No acaban de entender los dirigentes del PSOE que van por el camino errado, que no se ajustan a doctrina alguna, que los ofrecimientos que realizan al pueblo español son promesas en el aire, que sólo hay un camino a seguir: el susanismo científico. El cuerpo doctrinal que emana desde Andalucía para guiar a las personas de bien por la senda de la verdad. Una verdad incontrovertible y que supone poner al país en la senda del destino que le marca la historia. Una doctrina que posee todo lo que en la Ejecutiva actual del PSOE es carencia. Una fórmula para la gestión social del siglo XXI.

Se preguntan al sur de la península ibérica, allí donde los triunfos se cuentan por décadas como bien recuerdan continuamente, por qué Pedro Sánchez y sus huestes no siguen esa doctrina tan eficaz. Esa doctrina que, hasta, tiene la virtud de tener la protección mariana, la protección divina, como dijo en su momento Javier Lambán. En estos párrafos se va a desentrañar el susanismo científico, ese cuerpo doctrinal que desde el PSOE-A se quiere imponer al resto del PSOE como doctrina histórica. Igual así en Ferraz y el resto de España logran entender la verdad que tras él se esconde.

  1. El susanismo es científico, lo demás es utopía.

El susanismo es una doctrina científica pues se basa en el poder puro y duro. Sin poder nada merece la pena. No hay cambio posible sin poder. Pero no cualquier tipo de poder, sino el poder político en convivencia con el poder económico y social. Gramsci, para los susanistas, erraría al pensar que se puede conseguir la hegemonía cultural antes de obtener el poder. Sólo desde el poder se puede hacer algo. La socialdemocracia de la Ejecutiva del PSOE es puro utopismo. Desde el susanismo se es consciente de que Sánchez y sus aliados yerran porque piensan más en lo ideológico que en lo práctico. Lo ideológico puede ser bueno para rellenar papeles, pero no para gestionar las cosas.

El hecho de que en Andalucía siempre haya gobernado el PSOE, encarnación del susanismo científico en partido, es la prueba palpable de que el susanismo tiene en sí las claves del progreso histórico. Sólo el susanismo científico está en consonancia con las grandes claves históricas. La Idea, como forma absoluta, no vale para nada. Sólo genera contradicciones. Sin embargo, el susanismo científico está inserto en el devenir histórico bueno.

Se equivoca Sánchez, por tanto, al coger otro camino distinto al susanismo científico y dar importancia a la Idea, al cambio de sentido histórico, al seguir en el socialismo fracasado de los pensadores. No cabe otra cosa que el pragmatismo y la ciencia que tiene el susanismo. Y si no creen en ello, nada mejor que comprobar que si el sanchismo es utópico, lo de Podemos es directamente falsa ideología, opio del pueblo y la constatación de que la izquierda utópica es un fracaso completo.

  1. No hay más izquierda que el susanismo científico.

Haciendo suyo lo que dijo años ha Alfonso Guerra, Susana Díaz y su obra doctrinal entienden que a su izquierda, el caos. No hay, ni puede haber nada a su izquierda, sólo el vacío, la nada. Los que se quieren situar a la izquierda del susanismo científico son solamente utópicos, nihilistas, populistas, demagogos que sólo quieren llevar por la senda del mal a los “descamisados”. Y sólo cabe el susanismo como izquierda porque los hechos, lo científico, demuestran que es así. Palmariamente, y cercano a la verdad del Palmar de Troya, se demuestra que 40 años en el poder no pueden ser por otra cosa que tener en sí la llave de la izquierda.

Que la gestión ha sido muy similar a la llevada a cabo en otros lares donde ha gobernado la derecha, como Valencia, o que se gastan millonadas en crear redes clientelares y dependientes del dinero de la Junta de Andalucía para seguir conservando el poder, sólo es cosa de comunistas frívolos o enfermos. Que la Sanidad podría estar mejor si el dinero destinado a entidades inútiles, donde colocar a dedo a los amigos y familiares de amigos, no se utilizase de esa manera. Es no saber gestionar desde la izquierda. Y así con todo. Tener el poder, como máxima, ya demuestra que el susanismo científico es de izquierdas. Cómo se use el poder no viene a cuento para llevar a cabo la falsación de la doctrina susanista.

