Foto: SOS Mediterranee

Desde junio de 2018, España recibe cada vez más inmigrantes, lo que ha provocado un desbordamiento en las instalaciones de recepción. Algunas ciudades  como Algeciras, administradas localmente por el Partido Popular, se muestran menos cooperativas. Desde el desembarco del Aquarius en Valencia, el presidente Pedro Sánchez se mostró dinámico y pragmático. Sus viajes a Europa y la gestión rigurosa del flujo migratorio empiezan a dar sus frutos. La Unión Europea brinda ayuda significativa a España, Alemania está dispuesta a cooperar e incluso Francia, conocida por su política fronteriza proteccionista, se ha unido al grupo para resolver conjuntamente la crisis migratoria. A nivel nacional, las comunidades autónomas españolas son cada vez más interactivas y ofrecen servicios de alojamiento a los inmigrantes para aligerar la carga a Andalucía.

La UE no puede seguir con su «política del avestruz». Es urgente proporcionar a los países del Magreb recursos sustanciales necesarios para la gestión de la migración y crear gigantescos polígonos industriales en África, capaces de retener a los migrantes en sus países de origen

Los miembros del Gobierno español hoy están más activos que nunca; el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, multiplica contactos y declaraciones para convencer a la opinión pública española y europea de la necesidad de actuar conjuntamente. Argumentando que el continente europeo necesita sangre nueva y defendiendo una política migratoria europea más respetuosa con los derechos humanos. El nuevo Gobierno socialista está convencido de que España se encuentra por debajo de las previsiones de la Comisión Europea. Por ejemplo países que acogieron más migrantes como Finlandia, Irlanda y Letonia apenas han superado el 50% de las previsiones europeas. Dentro de Europa, España es el país donde la extrema derecha tiene poco peso, hay menos delincuencia, menos xenofobia y más seguridad. Según la encuesta realizada por Networking Service InterNations, España es un país donde hay mejor calidad de vida en las ciudades y habría más oportunidades de trabajo en el campo. España tiene ahora un Gobierno socialista, el idóneo y apropiado para crear proyectos estructurados de gran escala que necesitan una masa de mano de obra, como fue el caso en Alemania, Grecia,  Islandia y Portugal. En España no son los proyectos lo que faltan, la reforestación de bosques devastados por los recientes incendios, creación y mantenimiento de cortafuegos, plantación de árboles en decenas de miles de kilómetros cuadrados de tierras áridas en Castilla la Mancha y Extremadura. Decenas de miles de viviendas colectivas inacabadas, aldeas y pueblos vacíos en el norte de España, etc. Son todos proyectos e ideas útiles para España y permitirían absorber hasta 100.000 migrantes jóvenes trabajando durante años.

La imprescindible cooperación con el Magreb

Con respeto a sus relaciones con estados vecinos del sur, el Gobierno socialista español debería corregir el tiro. Dando más importancia a la cooperación Mediterránea Norte-Sur que nació de la Conferencia de Barcelona de 1995. En cuanto a la crisis migratoria, sin esperar que la idea provenga de la canciller alemana Merkel, es imprescindible coordinar la cooperación, particularmente con el “aliado estratégico” Marruecos y con todo el Magreb. A nivel de la UE, mejor afrontar la crisis migratoria con una visión positiva de conjunto de Estados directamente implicados y no con la mirada aislada de algunos arrogantes miembros de la OTAN o de la Unión Europea. Los países subsaharianos y El Magreb forman parte de la crisis y no pueden ser ajenos a los acontecimientos. La experiencia ha mostrado que Túnez, Argelia, Marruecos tienen personal equipado y eficaz en materia de lucha contra la migración clandestina, así que los países originarios de migrantes africanos son excelentes conocedores del terreno y las delegaciones de estos países deberían participar en reuniones sobre la crisis migratoria en el Mediterráneo. Cualquier solución europea unilateral de creación de centros selectivos de migrantes en África del Norte o al norte de los países del Sahel, que no refleje las causas de la crisis y de la guerra, está condenada al fracaso. La Unión Europea no puede seguir con su «política del avestruz». Es urgente proporcionar a los países del Magreb recursos sustanciales necesarios para la gestión de la migración y crear gigantescos polígonos industriales en África, capaces de retener a los migrantes en sus países de origen. De otro modo toda Europa estaría amenazada por una invasión increíble y otros riesgos. Una invasión parecida a películas surrealistas de Hollywood o a las descripciones de horror que está presentando la extrême derecha italiana.  Están allí los ingredientes de las amenazas, por increíble que suene.

Para concluir, creer que los jóvenes africanos o los magrebíes quieren viajar a Europa a toda costa es una falacia fomentada por unos medios de comunicación. Al actuar de manera objetiva y transparente de amplio consenso, la UE acogerá en el futuro a migrantes legales elegidos para trabajar y vivir dignamente en el «viejo continente europeo», como se hacía en los años sesenta en los países desarrollados europeos. Así, la Unión Europea no tendrá que soportar migrantes falsos o extremistas. El reto que debería ganar el Gobierno socialista español es convertir a España en el país anfitrión más honorable de inmigrantes dentro de la Unión Europea. Una meta a su alcance salvo en caso de fuerza mayor.

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