Si algo destaca en la capacidad de David Vidal como entrenador de fútbol es la motivación. Para motivar a jugadores, que podrían ser considerados “pequeños”, este genio gallego-gaditano es único. Habla claro, cortita y al pie en su relación con ellos. Un Lorca que, a pesar de estar colíder en su grupo de Segunda División B, iba hacia abajo fue cogido por Vidal para lo más complicado. Ganar el grupo IV  y poder aspirar a ascender por la vía de los campeones. El Albacete tendrá otra oportunidad, pero el Lorca ya es equipo ascendido.

Cádiz, su querida Cádiz, fue quien le dio la oportunidad de estrenarse como entrenador de élite. En los años de Mágico González, destacaba en la banda por su oficio y locuacidad un entrenador que hablaba gaditano con acento gallego. Allí comenzó Vidal una vida dedicada al banquillo con sufrimiento. Porque sufrimiento es lo que ha pasado Vidal siempre. Salvo las dos temporadas que logró que Las Gaunas vibraran como nunca con el Logroñés, siempre se las ha tenido que ver con descensos de categoría. La gran injusticia, todo hay que decirlo, se produjo en Murcia cuando salvó al equipo de bajar a Segunda B y al año siguiente (2002-2003) lo ascendió a Primera prescindiendo de sus servicios.

Ha sido de nuevo en tierras murcianas cuando ha destapado el tarro de las esencias para llevar al equipo lorquino a la categoría de plata del fútbol español. Después de dar las gracias a sus jugadores, a los que siempre trata de defender en las buenas o en las malas, ha expresado que gracias al Lorca se ha reencontrado con el fútbol, ese que “nunca tenía que haber salido”.

David Vidal ejemplifica ese entrenador de ladrillo y hormigón armado, de ducha fría y banquillo roto que tanto existe en nuestro fútbol. El oropel queda para muy pocos y son los entrenadores como él los que dignifican la profesiones. Meses sin cobrar (como le ocurrió en el Xerez) pero ilusión con sus muchachos por disfrutar de lo que es un deporte y nada más. Eso sí, temperamento todo. Aunque no es de esperar que aquellos gritos en el banquillo de “negro corre” fuesen hoy bien vistos por lo políticamente correcto.

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