En el acto inaugural de la XXVIII Cumbre de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno que se celebra en Santo Domingo, se hizo un análisis certero del escenario mundial que afecta directamente a todos los países que participarán en dicha reunión multilateral.

Además de los puntos marcados en el programa, y que han sido analizados en Diario16 en los días previos, hay otros elementos globales que tienen un impacto directo tanto en Latinoamérica como en los países europeos representados en la Cumbre, es decir, España y Portugal. Uno de ellos es la crisis financiera mundial, que se ha sumado a la energética,  además de la reversión democrática con la llegada de los populismo y, relacionado con esto, la obligación de los mandatarios de aplicar modelos de gobierno que se centren en las solucionar los problemas reales de la ciudadanía.

En este sentido, el presidente de República Dominicana, Luis Abinader, fue claro y contundente durante su discurso en referencia a las políticas públicas y su relación con la economía: «urge repensar un sistema financiero global más justo, que nos permita invertir para crear las bases de un desarrollo económico verde, equitativo y duradero».

En medio de un escenario mundial donde se ha despertado una crisis financiera provocada por la falta de una regulación justa y efectiva al sector bancario, las palabras de Abinader son un llamamiento a algo que es de sentido común: desde la Cumbre Iberoamericana se debe crear un frente para crear un sistema financiero justo que incardine los beneficios económicos con el bienestar de la ciudadanía, que no se centre en la mera obtención de beneficios mientras se están destruyendo millones de puestos de trabajos en pos de una reducción irresponsable de costes a costa del empleo y el bienestar de las familias de clase media y trabajadora.

Por otro lado, Abinader también hizo un análisis certero de la situación política actual en la que los sistemas democráticos están en serio peligro de ser asaltados «por una polarización avasallante del debate político y una insatisfacción creciente con la calidad de la gobernanza democrática, escenario en el que florecen los discursos extremistas y la sombra amenazadora del autoritarismo».

En España, por ejemplo, esta semana se pudo ver cómo la antipolítica asaltaba el Congreso de los Diputados. Todo ello tiene un único origen: las políticas erróneas que ponderan los resultados macroeconómicos frente al bienestar del pueblo. De eso se aprovechan los populismos que utilizan anécdotas para crear entre la ciudadanía alarma y una sensación de crisis nacional. La desafección y el hartazgo de las clases medias y trabajadoras crean un terreno propicio para que determinados discursos oportunistas cobren fuerza y alcancen el poder.

Por esa razón, Abinader señaló que «sólo con resultados concretos, basados en amplios consensos nacionales, es posible desarticular el extremismo que pone en peligro las democracias». Para apuntalar esta afirmación, no dudó en reclamar a sus homólogos que rebasen el límite del discurso político con medidas que mejoren la calidad de vida de la ciudadanía, es decir, lo que él está haciendo en República Dominicana con su nuevo estilo de gobernar.

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