Otra cosa no, pero es llegar el equipo a Los Ángeles de San Rafael y comenzar la afición atlética a sacar su lado sádico. No hay cosa que más morbo acabe dando que ver sufrir como auténticos cabrones a los jugadores rojiblancos en la famosa cuesta o rampa del profe Ortega. Se analizan las caras, casi todas desencajadas, de los jugadores al finalizar el ejercicio. Se cataloga al preparador físico de auténtico marine. Y luego lo de siempre…

Nos acabamos cagando en la madre que parió al profe cuando llegan las doscientas lesiones de todos los años. Cierto que hay jugadores que ya de por sí son blanditos y se lesionan cada dos por tres (Giménez, por ejemplo). Lesiones musculares, claro, no los tobillos reventados de João Félix. Pero las críticas llegarán cuando ahora nos encanta verles pasarlas canutas. Somos así y hay que querernos de esta forma. En el Atleti no hay pociones mágicas de sospechosos italianos o raros alemanes.

Luego tras verles sufrir ya prestamos atención a las alineaciones que plantea el Cholo Simeone. Sirven para poco más que jugar a adivinos porque luego todo puede cambiar… O no que con el Cholo nunca se sabe. Que si Witsel ya es titular; que si debe estar Kondogbia; que si Koke encaja mejor con Carrasco; que si el amigo no se cae de los titulares; que si Morata sigue con el punto de mira desviado; que si el chaval del filial será el lateral derecho…

Ya se nos han olvidado hasta los posibles fichajes. Más por constatación de que no va a venir nadie de los que dicen en los medios. Entre otras cosas porque si lo que dicen es verdad, parece que al Atleti también le inflan los costes. De hecho la prensa contó que Celik costaría 14 millones y ha sido vendido por 8. Bueno con esto de los costes siempre hay sospechas por cosas del pasado, pero parece que sí. Porque N. Molina no cuesta 20 millones, ni Emerson tampoco.

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