En este caso la parte podemita del Gobierno no tiene nada que ver. Por elles nacionalizarían Ferrovial y todas las demás empresas, eso sí, que nadie les toque las dachas galapagareñas. No es en sí su batalla. Tampoco el PSOE como entidad más allá de su secretario general (si es que eso es posible en estos tiempos de populismo unipersonal) tiene una opinión similar al Gobierno. Entre otras cosas porque nadie les ha preguntado, ni les ha explicado qué coño pasa con Ferrovial. Es el sanchismo, esa pandemia de la socialdemocracia, el que la está embarrando pero bien con el tema de la constructora española.

Contexto

Contextualizando, Rafael del Pino, un señor de derechas de toda la vida y que nunca ha dejado de apoyar (incluso económicamente) a los partidos y medios de derechas, explicó que la matriz de Ferrovial sería subsumida por la filial sita en los Países Bajos. Esto es, la filial holandesa (sí, ya se sabe que no todos son holandeses, pero en España somos así) pasaría a ser la matriz de todo el grupo Ferrovial (que tiene filiales en numerosos países y continentes). No es que haya un traslado en sí de la sede social, como pasó después del golpe de Estado en Cataluña con empresas españolas, es que mediante ingeniería financiera la parte holandesa pasa a ser el todo. Evidentemente, la sede fiscal central se situará en los Países Bajos.

Del Pino explicó que no se debía a motivos políticos –recuérdese que el Gobierno (aquí las dos partes) haciendo uso de la demagogia y el populismo se lanzó a una campaña contra las grandes fortunas– sino a la mejor posibilidad de poder salir a bolsa en Nueva York. Algo que según los analistas financieros de la empresa era más sencillo desde Países Bajos, entre otras cuestiones, por la estabilidad jurídica del país centroeuropeo. Algo político sí cabe decir que existía, entonces, pero es que esa inseguridad jurídica no sólo afecta a las empresas y los ricos sino también a toda la población. Se establecen leyes que dejan vendidos a los ciudadanos frente a la Administración del Estado (por ejemplo con todo lo de la digitalización) y nadie parece levantar la voz… hasta que lo hace una empresa grande.

El contexto general les lleva a salir de España como residencia principal y también, por qué no decirlo, gracias a los mecanismos que permite la Unión Europea, el camino holandés-irlandés les permite ahorrarse unos buenos millones de euros. Nada nuevo y lo que es extraño es que otras grandes empresas (algo menos los bancos porque están todavía muy ligados al Estado) no hayan tomado ese camino para poder especular tranquilamente en bolsa y ahorrarse dineros. Evidentemente, los ingresos y los trabajadores de España seguirán como hasta ahora. Los de las mil subcontratas y UTEs seguirán igual de mal. Lo que vienen permitiendo los gobiernos.

¿El PSOE o el sanchismo?

El PSOE, no hay que negarlo, dejó de ser anticapitalista hace muchos años (los que hay a su izquierda son anticapitalistas para los demás, ellos sí deben disfrutar de las mieles del capitalismo). En la senda de la socialdemocracia, impulsó la expansión europea y la globalización financiera (las ovejas que entraban por las que salían). De hecho, los gobiernos socialdemócratas (como los liberal-conservadores) intentaron utilizar la diplomacia como mecanismo de expansión comercial. De esto debe saber más Pedro Sánchez porque es, se supone, el tema de su tesis doctoral, esa misma que copió de un libro sobre el mismo tema. Lo paradójico es que ahora se alarme por una acción empresarial al albur de la Unión Europea (que va a presidir en breve) y de la globalización.

¿Qué supone para España la salida de Ferrovial? Poco o muy poco en términos de PIB. Algo más, es posible, en la balanza comercial. Pero nada más. En España habrá ingenieros estudiando e implementando el proyecto de una autopista en el Canadá o de una presa en China. Todo igual, salvo la imagen del Gobierno. Y eso al sanchismo le duele mucho. Entre otras cuestiones porque vive de la imagen, especialmente, del “guapo” oficioso de los seres gubernamentales. Al construir el relato sobre lo paradójico, lo efímero o lo espectacular siempre se corre el peligro de que la realidad te pegue un guantazo, así, de media vuelta, a lo Bud Spencer. El gobierno queda mal, no tanto por la salida, como por la imagen que están dando por ella.

