Pedro Iglesias y Pablo Sánchez llevan más de dos meses con su peculiar pelea de gallos.

No, no existe un error en este cometario. No ha habido un intercambio inocente de nombres o apellidos, porque está escrito intentando reflejar lo que al autor inspiran estos dos personajes, estos chavales llegados recientemente a la política actual y que durante dos meses están consiguiendo aburrir hasta al acomodador.

Porque en realidad ambos ocupan el mismo lugar en el relato de este tiempo, el de perro del hortelano, que ya se sabe que ni j.., ni deja j…O quizás en su caso haya que cambiar la negación por afirmación, porque es lo que están consiguiendo en concreto a la izquierda.

Por lo que se palapa en la sociedad da la impresión de que más allá de los incondicionales, algunos incluso palmeros, que existen en ambas formaciones, PSOE y Podemos, el resto de la ciudadanía, especialmente la que se siente de izquierdas, o simplemente progresista, se encuentra ya un poco harta del espectáculo que nos están dando. Ellos y sus adláteres.

Ignoro si las gentes que les asesoran pasean por las calles, participan de las charlas de bar, o en la carnicería, peluquería, o en las cenas de amigos, pero les recomendará que bajaran de su torre de marfil y se dieran una vuelta por abajo.

Al principio parecía que era el juego típico de cualquier negociación que se precie, pero con el paso del tiempo está se ha ido pareciendo a una guerra de gallos, que generalmente acaba sin plumas y cacareando.

Esto tendría gracia si no estuvieran jugando con el futuro de 46 millones de españoles y más concretamente con los 11 que les apoyamos el pasado 28-M. Una fecha cercana pero que vista desde hoy parece remota.

¿Cómo puede acabar esto? Pues visto desde el un instante antes de escribir esta reflexión tenía toda la pinta que con elecciones anticipadas el próximo 10-N. pero de pronto la tarde del viernes todo cambió. Antes de llegar a ese momento seguir con la reflexión previa.

¿A quién podría beneficiar este adelanto electoral? Algunos “asesores” de la nada susurran al oído del caballo-líder socialista, como en la gran película de Robert Redford que por cierto no tiene final feliz, que a ellos. Bueno más concretamente a él que es donde parece estar situada la cuestión. Tezanos y su CIS así lo ha asegurado cerrando definitivamente el círculo para la decisión.

A partir de ese instante la psicología del gallo socialista engordó convirtiéndose en pavo real y como consecuencia choca frontalmente con el supuesto socio, que no acaba de ver la que se le viene encima ese fatídico 10-N y como consecuencia el choque de trenes estaba dispuesto.

Lo que no acababan de comprender ambos es que todo choque de trenes acarrea sufrimiento, muertos y heridos en ambos además de terminar de manera abrupta el viaje a ninguna parte. Mientras, otros como PP, Cs, y VOX observan pacientemente sentados en sus mecedoras ver pasar el cadáver de sus contrincantes.

No es casual el perfil bajo que especialmente Casado está teniendo los últimos días. No le hace falta llevar la iniciativa porque Sánchez e Iglesias le están haciendo el trabajo sucio. Mientras PSOE y Podemos se desangran en ese choque suicida, el PP se recupera a marchas forzadas sin mover un solo músculo.

Si al final llegan a acuerdos con Cs y VOX en Murcia y Madrid como parece probable, su imagen saldrá fortalecía ante una ciudadanía cansada de la bronca de la izquierda. Se verían como gente seria que es capaz de llegar a acuerdos incluso dejando “pelos en la gatera”.

Pero además ese 10-N podría darse dos circunstancias más. Que se llegue con un electorado de izquierdas desgastado por la lucha fratricida, dando lugar a un incremento notable de su abstención y que lleguemos a ella con la operación Navarra suma trasladada al ámbito nacional.

O sea que la positiva experiencia puesta en marcha por la derecha en Navarra de sumar UPN, PP y Cs, que le permitió pasar de 17 a 20 parlamentarios, exportarla al ámbito de todo el estado.

Podría ser con una España suma, o como parece más probable una en cada territorio, Cataluña suma, Euskadi suma, Cantabria suma, Madrid suma, etc., etc.

La consecuencia sería pasar de la situación mayoritaria actual de la izquierda, a una nueva de mayoría, probablemente absoluta, de una derecha recuperada y fortalecida.

A la hora de escribir esta reflexión faltaban 3 días para el inicio de la investidura de Sánchez, 5 para la primera votación y 6 para la segunda y definitiva.

¿Ese plazo es suficiente? La experiencia sindical de quién escribe llena de negociaciones de convenios de Artes Gráficas indica que sí. ¿Cuántos de esos convenios se han firmado a las 4 de la madrigada del día de comienzo de una huelga que al final es desconvocada? Muchos.

Había que reconocer que sus últimas apariciones en sendas entrevistas en la Sexta no ayudan sino que dificultan aún más, al igual que resultado de la consulta a las bases de Podemos, que no por ya sabido ha dejado de ser otro jarro de agua fría, pero cabe preguntarse: ¿les queda sensatez suficiente a Pablo y Pedro, Pedro y Pablo, “tanto monta, monta tanto” para romper su inmovilismo sin que ninguno resulte humillado, o derrotado?

Hace apenas unas horas señalaba en una reflexión que la solución parecía muy fácil; que Iglesias convocara una rueda de prensa y continuando con su propuesta de gobierno de coalición, renuncia a ir él en el mismo. Además de dar una lección de generosidad y altura de miras situaría la pelota en el tejado de Sánchez.

Así ha sido como si me hubiera leído y reflexionado. En una sorpresiva aparición lo acaba de anunciar. Se aparta para favorecer la formación de un gobierno de izquierdas.

Ahora el reto lo tiene Pedro Sánchez y el PSOE, porque si a pesar de este gesto no tuviera otro igual permitiéndolo, pondría a Podemos en una mejor situación de cara a ese 10-N. La culpa pasaría al “otro” en esa guerra infantil por el relato. En definitiva les situaría como los responsables del fracaso y de la repetición electoral con el consiguiente castigo en votos.

Ahora todo resulta más fácil, porque esta vez el gurú Iván Redondo ha errado la táctica. Al apostar todo a la exclusión de Iglesias ha corrido el riesgo de que este haga lo que al final ha hecho, apartarse. Parece que no era tan infalible como se pensaba.

Porque además  el acuerdo programático ya está hecho, sólo se necesita actualizar el que firmaron para los fallidos presupuestos. Tampoco parece pues que eso sea ahora un escollo insalvable.

En cuanto a los nombres de los miembros de Podemos que entren en el gobierno, parece que su posición será menos intransigente, especialmente por el revolcón de la escasa participación en la consulta que convocaron, además de que un importante 30 % se manifestó a favor de un gobierno exclusivo del PSOE.

¿Serán capaces de hacerlo o por ese orgullo mal entendido permitirán a la derecha la posibilidad de darle la vuelta al resultado?

Solo enviarles un último mensaje: Compañeros de la izquierda Pedro y Pablo, recordar que el día siguiente al 10-N ya no habrá capacidad de reacción. Para entonces toda la izquierda calva.

Veremos…………

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