Con la cantidad de disfraces que ha venido ofreciendo Pablo Casado desde que se hizo cargo de la presidencia del Partido Popular y resulta que el más sencillo, el que era esperable que tuviese, el que es más acorde con la supuesta ideología que dice defender, ese, justo, no lo tiene. Le han visto los españoles disfrazado, cual Mortadelo, de cocinero, de agricultor, de Mr. Plow (quitanieves), de catador de vinos, de investigador, de panadero, de ganadero, pero jamás se le ha visto vestido de patriota. Lo normal para alguien que se dice liberal-conservador es tener ese disfraz, además impoluto. Si se defiende el Estado-nación ese traje jamás debe faltar… pues miren ustedes, ese no lo tiene.

Con la crisis de Ceuta parecía que comenzaba bien, que sí se iba a poner ese disfraz, que estaba disponible en su armario. Habló con el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, para respaldar las acciones que tomase para solucionar el conflicto con el dictador alauí. ¿Qué tiempo pasó? ¿Media hora? ¿Una hora? ¿Un piscolabis que le sentó mal? Mientras en Moncloa confiaban en la palabra del dirigente pepero, el taimado urdía tras las bambalinas una jugarreta, ya clásica, para desprestigiar al presidente de España. Mientras Sánchez tomaba la decisión de acudir a Ceuta y Melilla para ver in situ cómo se desarrollaban las operaciones, el PP llamaba a sus cargos públicos y afiliados ceutíes para que a la llegada de los altos representantes se les insultase. No eran más de cincuenta y no es la primera vez que el PP hace eso –hace pocos días hicieron lo mismo en Granada-, pero le sirve para lanzar la imagen de que a Sánchez no le quiere nadie en España. Igual por envidia de que a él tampoco le quieren y por eso ha de filtrar que una vez en un restaurante del barrio Salamanca le vitorearon.

En la sesión de control al gobierno, Casado ha hablado de uno de esos famosos pactos que ofrece cada semana pero que nunca se sustancian en algo. Son pactos que sólo tienen el nombre ya que jamás explica para qué el pacto, sobre qué el pacto y en beneficio de quién el pacto. Así luego aparece y dice que él ya ofreció un pacto en política exterior que, como siempre, le rechazó el malvado presidente. ¿Sobre qué materias? Ni lo dijo, ni ayer tampoco explicitó las materias. Humo y solamente humo en sus palabras. Y luego lo remata con “Hay más lealtad en la oposición que en los socios de Sánchez que ha demostrado que le queda grande el Gobierno”. ¿Lealtad y se lanzó, por medio de sus redes sociales, a vituperar al presidente?

“El Gobierno de España debe garantizar de inmediato la integridad de nuestras fronteras y coordinar con Marruecos la devolución de los inmigrantes a su país” dijo al poco de conocerse la situación. La integridad territorial nunca se ha visto desprotegida y los inmigrantes han sido devueltos inmediatamente, incluso algunos se han vuelto por su propio pie al ver cómo estaba la situación. Si el gobierno ha hecho lo que él pedía ¿a qué vienen las críticas en medios de comunicación de él y sus edecanes? Igual quería utilizar armamento o construir un muro como ha dicho el cavernícola que no ha hecho la mili. La verdad que en cuanto Estados Unidos ha dicho que apoyaba al dictador alauí, esto es, a Marruecos, Casado se ha achantado y ha pasado a otro tema agachando las orejas. Lo que no ha querido contar es que hace poco se reunió con dirigentes de partidos marroquíes que piden la anexión de Ceuta y Melilla, justo antes de la jugada. ¿Le contarían antes lo que iba a pasar? Una duda que jamás se resolverá, pero que deja bien a las claras que en situaciones donde se necesita a un patriota (coronavirus o conflicto con Marruecos), él sólo busca la ganancia electoral.

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