Algo le han debido decir desde el Ibex-35, o sus encuestas internas se lo indican, pero Albert Rivera y su gente vuelven a virar el rumbo ideológico. No pasa nada pues el cuñadismo ideológico, o populismo del sistema, acepta cualquier componenda. Una vez más la formación naranja busca el centro. Ese espacio político inexistente que adoran todos los moderados (de izquierdas o derechas), pero que no deja de ser un falso ídolo de la tribu. Un no-lugar que simplemente sirve para justificar las renuncias ideológicas de cada élite de partido en ese hipotético eje derecha-izquierda. Rivera es un no-lugar en sí mismo pues el cuñadismo ideológico es capaz de absorber desde la extrema derecha hasta la socialdemocracia (aunque hoy queda poco de eso en Ciudadanos como dijera hace poco Carolina Punset).

Después de unas semanas peleando con Pablo Casado y Santiago Abascal para ver quien tenía más grande la derecha, parece que en Ciudadanos han recibido un aviso. No sólo por parte del Ibex-35, quienes saben que una derecha muy extrema deja todo el campo a la socialdemocracia y la izquierda radical, sino porque la moderación de buena parte del electorado de derechas tiene sus frutos. El presidente del PP se ha lanzado al monte sin propuestas y con un mensaje neofascista o iliberal, más cercano a Steve Bannon que a Angela Merkel, y Ciudadanos ya no quiere competir a ser más cafre que nadie. Incluso esta semana, en su pregunta al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, logró enmudecerlo con algo muy normal, si va o no a apoyar indultos a los presos catalanes del procès. El discurso clásico de Rivera, quien necesita un ambiente caldeado, pero sin poner en perjuicio el propio sistema. Tanto como para que hoy en día la institución monárquica esté más cuestionada que nunca y los empresarios sean vistos como verdaderos explotadores, egoístas y aprovechados. Lo que son, sin duda, pero que no gusta que se vea.

¡Cuánto se estará arrepintiendo Rivera del acto en Alsasua! Él que quería responder al apoyo que la Guardia Civil le está prestando en redes sociales y para decir sus cosas contra los fueros y el españolismo, y resulta que tanto PP como Vox se le unen al acto para añadir más leña al fuego. Rivera quería sus propios heridos, su prueba de sangre etarra, y ahora resulta que se lo van a quitar los competidores de extrema derecha. Incluso algún periódico, que sólo sigue las pautas del establishment como El Independiente, habla de proetarras y respuesta violenta cuando la provocación surgió de Rivera y su alegre muchachada naranja. Ya no puede desconvocar pero le han chafado el acto. Si está muy lleno, dirán los demás que son los que han logrado llenar, y si no va nadie la culpa será de Rivera que no tiene capacidad de atracción de las masas en la lucha por el españolismo.

Todas estas cuestiones, más las elecciones andaluzas donde esperan dar el sorpasso al PP, como ya están dando en algunas encuestas, han provocado un nuevo giro hacia el centro. Un giro como se observa en los elogios, no sentidos ciertamente, de Inés Arrimadas al PSOE de Andalucía. O como permitir que el Techo de Gasto pueda ser debatido en el parlamento. Nada de lo que ha hecho esta semana Ciudadanos ha sido estrambótico, fascistilla o demasiado cuñadista. Es un giro a la moderación para ganarse al electorado moderado de la derecha e ir a por Sánchez. Porque saben que al dirigente socialdemócrata pueden robarle una cantidad de votos por su derecha. El apoyo a los autónomos por la subida de las cotizaciones para el año que viene, por mucho que prometan el maná para 2020, además un grupo al que siempre han querido representar, o el retorno al discurso contra la corrupción, la connivencia de los distintos poderes, o la alianza sanchista-populista son temas que sí calan en el electorado que pretenden captar.

Incluso la noticia sobre el intento del PP en Andalucía de quitarle a su candidato por Málaga, Javier Imbroda, es un filón de votos. Dejan al PP con una imagen de inutilidad, de falta de personas (de proyecto ya se sabe desde hace años) y supone una patada en la cara de Elías Bendodo, presidente del PP malagueño, quien no tiene arrestos para ponerse él según parece. Esto, que es anecdótico y local, marca claramente que la senda no sólo de los mediático, sino de ese giro al centro. Permite que aumente el techo de gasto porque saben que tendrán que gobernar en algunas comunidades y necesitan de ese dinero para actuar, pero a la par queda bien ante un electorado moderado que no entiende que no le puedan atender bien en un Hospital porque a un señor de Madrid le apetezca.

Un giro al centro que huele a pactos futuros entre Ciudadanos y PSOE. Ni la extrema derecha de Casado, ni la radicalidad de Iglesias parecen haber gustado al establishment. A Susana Díaz le ha ido de maravilla, como a los empresarios andaluces, con esa unión Cs-PSOE, por lo que no es descartable que, bajo la unión europeísta, lo que se esté fraguando es un pacto a futuros entre ambas formaciones políticas. Sánchez es un moderado y Rivera lo puede llegar a ser si se lo mandan. Estas disputas ideológicas, estos extremismos que han despertado en las derechas y que está alimentando a las izquierdas paradójicamente, no gustan en la plutocracia que manda en la oscuridad. El giro al centro sirve para dejar todo el extremo fascista a Casado, por un lado, y jugar la baza moderada de gobierno entre Rivera y Sánchez, por otro. El cuñadismo ideológico puede servir para gobernar con apoyos socialdemócratas o neoconservadores/fascistas (según el estado de ánimo del PP), pero en el bloque en el poder prefieren lo naranja-rosado. Lo moderado para la ciudadanía y el beneficio para los de siempre. De hecho si se fijan en las encuestas, la unión de ambos partidos está a pocos escaños de la cuadratura del círculo. El Ibex-35 ha ordenado moderación y Rivera se ha puesto a ello.

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