Normalmente las personas cuando depositan su voto en las urnas suelen desconocer la capacidad de las personas cuyo nombre se encuentra impreso en la papeleta. Salvo que estén ya en el Gobierno, existe una especie de condescendencia con los candidatos y candidatas. Cuando quedan formadas las cámaras se va teniendo una idea mayor de las capacidades personales, las cuales se conocerán a lo largo de la legislatura (si se está algo pendiente o con los políticos más mediáticos) y a los cuatros años hacer balance. Si existe una alta ideologización o se tiene un pensamiento de masa (el contrario al crítico) siempre se verá a los propios como lo más grande que ha parido madre y a los demás como peligrosos o inútiles. Lo peor que puede suceder es que se sepa de antemano y se les apoye nuevamente como ha sucedido en la Comunidad de Madrid.

Si lo quisiésemos contar tipo novela diríamos que negras nubes se ciernen sobre la Comunidad de Madrid debido al mal que ha lanzado el destino sobre las vidas de los sufridos habitantes de ese trozo castellano-manchego expulsado en su día de la compañía de sus hermanos regionales. Pero como lo literario no nos ha sido concedido como virtud sólo cabe decir que la Comunidad de Madrid será gobernada en comandita por Isabel Díaz Ayuso e Ignacio Aguado. No por el PP y Ciudadanos más el apoyo externo de la ultraderecha. No. Sino por dos personajes que en su vida pública lo único que han demostrado ha sido una incapacidad enorme que puede hacer dudar hasta de sus facultades personales. Ambos no han destacado por nada en política, más allá de ciertos retoques estéticos. Y cuando decimos en nada, se afirma la nada más absoluta como cuando un agujero negro desaparece o parecido. En cuestiones chabacanas y decir necedades sí, una porque es así y el otro porque es cuñado máximo.

Cuando Díaz Ayuso leía su discurso y mostraba carencias que ni una chica o un chico de 6º de Educación Primaria tendría, con una dicción horrorosa al pronunciar palabras esdrújulas o con más de tres sílabas, se plasmaba lo mediocre. Una persona incapaz de leer un discurso, de trabajárselo algo antes de ir a la Asamblea, muestra que tiene carencias graves en la función comprensiva-cognitiva. Si se le saca de los mantras habituales del PP (“Y tú más”, “Venezuela”, “Socialismo malo”, “No sé de quién me habla”), las carencias son evidentes. Lo que lleva a no ofrecer una capacidad suficiente para dirigir un gobierno. Que alguien no sepa leer con su edad, su clase social y los años que lleva viviendo de las canonjías es imperdonable y muestra bien a las claras que carece de las virtudes necesarias para gobernar. Aunque esto era ya evidente por su propia carrera política.

Tremendo ha sido cuando ha acusado a la izquierda de “llevar a cabo una campaña machista contra su persona”. Trivializa la cuestión del patriarcado, de la violencia machista para ocultar que realmente ni hay campaña, ni hay nada más que dudas sobre presuntos delitos que podría haber cometido en su vida personal y política. Eso no es actuar de forma machista sino ética que es una cuestión distinta, pero como no tiene la capacidad de comprender la distinción, utiliza lo que parece más espectacular y puede dar más pena que lo que le condena. Que Ángel Gabilondo en dos minutos haya destruido su discurso de la libertad es lo normal, que ella no sepa lo que ha dicho el diputado del PSOE, ni sepa qué significa el concepto de libertad es asumido. Pero todo ello no son más que mantras vacíos. Lo de la “tendencia ilícita de armas” que ha proferido en la tribuna o los “hospitales con personas dentro” lo dejamos para otro día.

David Pérez, el mismo que calificó a las feministas como “frustradas, amargadas y rabiosas” y tiene problemas con el movimiento LGTBi, dicen que será Consejero de Justicia, lo cual muestra bien a la claras que no existe preocupación por mejorar las condiciones de las mujeres maltratadas en ese ámbito. También comentan que Javier Fernández-Lasquetty (al que hay que poner una paguita porque en Génova tienen las arcas vacías y ya no hay sobres en B) iría a Educación. El que ya destruyó la Sanidad madrileña produciendo una merma en los servicios y una deuda descomunal por las subcontrataciones a empresas privadas de los amigos del PP (que salen más caras que gestionarlo directamente), viene con la intención de no dejar ladrillo sobre ladrillo educativo público en la región, algo que han reconocido en campaña todo sea dicho de paso.

Saltemos al lado de Ciudadanos. Aguado no se ha destacado por un discurso coherente nunca. Cuñadismo más Venezuela, Cataluña y populismo es todo lo máximo que han logrado escuchar quienes le han prestado atención. No le verán jamás hacer una valoración pensada; no le encontrarán una frase que se salga del manual de perfecto cuñado que le mandan de vez en cuando desde la sede de la calle Alcalá; no le verán hacer nada más que hablar de centro y liberalismo cuando desconoce realmente lo que eso significa. Y no debería porque dice tener dos carreras, pero confunde los conceptos con mucha frecuencia, tal vez porque viva alejado de la realidad día tras día. Es una persona capaz de decir que el Gobierno de Cifuentes es lo peor que le ha podido pasar a la Comunidad pero votar siempre a su lado y mantener al PP por tres ocasiones mientras salen los casos de corrupción.

Tampoco extraña porque apoyó a un concejal que se dedicaba a acosar a personas discapacitadas y no le hizo dimitir. Se vanagloriaba de la política llevada a cabo en Valdemoro mientras eran capaces de lo insólito: quebrar un ayuntamiento ya quebrado. Es la persona que cuando le preguntas algo incómodo te mira como ausente, como si la película no fuera con él, como si estuviera en ese momento en una realidad paralela. Y esta persona será consejero de Presidencia. Y por si fuera poco, amenazan con poner a Ángel Garrido de Consejero de Transportes. Será para terminar de destruir el Metro y poderlo privatizar de una vez. O para acabar con los autobuses interurbanos y que Madrid se llene de coches.

Cuando la mediocridad se pone al frente de un gobierno puede pasar cualquier cosa. De hecho, si hacemos caso a los discursos de Ayuso y Aguado no sería de extrañar que se declarase la guerra a Cataluña, porque venden la región central como si hubiese una guerra civil y ellas y ellos tuvieran la capacidad de hacer algo. Y son incapaces por capacidad y por carencia de competencias. ¿Se imaginan a Díaz Ayuso con capacidad de movilizar parte del Ejército? Cuatro años negros para las madrileñas y madrileños, no porque sean de derechas, sino porque sus actos hacen buenos a los de Vox, que hacen y dicen lo que piensan con conocimiento de causa. Los otros no y eso da pánico.

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