En esta sociedad del espectáculo, la dominación de clase provoca que se escondan datos aterradores para el propio sistema, como las muertes en accidentes laborales, la ocultación de los contaminantes, la negación de la realidad de los grandes movimientos de personas a lo largo y ancho del planeta, etcétera. Todas esas noticias quedan opacadas, ocultas en la maraña de noticias sin sustancia para serlo pero que sirven bien a los propósitos de la dominación. Negar que el capitalismo mata, enferma y destruye el planeta es la máxima del discurso de la clase dominante, el cual nos muestra la parte simpática, espectacular o chusca de todo este engendro sistémico.

Algunos podrán decir que el feudalismo y el esclavismo también mataban. Sí, cualquier sistema tiene muertes provocadas por el mismo, pero en el caso de los anteriores no se vendía, no se insertaba en la cabeza de las personas que eran libres, que el libre albedrío individual les provocaba la muerte. Se sabían esclavos u obligados al feudo careciendo de la consideración de personas libres y así lo iban aceptando con el paso del tiempo. El problema es que el capitalismo, con sus vertientes ideológicas, engaña a la persona diciéndole que es algo que no es. No hay libertad en caerse de un andamio por culpa de un empresario que no ha gastado lo suficiente en medidas de seguridad, pero la culpa siempre se busca en la persona en sí. Cuando alguien como Iván Espinosa de los Monteros ataca a los sindicatos de clase (a tener en cuenta que los llamó así con mucha más conciencia que algunos que se dicen de izquierdas que ocultan el sentido de clase), lo que está atacando es a una institución que denuncia no sólo la explotación sino la cara siniestra del sistema capitalista.

En España en 2018 murieron 652 personas en accidentes laborales y en este 2019, hasta mayo, ya han caído 250 personas más. No lo verán en los telediarios, ni siendo portada de periódicos, ni siendo comentado en los programas matinales de adoctrinamiento capitalista, aunque se vistan de progres. No interesa que se sepan todas las muertes en las que está implicado directamente el propio sistema económico. Pero no son las únicas muertes que se producen por el funcionamiento incontrolado del sistema, los suicidios de muchas personas que se quitan de en medio debido a los problemas derivados del sistema también se ocultan. A finales del XIX y comienzos del siglo XX Émile Durkheim ya habló de la anomía que provocaba el capitalismo y los suicidios que causaba esa anomia. Hoy en día seguimos en la misma situación, salvo que el sociólogo francés ha quedado en el olvido porque no interesa la verdad.

Cantidad de medios hablan y no paran del filósofo Byung-Chul Han, incluso en medios claramente de perfil económico-capitalista, pero lo hacen desde la perspectiva individualista de criminalización de las personas. Por un “exceso de positivismo” las personas enferman y caen presas de la depresión. Siempre indicando que es el individuo de esta sociedad hiperactiva y siempre señalando que no son capaces de adaptarse a los nuevos ritmos y exigencias. Cuando la realidad es que, siendo como es muy postmoderno el surcoreano, la realidad es que señala claramente (La sociedad del cansancio o Psicopolítica) que es el capitalismo el que genera esas enfermedades y esas muertes en vida. “El régimen neoliberal instrumentaliza radicalmente este estado de shock. Y ahí viene el diablo, que se llama liberalismo o Fondo Monetario Internacional, y da dinero o crédito a cambio de almas humanas” dice Han. Esto en los medios progresistas que, a la par que te enseñan una sola parte del filósofo, aprovechan para colarte en los demás artículos el emprendimiento.

Y ¿qué es el emprendimiento sino una nueva fórmula de autoexplotación? El emprendimiento (se lo habrán escuchado tanto al PSOE como a Podemos) se vende como nueva fórmula individual, sí individual, de integración en un sistema que expulsa sin pensar a los que ya no le sirven. Esto significa que todo el peso de la carga recae en la persona pero el beneficio se lo acaban llevando los mismos de siempre. Repartidores en bicicleta, conductores de Uber, diseñadores gráficos y así numerosas personas que caen en el falso autónomo, en el trabajador que asume todos los costes pero sin ningún beneficio. Luego se extrañan que estas personas acaben con enfermedades psíquicas o con jornadas de 18 horas que les laminan la salud. Una nueva moda que no deja de ser un instrumento del sistema para seguir explotando al ser humano pero, además, haciendo caer sobre esa persona todas las culpas. Si no avanza ni vive mejor es por su culpa, por ser peor, por no tener suficiente capacidad, por no saber competir. Y detrás de ello, el intento de disolución de las clases sociales.

