pactos, acuerdos o cambios de sentido político. Esa intranquilidad que muestran. Ese mirar de reojo a la derecha. Esa ansiedad para refundarse junto a Ciudadanos. Todo es muestra que las encuestas que “venden” no son las que realmente manejan. Eso o que hay infiltrados dentro intentando que se hagan un harakiri. Tengan en cuenta que los demoscópicos tienden a sumar los indecisos por recuerdo de voto y otras consideraciones (no se desvelarán todos los secretos de cocina), la mayoría tendrá recuerdos del PP -o del PSOE por lógica electoral- y la asignación puede contener numerosos errores, como se ha visto en las recientes elecciones. Esto lo saben de sobra en el PP que se mantiene fuerte en ciertas regiones frente a Vox (como lo estuvo frente a Ciudadanos) pero que no las tiene todas consigo. Entre otras cuestiones porque en algunas regiones no está sabiendo aprovechar el poder institucional (autonomía o alcaldías y diputaciones) o porque tienen al frente a una persona completamente inútil, leal pero inútil.

Que Juan Manuel Moreno Bonilla no consiga llevarse los votos que pierde Ciudadanos –cabe recordar que pactaron con el PSOE y subieron- y que Vox le eche el aliento en el cogote es un claro indicador de ese poco aprovechamiento del poder institucional. Puede que lo hagan mal, pero estando en pacto con los demás de la derecha, no es normal que no obtenga réditos. Eso trasládenlo a lo estatal, porque se van creando dinámicas mentales, y no cuadran los números en la calle Génova. Saben demasiado bien que no les dan los números y rezan para que Pedro Sánchez convoque elecciones cuanto antes y así salvar el cuello como sea. Cada vez más la prensa de derechas, casi toda, no sólo está contra el PSOE (algo habitual) sino contra Casado y su equipo. Cada vez más tornan los columnistas y los editorialistas hacia las posturas voxistas (no en todos los aspectos del programa).

Fíjense que en las entrevistas de ayer a José María Aznar, por su efemérides de ganar las elecciones, no había titulares en favor del PP o de su dirigente sino todo lo contrario. Y no es culpa de Casado, más allá de sus incapacidades propias, sino de unas élites que están jugando a otra cosa y necesitan de una extrema derecha (que al fin y al cabo no les perjudica económicamente porque no son proteccionistas como Trump) que asuste para lograr vencer conciencias y tener entretenidas a las masas. Aznar es parte de esas élites de carácter global que apoyan a los extremos mediante la publicidad en sus medios de comunicación… hasta lograr sus objetivos y algunos matrimonios de conveniencia. A Casado le han puesto fecha de caducidad hasta que se dé el golpe en la mesa y se cambie la estrategia de la élite. Así la encuestas ocultan datos o se muestran incapaces de percibir el cambio subterráneo que las élites están produciendo (ya lo intentaron con el PSOE), pero cada día que pasa a Casado le van quitando votantes. ¿Cuántos? No se sabe a ciencia cierta, pero como se descuide se quedará sin ellos.

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