El fantasma del conflicto catalán sobrevuela la limitación en el número de hectáreas de cultivo que quiere imponer el Consejo Regulador del Cava. La mayoría de fabricantes catalanes que componen el mismo indica que podría ser todo un contragolpe al (no)existente “veto al producto catalán”. Esta pretensión de limitar las zonas productivas ha provocado clamor en las Comunidades de Valencia y Extremadura, en concreto por las producciones de Requena y Badajoz.

Ximo Puig ha querido hablar con los responsables del Ministerio de Agricultura para que esta limitación no se lleve a efecto. A su entender esto “es una cuestión muy grave, que pone en riesgo la economía local de toda la comarca y, por tanto, de la Comunidad Valenciana”. Entiende el valenciano que la producción, que ya se eleva hasta los siete millones de botellas, no puede frenarse. Que la buena acogida del cava valenciano no debe tener límites. Además, en una producción que se exporta en casi un 60%. Por tanto, no piensa permitir que “justo en el momento que el cava valenciano está recogiendo grandes éxitos gracias a la calidad de producción, se frene y se limite la expansión”.

En el mismo sentido se ha expresado Guillermo Fernández Vara. Desde hace años en Badajoz poseen la Denominación de Origen de Cava y la producción ha ido en aumento año tras año. No llega a los siete millones de botellas de la producción valenciana, pero se sitúa por encima de los dos millones de botellas al año. Por eso, entiende el presidente extremeño que, justo ahora que el cava extremeño comienza a tener una calidad innegable, no se puede frenar la ampliación de producción mediante nuevos terrenos de cultivo. Tiene claro Fernández Vara que, en pocos años, Extremadura podría situarse en más de diez millones de botellas anuales con enorme calidad. Así, también va a solicitar que la propuesta del Consejo Regulador no avance.

Ni Puig, ni Fernández Vara quieren creer que esto se deba a un veto catalán sobre los demás productores, sino algo más relacionado con la calidad y el aumento de la productividad de las nuevas regiones. Al menos no quieren ver esa mano negra detrás de la propuesta. Es más Fernández Vara aboga por que no exista ningún tipo de veto a los productos catalanes, ya que se nutren de los producto primarios derivados de otras comunidades autónomas. Por lo tanto, vetar a los productores de cava no catalanes cuando no suponen ni el 25% de la producción, carece de sentido.

Este año en el primer semestre del año ya se había vendido 100 millones de botellas de cava, de las cuales más del 60% se deriva a la exportación a otros países. Más de 48 millones a los demás países de la Unión Europea y 20 millones a otros países. Estos datos reflejan que no cabe ni competencia desleal, ni competencia extrema contra el cava catalán. Por ello sigue siendo inexplicable la pretensión del Consejo Regulador.

Incluso el presidente de Freixenet, José Luis Bonet, ha solicitado a sus colegas que mejor que intentar limitar a sus competidores, lo mejor que pueden hacer es trabajar para mejorar sus productos y sus ventas. Tanto en el interior como en el exterior. “Todo el mundo ha de poder desarrollarse y competir” ha puntualizado Bonet. Para explicar este proceso de mejor forma, nada mejor que recordar las pegas que se pusieron a las bodegas de La Rioja o de Aragón y luego no pasó nada. Todos salieron beneficiados.

Desde luego nadie quiere reconocer el veto catalán, pero sobrevuela en la decisión que el Ministerio de Agricultura deberá afrontar antes del 12 de diciembre. Si la incidencia de las bodegas no catalanas en la producción total de cava no llega ni al 20%, ¿por qué limitar las zonas de producción? Y más cuando la mayoría del cava se exporta al resto del mundo. Recuerda a épocas pretéritas donde también se pedía el veto a los paños ingleses en beneficio de una más cara producción interior. En un mercado global, como dice Bonet, hay espacio para todos.

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