  1. Los empresarios y la moqueta son buenos en sí y para sí.

Otra demostración de que el susanismo científico es la verdad absoluta para el PSOE es que no rechaza el boato, ni el codearse con la élite empresarial. Es más, se jacta de haber creado una élite empresarial propia del susanismo científico. El paradigma de ello sería Antonio Pulido, quien tras pelearse con Susana Díaz por el control del PSOE sevillano, acabaría de presidente de la Fundación Cajasol. Un socialista encumbrado a los más altos puestos del empresariado andaluz. Por tanto, esa aversión de las bases socialistas que no siguen el susanismo por lo empresarial es producto de desviación ideológica. Porque el susanismo crea hasta una casta empresarial, cosa que no hacen los utopismos varios.

Magdalena Álvarez, fiel defensora del susanismo científico, ya lo dijo hace tiempo: “el dinero público no es de nadie”. Por eso los casos de los ERE o los cursos de formación no son más que intentos de la derecha rancia y de la izquierda frívola por destruir el susanismo científico. Un susanismo científico que ya existía antes de Susana, porque ella es la nueva Mesías del progresismo europeo. Y por eso la moqueta y buen mantel son un pago más que justificado a su llegada para guiar a las masas por el camino de la verdad.

  1. La demagogia es lo que hacen los utópicos.

Se acusa al susanismo científico de acudir con frecuencia a la demagogia, pero eso es mentira. Una artimaña más de los utópicos o de los reaccionarios para sacar a Andalucía de la senda de la verdad histórica. Demagogia es pedir que haya refrigeración en todos los colegios de Andalucía de forma inmediata. Hay tantos y Andalucía es tan extensa que no se puede hacer de un día para otro suelen afirmar. Claro de que 40 años para acá igual ya los hubiesen tenido todos porque el calor en Andalucía no comenzó ayer.

También es de utópicos decir que Díaz utiliza la demagogia cuando hace unas fechas afirmó en Granada que la ciudadanía tendría las dos instalaciones más vanguardistas de Andalucía. Que eso de que se iban a fundir en una sola institución era una mentira de los reaccionarios. Claro que esto hubiese tenido valor si lo hubiese dicho antes de las manifestaciones de miles de personas que tomaron Granada solicitando los dos hospitales. Pero recordárselo es hacer demagogia, como sucede con la sanidad onubense. Lo suyo es aplicación del susanismo científico, otro de cuyos principios doctrinales es esperar a ver si se calientan los ánimos y hago lo contrario de lo que pensaba hacer.

  1. La epistemología del susanismo es la alta costura.

Desde hace años, Susana Díaz es conocida por el uso frecuente del coser para arreglar las cosas. Y suele repetirlo cuando quiere metaforizar la unión de todos bajo la misma bandera. Le gusta coser para unir bajo la bandera del susanismo científico. Una doctrina en la cual no cabe discrepancia, no cabe pensar distinto. Una vez cosido a la verdad anunciada del susanismo no cabe intentar descoserse. Eso es herejía, delito de lesa majestad, traición y perjurar. Lo que Susana ha cosido no lo descose ni la virgen del Rocío.

Aunque, para ser fieles a los hechos, el susanismo científico es más de utilizar la tijera. De cortar en especial cabezas cuando se tercia. De hecho unas cuantas bromas le ha hecho a la presidenta con ese motivo la ciudadanía andaluza. La tijeras más famosas fueron aquellas que utilizó hará más de un año, cuando colérica animó a las huestes susanistas a que le entregasen la cabeza de Pedro Sánchez: “lo quiero muerto”. Esa sí que es una máxima del susanismo científico. Acabar con todo aquel que discrepa en el interior del partido o en Andalucía. Costura de gran corte sin duda. Eso sí, el respeto siempre es reclamado para el susanismo, aun cuando esté recibiendo de su propia epistemología costurera.

  1. No hay razón contra el PSOE-A.

El instrumento de ejercicio del poder de la doctrina susanista es el PSOE-A y en este caso se aplica la máxima de Trotsky: “Yo sé que no se debe tener razón contra el partido. Sólo se puede tener razón con el partido y a través del partido, porque la historia no ha creado otro medio para la realización de lo que es justo”. El susanismo científico recurre al trotskismo para afirmar su fortaleza y la verdad revelada. Todo aquel que cree tener razón contra el partido es puesto bajo la aplicación epistemología costurera.

