España está viviendo varias crisis que pueden desestabilizar nuestro país, una visible y otra invisible que actúa sin que trascienda ni en los medios de comunicación ni en los círculos donde se toman las decisiones principales.

Ahora está sobre la mesa la crisis secesionista catalana. El Estado, como es su obligación, está poniendo todos los medios a su alcance para intentar frenar un desafío que no se vivía en este país desde el año 1.934 cuando, aprovechando la revolución de octubre de los mineros asturianos, Cataluña se declaró independiente, lo que trajo consigo la intervención del ejército dirigido por el general Batet. Ahora los tiempos son otros, pero el desafío está ahí y es muy serio. Por ello, tanto el Gobierno de Mariano Rajoy como las diferentes instituciones del Estado se han puesto a trabajar para, a través de los medios que les confiere la ley, eliminar la amenaza, siempre, eso sí, actuando con el cuidado suficiente para no caer en la tentación de crear mártires.

Sin embargo, el verdadero peligro para nuestro país y para el pueblo español no se encuentra en Cataluña, ni siquiera en el territorio nacional, sino más allá del mar Atlántico. España está siendo invadida, España está siendo vendida a los grandes monstruos financieros, a los bancos custodios, a los bancos de inversión, a los fondos buitre, a los gestores de carteras de inversión con sede, sobre todo, en Nueva York. Poco a poco se están haciendo con el control de nuestras grandes empresas y de nuestros grandes bancos que están sirviendo como arma para que estos monstruos del mundo financiero estén haciéndose poco a poco con el poder de nuestras grandes empresas.

Un ejemplo lo tenemos en el Banco de Santander. Desde hace años los socios mayoritarios del Santander son State Street Bank, Chase Nominees (perteneciente a JP Morgan), Guaranty Nominees, Clearstream Banking, EC Nominees o BNY Mellon, por citar algunos. Entre estas entidades controlan más de un tercio del banco. Sin embargo, en la CNMV no existen registros de quiénes son los accionistas que controlan estas entidades. No hay obligación de ello, lo que deja una situación de total opacidad a la hora de controlar quién está detrás de ese dinero. Puede ser cualquiera. Son bancos custodios. Por otro lado, el socio mayoritario del Santander es la gestora de carteras de inversión BlackRock que, tras la última ampliación de capital, se ha convertido en el máximo accionista del banco cántabro. Entre unos y otros controlan ya más del 25% de la principal entidad financiera de España.

En el caso concreto de BlackRock, su presencia en el mercado empresarial español es muy importante, puesto que no sólo tenía un 4% del Popular, sino que, además del 6% que ya controla del Santander y que le convierte en el mayor accionista, dispone del 6% del BBVA, del 4% del Sabadell o del 1% de CaixaBank. Una empresa de este tipo, con el volumen de beneficios que tiene, es muy probable que en el año 2019 se haga también con un importante paquete de acciones de Bankia, incluso que se convierta en el mayor accionista. Por tanto, BlackRock, puede controlar a su antojo a los grandes bancos españoles y, en un momento determinado, provocar la caída de alguno de ellos, Santander incluido, para beneficiar a sus clientes o para aumentar su participación en la entidad compradora, sea española o extranjera. En una comunicación a la Comisión Nacional del Mercado de Valores informó que tenía en su cartera una participación del 2,1% del IBEX35. En referencia a otras grandes empresas, BlackRock controla el 3% de ACS, el 1,2% de Endesa, el 3% de Ferrovial, el 3% de Iberdrola, el 1,2% de Gas Natural, el 2,7% de Aena o el 2,5% de Abertis.

Esto, junto con las inversiones de los bancos custodios, hace que estas grandes empresas de Wall Street estén controlando más de 75.000 millones de euros de nuestras principales corporaciones, una cantidad que es movida dentro de los mercados en base a los intereses de sus clientes.

La entrada de estos bancos custodios, fondos de inversión, bancos de inversión o gestores de carteras de inversión de Wall Street están dejando a la economía española en manos de los intereses personales o corporativos de quienes tienen su inversiones en manos de estos bancos custodios o de los fondos buitre, con el peligro que ello conlleva, en primer lugar, por la opacidad de quién se encuentra detrás de esos movimientos —dinero que presuntamente podría venir, incluso, de actividades ilícitas— y, en segundo lugar, por dejar en manos de estas corporaciones la estabilidad de nuestra propia economía. En este punto hay que tener en cuenta que esos grandes fondos o grandes bancos custodios no tienen piedad alguna. Si hay que hundir algo para beneficiar a sus clientes lo harán. Lo vimos en el año 2007 cuando provocaron la crisis económica global. Lo vimos en 2009 cuando decidieron que había que especular en materias primas y alimentos y provocaron una de las mayores hambrunas de la historia en África. Lo hemos visto en el caso del Banco Popular, en que han maniobrado para hundir a uno de las entidades más importantes del país para beneficiar al Santander porque, al fin y al cabo, está en sus manos. Lo mismo que al Popular le podría ocurrir a cualquiera de las grandes empresas españolas en las que cada día que pasa la participación de estos grandes bancos custodios, fondos de inversión, bancos de inversión, gestor de carteras de inversión y fondos buitres va siendo más grande.

Lo mismo está ocurriendo con Springwater, el fondo buitre fundado por Martin Gruschka, que está desmontando grandes empresas españolas como, por ejemplo, Unipapel. En este caso, además, la gestión de este fondo buitre está dejando a varias empresas en situación de «grandes morosos» en la Agencia Tributaria: la propia Unipapel (1,5 millones), