Pobre Pablo Casado, sus ocupaciones como político en ciernes y pelota de Esperanza Aguirre y José María Aznar le impedían acudir a clase. Y entre esas ocupaciones estaba reunirse con José Manuel Villarejo, el comisario corrupto que parece tener a toda la clase política de derechas en su mano. Por eso no podía ir a clase como los demás compañeros de Máster. No porque acordase, como otros políticos, que por su cargo debía tener el curso de postgrado por la cara (es curioso cómo se convalidan asignaturas de grado con postgrado cuando se supone que son más técnicas y/o específicas que las del título menor), sino porque tenía que comer con personajes siniestros. Sí incluidos sus compañeras y compañeros del PP que con Granados (el del volquete de putas), González (el comisiones) o Aguirre (la señora de las ranas) hacen una familia más tétrica que los Corleone.

Lo curioso es que la dudas y los cambios de recuerdo de Casado suenan y mucho. Tras hacerse conocido que había comido con el comisario, desde el PP afirmaron que acudieron más de 40 personas y que no estaba organizado por Villarejo sino que era un foro donde había jueces, políticos, periodistas y académicos. Luego, al rato, tal y como relatan en Público, las fuentes del PP rápidamente dijeron que era una conferencia pronunciada por Casado en el despacho Medina Cuadros Abogados en 2015. Y ¿quieren que vaya a clase con tanto trabajo? Pero vamos que en ningún caso se trata de algo como lo de la ministra Delgado.

Pues no señor Casado, no era una conferencia, ni nada por el estilo sino un encuentro privado y sin teléfonos para “hablar a calzón quitado” y entre jueces y políticos de todo pelaje (Óscar López y Patxi López asistieron a algunas de esas reuniones). Cierto es que se celebró en el despacho de abogados, pero no había más de 12 o 14 personas. No era una conferencia para escuchar sus supuestas excelencias intelectuales, que con tanta convalidación parece que no le sobran, sino para confraternizar con las cloacas del Estado. Con aquellos que en algún momento podían echar una mano en la judicatura o en el ministerio de Interior.

Y justo se reunió y comió con Villarejo cuando ya se sabía que Ignacio González le había pedido ayuda para tapar lo de su ático en Marbella. Así que Casado no puede argumentar candidez o inocencia. Como buen chico de Aguirre, y por tanto enfrentado a González, igual acudió a conocer de primera mano algún dato para contar a la jefa de las ranas madrileñas. Por ello debería dar explicaciones en rueda de prensa con preguntas, evidentemente, y si no quiere debería dimitir por los mismos motivos que aduce para la ministra Delgado. Porque sabiendo como sabía, o es muy tonto para no conocer lo que ya se veía en Madrid, ¿a qué acudió? ¿qué habló con Villarejo? Pero como es del PP y son amorales, vamos que carecen de cualquier componente ético en sí, no dimitirá.

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