Cuando Pedro Sánchez eligió a Nadia Calviño sabía muy bien lo que hacía. Debía incorporar a su ejecutivo a alguien cercano a las posiciones de la Troika para poder adaptar todo el entramado económico a los designios de quienes tienen intervenida la economía española. Era conocedor de las tendencias de la ministra y lo que iba a hacer dentro del Gobierno. Por tanto nadie se puede extrañar que afirme que nada de revertir la reforma laboral que ha precarizado a la clase trabajadora, ni nada de alegrías presupuestarias, Ajustarse a los deseos de la Troika que no deja de ser la Comisión Europea (no elegida democráticamente), el Fondo Monetario Internacional (centro del neoliberalismo) y el Banco Central Europeo.

“Es poco productivo hablar sobre reformar o revertir reformas. Hay que trabajar en un nuevo Estatuto de los Trabajadores del siglo XXI [porque lo relevante hoy es] tratar de adaptar el marco a la nueva realidad y no dedicar la energía a estar constantemente volviendo a atrás y volviendo a considerar lo que ya se ha hecho” ha dicho la ministra en un acto de la Asociación de Periodistas de Información Económica. Critica a sindicatos y a la propia militancia del PSOE que lleva demandando muchísimo tiempo que se reviertan la reforma del PP que condenó a la clase trabajadora a la precariedad, a la miseria de trabajar y no conseguir llegar a fin de mes, a verse expuesta a la voluntad total del empresario. Eso no es pasado que ya no se puede tocar. Negar los convenios colectivos de sector, por ejemplo, significa que muchos trabajadores y trabajadoras de empresas pequeñas y medianas se ven condenados a no tener voz, porque son conscientes de que si levantan la misma van a la calle. Pero esto poco o nada le importa a la ministra salvo dedicar una palabra al Banco de España afirmando que si son pobres no pueden ahorrar las personas. No que haya que devolver derechos para que no sean pobres.

Todo lo dejan al nuevo Estatuto de los Trabajadores el cual deberá ser negociado en una mesa trilateral, es de suponer, pero bajo el auspicio de partidos tan de izquierdas como el PP, Ciudadanos, Vox, PNV, Coalición Canaria, JxCat o el conglomerado navarro. Parece que el nuevo Estatuto está en manos de la derecha, con la consiguiente campaña que hará el establishment dentro del PSOE, con la adición de los consejos de la ministra de la Troika. Será toda una suerte si en ese Estatuto no aparece que dar latigazos deja de ser delito y se tratará como una nueva forma de incentivar la producción. Intenta colarla la ministra, como ya ha intentado con la mochila austríaca o las pensiones privadas, para que no haya movilizaciones, para que los sindicatos no puedan hablar, para que los intelectuales se entretengan en otras cosas, para hacer gatopardismo al fin y al cabo.

¿Cómo va a adaptar un Estatuto de los Trabajadores a un trabajo que ya está empezando a ser realizado por robots y algoritmos? ¿Cómo va adaptarse el Estatuto si desde el PSOE y el Gobierno lo que prima es el emprendimiento que no deja de ser la autoexploración del trabajador? ¿En los trabajos más manuales como hostelería o la industria de cercanía qué tipo de adaptación debe realizarse si las camas las hacen (en su mayoría mujeres) como se viene haciendo desde hace siglos? El resto de la producción, incluso los servicios (en la India hay numerosos ingenieros haciendo el trabajo ya), están deslocalizándose y en España ¿qué tipo de empleo va a quedar? Hay que tener cara o mentir a sabiendas para pedir a los sindicatos que miren hacia el futuro cuando ni el propio gobierno, ni muchos empresarios, son capaces de apostar cómo será.

El eufemismo de la ministra haciendo ver que hay que adaptarse al futuro es más bien decir que los trabajadores perderán derechos, tendrán que aceptar lo que haya y sin rechistar y eso de tener desempleo o pensiones ya se verá. Y no es algo que digan en el Gobierno abiertamente sino que son las imposiciones que vienen de la Troika para España. Los países potentes quieren que España sea su zona barata en Europa para todo tipo de cuestiones. Un intermezzo cómico donde el realismo de la precariedad esté tapado con mucha ficción es lo que quieren para España. Atrapados como estamos en una deuda que nos han endosado un par de décadas de gobernantes inútiles y una banca quebrada, la única solución que ven para España es empleos medios y poco pagados. Si han aceptado los 900 euros del SMI es porque sigue estando lejos de los parámetros de las potencias europeas y el gran Imperio en descomposición. Y a todo ello ayudará Calviño que para eso es la infiltrada de la Troika.

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