El emir de Catar, Tamin bin Hamad Al Thani, visita esta semana España. Mañana tomará tierra en el aeropuerto de Barajas. Las relaciones de entre Catar y España son excepcionales. Primero por los lazos fraternales con la familia real. Después, por el dinero. Catar refugia una parte muy importante de su fondo soberano en algunas empresas españolas. La joya para Catar es Iberdrola, donde cuenta con casi un 9 por ciento de sus acciones; el paquete más poderoso e influyente.

Las relaciones, por tanto, entre el emir y Sánchez Galán son fraternales: un inversor fiel y un “empleado” servidor que no solo cumple sus expectativas, sino que año tras año las supera.

Por ello, no es casualidad. La visita del Emir a España se produce un mes después de que Galán visitase la capital qatarí para asistir al Foro de Doha.

Presidentes, líderes políticos, estrategas geopolíticos y económicos y altos cargos directivos de todo el mundo se reunieron el último fin de semana de marzo para abordar asuntos de la máxima preocupación del mundo como el reto de la descarbonización del Planeta.

Los organizadores ponderan el papel de Iberdrola como ejemplo de empresa puntera en la transición energética con una visión global de la situación económica.

Catar se ha convertido en el principal músculo financiero de Iberdrola. De ahí la sintonía del Emir y su voluntad de incrementar las inversiones como ha ocurrido en Estados Unidos, donde el fondo soberano se ha posicionado ya con fuerza, con un 4 por ciento, en Avangrid, la filial norteamericana de Iberdrola.

Mientras la eléctrica española fortalece sus inversiones en el mundo con acuerdos de inversión que reportan dividendos, impuestos y empleos para España, el Gobierno permanece después de diez días en su intento de desacreditar a la compañía y su máximo dirigente, después de un error del empresario, por el que pidió disculpas.

En un ambiente coloquial en conversación con el presidente de Volkswagen, Galán dijo en tono de broma que era de “tontos” contratar la tarifa regulada por el gobierno, mucho más cara que el suministro a través de contratos libres. El gobierno sigue alentando el ruido político y electoral. Sin embargo ambos planos quedarán por el momento apartados dado el interés general: el éxito de España y sus empresas están por encima de atajos ideológicos.

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