La ideología susanista por ser científica siempre tiene razón. No cabe razón alguna contra ella. El partido no es más que la correa de transmisión de esa doctrina única que debe ser trasladada a todos. No cabe pensar más allá del susanismo científico, salvo que se sea utópico o enfermo. Y la enfermedad ideológica, siguiendo la máxima de que arrepentidos los quiere dios, es postrarse y hacer la genuflexión ante la todopoderosa señora de San Telmo.

  1. La soberanía no reside en el pueblo sino en Susana.

Porque, derivado de lo anterior, hay que comprender que la soberanía reside en Susana. El pueblo no es soberano porque no comprende los factores doctrinales en su máxima perfección. Así, a la hora de recoger avales, todos y todas deben firmar por su propio bien. Porque el apoyo a la soberana, algo de lo que no duda ni Isidoro de Sevilla (más conocido como Felipe I del PSOE), debe ser total para poder traer el progreso a Andalucía. Una modernidad que llega, con cuentagotas eso sí, a las tierras andaluzas.  Además, ella es la única que, gracias a su relación con los dioses del socialismo (Lambán dixit), tiene la capacidad de aplicar las themistés (el derecho divino que le permite dilucidar las cosas justas).

Y esa capacidad de discernir lo justo se traslada también al gobierno de Andalucía, donde Díaz es la soberana por conocer que es lo mejor para su pueblo. El pueblo andaluz, que suele dejarse llevar por demagogos y reaccionarios, debe saber que gracias a depositar la soberanía en Susana y su Partido (así con mayúsculas), Andalucía tendrá siempre lo mismo que los demás. Andalucía y Susana son una misma cosa, pero si hace falta poner la cara, Díaz prefiere que la ataquen a ella antes que a su pueblo. Más demagogia barata no se puede destilar, pero es producto del susanismo científico y verdadero. Por eso el andalucismo es la otra pata, o la formulación sentimental, del susanismo científico.

  1. Andalucista y susanista antes que socialista.

Esa defensa a ultranza de lo que significa Andalucía, que en sí misma no es mala todo hay que decirlo, es lo emotivo-afectivo del susanismo científico, algo que se complementa con otra acción afectiva, el españolismo. Aunque la doctrina susanista es incapaz de hacer comprender cómo coexisten dos naciones, muy identitarias en sí, sin llevar a una al limbo de lo utópico (española) o a otra al regionalismo (andaluza). Que el susanismo científico confunda nación con región no es importante. Ya se cosen ambas si hace falta. Además, para eso se puede recurrir al término nacionalidad de tipo Jellinek, y hablamos de cosoberanía. Algo que nada tiene que ver con la contradicción de defender dos naciones distintas, pero que queda la mar de bien en los discursos demagógicos y populosos (por no utilizar el término populista que queda reservado a los frívolos).

Andalucía como España son muy mucho en lenguaje susanista. Y este modelo de susanismo científico hay que exportarlo al resto de España. Pero las malvadas huestes utópicas de Pedro Sánchez no lo permiten. Y cuidado que es algo que gusta a otros dirigentes políticos como Rivera, claro que Ciudadanos sí son de confianza porque apoyan el susanismo científico y hacen la genuflexión a la soberana de San Telmo. De vez en cuando hay que concederles algo, como el impuesto de sucesiones, pero no importa porque era una petición de hace tiempo de la burguesía andaluza, esa misma que pone oropel y mantel a los altos dignatarios del susanismo científico desde hace años. Nada mejor que tener la justificación gracias a las cooperantes naranjas.

Así se resume el susanismo científico, que en algunas cosas recuerda a proyectos abyectos del pasado por su cerrazón, por su incapacidad de permitir la discrepancia, o postular una alternativa. No hay más ideología, doctrina o fórmula política que el susanismo científico y, por ello, las purgas, la demagogia o las redes clientelares no son más que instrumentos de eficacia para su implantación total(itaria). Sánchez se equivoca por seguir en el utopismo lejanos a los dioses, pero sólo cabe esperar para tomar el poder y aplicar la nueva doctrina a nivel estatal. Cuando las hordas sanchistas huyan o se plieguen a la soberana. En ese momento se comprobará la verdad histórica que encierra el susanismo. Una verdad que trascenderá a los actuales y que hará mejores a las generaciones futuras.

Para los que no crean en el susanismo científico nada mejor que leer a Natalio Blanco, otro de esos utópicos y frívolos que campan por Andalucía. Un ser perverso que sólo publica los pequeños errores habituales de una gestión dedicada y entregada a Andalucía. Y además es mal andaluz.

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