La devastación del planeta.

Tampoco suelen hablar los defensores del sistema que es el propio capitalismo el que está destruyendo el planeta. Por un lado, la contaminación directa provocada por las fábricas, por los grandes viajes/transportes y por el sostenimiento de internet. Sí, curiosamente, es el mantenimiento de la nube digital la empresa que más contamina en estos momentos. Mucho más que algunas empresas de transformación, pero esto no lo verán abrir telediarios ya que lo digital y la inteligencia artificial derivada de ello es el nuevo maná de la obtención de beneficios. Además, ¿cómo iban a mover a velocidad vertiginosa el dinero toda la estructura financiera que hoy es la fracción dominante?

Siendo importante que el comportamiento de las personas sea más consecuente con el consumo, se oculta que son las empresas, especialmente las que tienen deslocalizadas las producciones, las que más contaminan. No sólo por el gasto de sus fábricas sino por el acumulado del transporte internacional. Cuando compren en Amazon piensen en todos los enlaces de transporte, más los bytes insertados en la nube, y verán todo lo que contaminan. Por no hablar del destrozo directo que se está haciendo al propio planeta en la explotación minera. Grandes cantidades de personas son desplazadas por las empresas ya que, quitando la necesaria para la mano de obra, el resto molesta. Así que nada mejor que expulsarla de las zonas donde antes vivían de lo que podían recoger de la naturaleza. Y cuando se quejan, nada mejor que mandar al ejército comprado del dictador/ sátrapa local o del “demócrata liberal” típico de los países latinoamericanos. Y si algún grupo protesta por las condiciones se les pega un tiro por la espalda (en Colombia han sido asesinadas más de 15.000 personas entre sindicalistas y activistas en los últimos años).

Porque el capitalismo no tiene ningún reparo en recabar el poder armado para solventar sus problemas. Si hasta, especialmente la potencia imperial, son capaces de montar una guerra o cien por el control de ciertas zonas que tienen recursos naturales apreciados. Muchas guerras de África tienen que ver con ese control. ¿Ustedes piensan que, más allá de lo asqueroso que pueda ser, ha alguna potencia le interesaría Venezuela y acabar con el sátrapa Maduro sino fuese por las reservas petroleras y gasísticas? Pues claro que no. Hay muchísimos dictadores más crueles en Asia y no dicen nada, entre otras cosas, porque son países que sirve para trasladar manufacturas con mano de obra a 2 dólares al día.

El capitalismo mata de diversas formas, en oriente o en occidente; destruye el planeta; pero todo ello escondido tras el telón de la representación que nos muestran día tras día en los distintos medios de comunicación. Adoctrinamiento de las personas para convertirlas en masas sin sentido y sin conciencia. Adoctrinamiento para acabar con la conciencia de clase en virtud del emprendimiento que te hará de clase media sin derechos sociales de algún tipo. Cuando mueren personas en Estados Unidos, no en Bangladés, por no poder comprar insulina no es la mala suerte de esas personas, es el sistema capitalista el que las está matando. Cuando mueren personas porque no tienen para calentar su casa, no es culpa de esas personas sino del sistema capitalista. Cuando hay bajas por depresión, estrés y demás no es que las personas sean unas aprovechadas (como afirman desde las patronales) sino que es el sistema capitalista el que las enferma. Cuando le presenten a una niña defendiendo el ecosistema porque hay que recoger bolsas de plástico no es que usted sea un guarro (que seguramente no lo sea), es una treta para ocultar que el mar, el aire y la tierra la están destruyendo las empresas capitalistas.

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