La clave de la inestabilidad política que se está viviendo en España y que ya es indicada como el segundo problema por los españoles la tiene Iván Redondo. El asesor áulico de Pedro Sánchez ha acabado convertido en el camarlengo de todo el PSOE, quien ha robado la soberanía, a su vez cedida, a la Ejecutiva Federal y marca toda la estrategia y acción de Gobierno. Así gestiona todos los bienes del partido socialdemócrata, que en este caso son el programa de gobierno, la política (y su no-deliberación) y las consecuencias que sufren o agradecen desde la militancia. Cada movimiento del presidente del Gobierno o de las personas de la Ejecutiva es perfilada por el amo y señor del cotarro socialdemócrata.

Que el PSOE haya tardado seis semanas en presentar algo parecido a un documento de Gobierno (descontadas las cuatro por las elecciones autonómicas y locales) es clara muestra de la voluntad del camarlengo de intentar destruir al oponente que tiene por la izquierda y al que tiene por la derecha, aunque menos por ser más necesario en su cabeza. Criado a los pechos de Albiol y Monago, Redondo quiere que haya elecciones en noviembre para que su protegido pueda hacerse con un buen puñado de votos como le indican las encuestas que manejan en Moncloa. Sin calcular, eso sí, que podría haber desafección en la izquierda y quedarse a dos velas con un gobierno del PP recuperando terreno. De ahí que parezca que trabajara para Pablo Casado y no para el dirigente máximo del PSOE. Sí, podrá dejar a Podemos en mínimos, pero con el riesgo de habilitar al presidente del PP para llevar España adelante.

El riesgo de no valorar una segunda investidura, no vaya a ser que Sánchez obtenga el record de haber sido el político con tres perdidas, tal y como propuso Pablo Iglesias hace unos días si se rechazaba un gobierno de coalición con ministros de la formación morada, es debido a que en su cabeza Redondo piensa en términos de destrucción del enemigo. Algo que ha aprendido perfectamente en sus años del PP. Sin enemigo se vive mejor y se gobierna sin problemas y acordando lo que haga falta a derechas e izquierdas. Cuando haga falta un acuerdo más global se mirará a la derecha y se dirá que se tiene altura de Estado, cuando se quiera vestir al santo con el manto de la izquierda “posible”, para tapar algún regalo al establishment, se acordará con el mínimo que quede de la izquierda.

También en esta táctica pergeñada por el camarlengo está la necesidad de que Íñigo Errejón logre acuerdos y extender su partido por la geografía española. Están deseando en el PSOE que ocurra a nivel estatal lo que ha ocurrido a nivel Comunidad de Madrid porque le consideran un aliado preferente y domeñable. Como contamos aquí no han calculado que, salvo que se incorpore al PSOE al final, Errejón no tiene intención de acabar con el Podemos-Izquierda Unida sino acabar con el PSOE sanchista. Pero pedir a Redondo que haga un análisis más político y basado en los pensamientos de sus contrincantes es complicado, sólo domina la Teoría de Juegos y la comunicación en tiempos de política espectáculo. Algo que no ayuda en tiempos de crisis como se ha demostrado a lo largo de la historia y ahora, por su culpa y de otros cuantos (Rivera por ejemplo), es cada vez más palpable. Jugar a escenarios posibles, algo muy del gusto de los marketinianos, pero sin analizar las cuestiones desde la base es lo que tiene. Que muy probablemente el errejonismo sea como el canto del cisne porque en el resto del país no se dan las condiciones madrileñas.

Lo curioso es que el secuestro del PSOE por Redondo cuente con la aprobación de los pesos pesados de la Ejecutiva. Salvo algún “pero” ofrecido por José Luis Ábalos, el resto de los dirigentes de la socialdemocracia no han dicho ni esta boca es mía. Evidentemente muchos y muchas no se volverán a ver en un cargo así si cae Sánchez, pero los que llevan años de militancia y no son parte de lobbies o activistas de la nada deberían tener un poco de sentimiento de partido. Ver que no todo es el poder por el poder que es a lo que está jugando el camarlengo. Esto no implica que haya que ceder ministerios a Podemos, pero sí ver que las cosas se están haciendo peor que mal. No sólo a nivel imagen de la clase política sino de las verdaderas preocupaciones de la sociedad que no son las mismas, según parece, de las de esas autoconstituida vanguardia.

En todo esto, además, hay algo muy curioso porque Iglesias ya ha comunicado a sus compañeros y compañeras de partido que habría que ceder en la parte de los cargos, que no le parece mal en sí algún independiente de la cuerda morada, pero siempre y cuando, esto es importante, el PSOE firme a fuego las demandas más sociales de la formación morada. Esto es, la derogación inminente de la reforma laboral, la eliminación de la ley mordaza, el bono eléctrico, la regulación de los precios de los alquileres y alguna cuestión más. Justo lo que el PSOE ha rechazado en su propuesta de programa la cual la tuvo la prensa antes que el “socio preferente”. Y ahí está uno de los problemas de la estrategia, filtrar y fabricar noticias falsas respecto a Podemos (no ha pedido vicepresidencia Iglesias, por ejemplo), lanzar sus redes contra el dirigente morado acusándole de sólo querer cargos, mientras le pasan el último un corta y pega del programa del PSOE, eliminando para más inri las propuestas que eran más de izquierdas.

Y todo porque Redondo no quiere a Iglesias como socio en realidad sino sólo utilizarlo para conseguir la investidura al precio de dejarle fuera de todo, incluso lo programático. El PSOE ya sabe por boca de Casado que desde el PP ofrecen su apoyo a unos presupuestos del Estado futuro (así el pepero le da sopas con honda a Rivera), lo que agrada a la Troika y el pedido recorte de 15.000 millones de euros. Teniendo garantizados los dineros para un año o dos, el camarlengo no necesita a Podemos para nada, por ello hay que humillarle y dejarle como el gran criminal que ha provocado todo. Algo de culpa tendrá Iglesias sin duda pero la mayor carga recae en Redondo que está mirando a la derecha y a colocar como jefa del FMI a Nadia Calviño. Así reforzaría la imagen internacional de su protegido, sin importar tener secuestrado el PSOE o pactar la reforma del Estatuto de los Trabajadores con los representantes de la patronal.

Eso sí, la jugada que están rumiando en Podemos puede ser de órdago. Darle los votos sin nada a cambio pero situarse como oposición dura al Gobierno sin volverle a ceder un metro. Esto desmontaría la estrategia del camarlengo obligándole a pactar todo con la derecha, mandando al olvido el proyecto de partido errejonista, pudiendo llevar a cabo la fusión fría con Izquierda Unida y cuatro años, con una crisis económica que viene, de dura oposición por la izquierda. De esta forma Sánchez podrá ser un hombre de Estado pero la bandera de la izquierda la perdería por el camino. La posibilidad de estar en todas las manifestaciones y televisiones sin responsabilidad alguna con lo que ocurre en el Gobierno, por mucho que la clase dominante quiera acabar con Iglesias, es algo que no ha valorado Redondo quien sólo piensa en elecciones. Y las elecciones las carga el diablo o pueden ser negocio redondo para Casado, quien sin decir nada y estar callado podría verse en la Moncloa.

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