Cuenta la historia que Franco fue elegido jefe de Estado durante una reunión de los altos mandos militares sublevados el 21 de septiembre de 1936. El lugar que los conjurados escogieron para darle al dictador golpista el título de Generalísimo fue uno de los barracones del aeródromo de Salamanca, habilitado en una finca propiedad del ganadero taurino Antonio Pérez Tabernero. Todos los generales reunidos allí votaron a Franco excepto Cabanellas, que se abstuvo y que más tarde dijo aquella frase para la posteridad de “ustedes no saben lo que han hecho […] Franco va a creerse que España es suya y no dejará que nadie lo sustituya en la guerra ni después de ella, hasta su muerte”.

Hoy, cuando la ultraderecha cierra filas para organizar una nueva ofensiva nacional, otro empresario de apellido no menos taurino, en este caso Bertín Osborne, ha hecho las veces de mesonero para Casado, Rivera y Abascal, los tres líderes que pugnan por el caudillaje de España. Quién de ellos será el elegido es algo que solo el tiempo lo dirá. Pero de momento Bertín, como en su día hiciese aquel empresario taurino del 36, ya ha cedido amablemente su dacha para la conspiración de las derechas que se avecina. Finalmente ni Pedro Sánchez ni Pablo Iglesias asistieron al programa (con buen criterio, ya que aquello parecía más un homenaje al franquismo que un programa de televisión). No hubiesen pintado nada los líderes de la izquierda en un talk show gastronómico entre colegas ultras donde solo faltaba la bandera del pollo como mantel y Bertín arrancándose a la guitarra con una versión ranchera del Cara al Sol. Finalmente, como era lo lógico, los tres tenores del facherío hispano estuvieron a gustito, en su salsa, sin ser molestados por rojos-separatistas que hubiesen aguado una fiesta íntima. Es por eso que las entrevistas perdieron interés, frescura, sinceridad. Un programa donde la pregunta más incómoda que formuló el macho presentador fue qué vino había gustado más a los comensales no pasará precisamente a la historia de la televisión.

Si Franco firmó con Hitler el ‘pacto de Berlín’, la nueva ultraderecha española ha firmado el ‘pacto de Bertín’, y lo que el cantante ha unido para siempre que nadie lo separe. Pero más allá del bodrio telecinqueño de Mi casa es la tuya, quedará para la historia que el popular presentador haya cumplido a la perfección su papel de relator en este gran acuerdo de las derechas de cara al 28A. En realidad, el programa ha servido para que los tres líderes soltaran unos cuantos chascarillos sobre Pedro y Pablo y poco más. Sin embargo, entre pincho de tortilla y lingotazo de Rioja, los candidatos dejaron algunas muestras de la España que quieren refundar tras su cruzada electoral.

Casado insistió en la bajada de impuestos, esa gallofa que ni él mismo se cree ya, y aprovechó para dar la matraca otra vez con Cataluña. El líder del PP es como Torra pero a la inversa: cuando se ponen a cascar el argumentario a palo seco no hay un dios que los soporte. A modo de conclusión podría decirse que se le vio más suelto tocando el bajo en El Hormiguero que de chupitos con Bertín. Y es que para venderle una moto a los españoles nadie como Pablo Motos.

De Rivera interesaba más bien poco lo que dijera −como buen veleta naranja, en el mismo día puede mantener una cosa y su contraria, de ahí que no merezca la pena perder el tiempo con él− y el personal solo esperaba el momento prime time en que Bertín le sacara algo sobre su supuesto affaire con Malú. Al final, el líder de Ciudadanos no soltó prenda sobre su rollo con la cantante y se fue por los cerros de Úbeda, dejando una de sus ambiguas generalidades que ni fu ni fa: “Estoy orgulloso de vivir en un país donde la gente es libre, vive con quien quiere, rehace su vida con quien quiere, se acuesta con quien quiere, se casa o no se casa…” Otra decepción de Riverita. Otro titular soso para alguien a quien se pretende comparar con José Antonio.

Sin duda, el que estuvo más fiel a sí mismo fue Abascal. Insistió el líder de Vox en el derecho de los españoles a llevar una pipa en el sobaco, como en el Far West, y en lo del supremacismo feminazi que tiene a millones de mujeres de este país en pie de guerra. “Me ha dolido que digan que justificamos el maltrato contra la mujer y que amparamos a los maltratadores… Estoy seguro de que me cruzo por la calle con mujeres que piensan eso de mí porque es el mensaje que les han lanzado”, dijo para justificar su ideario patriarcal. “Yo soy un hombre casado con una mujer y creo que ella tiene los mismos derechos que yo”, sentenció con su habitual tono macho. Finalmente Bertín, ya en pleno compadreo con el candidato que parece hacerle más tilín, le soltó el típico chistecito de comunistas que está bien para una quedada de antiguos activistas de Cristo Rey pero algo incorrecto en un programa de televisión: “¿Qué harías si te sale un hijo de Podemos?”, le preguntó con sorna, como si el podemismo fuese una enfermedad hereditaria. A Abascal casi le da un parraque y poco le faltó para responder: un par de hostias y un pico y una pala.

Curiosamente, los tres candidatos se definieron monárquicos, ninguno sacaría los huesos del patriarca Franco del Valle de los Caídos y todos arden en deseos de entrar a saco en Cataluña. La historia recordará algún día que el ‘trifachito’ selló su alianza en casa de Bertín, entre tintorros y chistes malos de rojos, tal como ocurrió con aquel ganadero taurino que puso el barracón a los franquistas en el 36. Y es que hoy los golpes de timón se dan así, en la tele, a lo tonto, ante millones de espectadores y en medio de juergas, risas y bromas.

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