El Gobierno amenazando como cualquier cobrador de la mafia

Lo impactante ha sido la respuesta del Gobierno. Si al comienzo de todo el proceso hubiesen hablado con Del Pino (cabe recordar que dos de las primeras personas que se reunieron, secretamente hasta que se descubrió, con Sánchez en Moncloa fueron George Soros y Florentino Pérez) para consultarle los porqués y ver si se podría hacer algo, todavía quedaría algún margen para el cabreo. Si hubiesen dicho que muy bien, que en un mercado europeo cada empresa es libre de actuar como entienda mejor para los intereses de sus dueños (los accionistas), pues se hubiese evaporado el torticerismo mediático en dos días. Pero les puede la soberbia.

María Jesús Montero ha acabado amenazando con lanzarles a la Agencia Tributaria para no se sabe muy bien qué. Que si cuando se hagan las cuentas a final de año, igual las bonificaciones no son las mismas que si se quedasen. Una amenaza que, es de suponer porque tontos no son (aunque en el Gobierno crean que sí, que todos somos tontos y elles listos), ya tendrían pensada. El problema es que la ministra de Hacienda crea que puede utilizar a la Agencia Tributaria como mecanismo punitivo. Da miedo realmente esa sensación de creerse los jefes del cotarro y no unos meros gestores temporales. Cuando los ministros del primer gobierno socialista llegaron a sus respectivos ministerios, algunos funcionarios les dijeron, con toda la mala leche del mundo, “eventuales”, algo que cualquier político debería grabarse a fuego.

Montero ha tornado, conviene recordar que llega de esa parte del PSOE de prietas las filas y bastante caciquil que es el PSOE andaluz, en cualquier cobrador de la mafia en busca del dinero del chantaje para proteger los negocios. Y en ello le han seguido otros miembros del Consejo. Nadia Calviño, aunque en tono más moderado (pues aspira a colocarse en alguna institución económica gorda en cuanto salga del gobierno), también ha señalado que lo de Ferrovial es un error que tendrá consecuencias. ¿Cuáles? No se sabe, pero consecuencias. Y, para rematar todo, el ministro de la Presidencia.

Bolaños y sus pruebas inexistentes

Félix Bolaños ha solicitado, como han hecho las ministras, a Del Pino que explique a sus accionistas la verdad de la absorción por parte de la filial holandesa. Se supone que debe ser una verdad vinculada a lo político, la cual está de algún modo oculta. Algo así como “lo hago por joder a Pedro Sánchez” y poder acometer una campaña de victimismo del presidente y de mártir de los poderosos (cuando no hace más que reunirse con ellos y lamer el suelo por donde pasan) para que sugus (los pocos que van quedando) y prensa “amiga” (tan subvencionada como la que apoya irracionalmente al PP) tenga tema con el que trabajar un tiempo. Todo ad maiorem gloriam Petrus.

Lo gracioso del tema Bolaños es que ha afirmado que desde España podrían salir a bolsa en Nueva York sin ningún problema, porque otras empresas… No, no hay otras empresas que hayan salido a bolsa en Nueva York desde España. Lo cual, así, a priori, daría la razón a Del Pino. Sí lo han pensado algunas del Ibex35 (tenemos conocimiento de tres de ellas) pero no han pasado de un mero estudio. Debería pues el ministro explicar cuáles son esas circunstancias que permitirían salir a bolsa desde España en similitud con Países Bajos. No lo hacen porque, verdaderamente, no tienen ni idea. Eso sí, hacer el macarra se les da muy bien.

Desincentivar las inversiones

El problema no es que Ferrovial cotice aquí o allá. Siempre mejor acá, pero no es un problema en esta economía financiera global. El problema es que la reacción que está teniendo del Gobierno respecto a esta empresa puede ser un desincentivo a otras empresas que quieran instalarse en España. Si hay un Gobierno que persigue a las empresas cuando no se hacen las cosas como quieren en Moncloa, mejor no invertir. El PSOE normal, no el del Zapatero bolivariano, el del Sánchez woke, sino el que viene desde Julián Besteiro, hubiese pasado del tema de la forma en que se ha explicado más arriba. No hubiese reaccionado de forma macarra.

Imaginen ahora a los barones socialistas que están negociando con diversas empresas extranjeras que inviertan en sus regiones (algunas tecnológicas importantes), esos mini-clústeres empresariales en la España rural, la cara que pondrán cuando les digan que con Gobiernos macarras no se fían. Y los que no son socialistas, evidentemente. Porque la inversión extranjera es fundamental para generar empleo de calidad fuera de Cataluña, Madrid y País Vasco. Guste o no, se vive en un mundo capitalista y así son las cosas. Cabe adaptarse y reformar gradualmente o morir. Y parce que en el Gobierno prefieren morir. Bellos, hermosos, listísimos, espectaculares, pero muertos. Con lo listos que son y no han hecho ni un sencillo DAFO…

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