Según adelanta El diario, siempre bien informado en cuestiones podemitas, el ministro de Universidades, Manuel Castells, se marcha y deja el gobierno. No verán a las masas llorando delante del ministerio. Ni a los diputados de Podemos-Izquierda Unida-Comuns-Frente Amplio-y arriquitaun rasgarse las vestiduras. Ni a su amigo Pedro Sánchez prestar la más mínima atención al asunto, más allá de colocar a alguien en su puesto.

Ha habido ministros insulsos a lo largo de la historia española, pero ninguno ha llegado al nivel de Castells. Fue empeño de Pablo Iglesias colocarle como cuota de Ada Colau y ahora estarán juntos en la Universidad privada de la pareja del ministro contándose sus penas y alegrías. ¿Quién le iba a decir a Iglesias que acabaría trabajando para Castells sin gloria alguna detrás de ellos?

Poco tiempo pero suficiente para destrozar lo público de la Universidad

Ha estado poco tiempo el ministro. El suficiente para destrozar lo poco que de público quedaba en la universidad española. Ni ha reformado la locura que es la investigación –en Ciencias Sociales cualquier estupidez o reiteración es casi válida-, ni ha reformado la ANECA –nadie sabe a ciencia cierta cuáles son los requisitos mínimos-, ni nada que sirva para salirse de los estándares impuestos por cuatro o cinco grupos editoriales y empresariales al resto del mundo.

Viniendo de la costa oeste de EEUU lo normal es que siguiese la lógica estadounidense, la cual no tiene por qué ser adecuada para la Europa. Las magufadas, las tonterías acientíficas y la corrección política campan a sus anchas por las aulas españolas atentando contra la constitucional libertad de cátedra. Profesores que son administrativos cualificados, doctores en el paro casi en el 10% y el señor Castells echándose la siesta.

Un prestigio arruinado en poco tiempo

Para haber estado poco tiempo, la verdad es que el ministro Castells ha arruinado el prestigio que tenía de su etapa anterior. Salido de los pechos de Henri Lefebvre, pionero de la sociología urbana en España y gran pope del progresismo de las redes sociales, hoy, en España al menos, es considerado un cualquiera. Ni ha demostrado sapiencia, ni ha demostrado… algo. Cualquier cosa.

Claro que casi es mejor tener un ministro de las siestas que lo que puedan llegar a poner. Cualquier tipo con ganas de ponerse medallas y estropear aún más las cosas. Porque Podemos exigirá que el ministerio no sea asumido por Educación (lo normal) y querrán poner a otro brilli-brilli o algo peor, son capaces de poner a Pisarello. No se asusten que han elegido a Joan Subirats… a ver lo que tarda en arruinar su prestigio (al menos en algunos círculos).

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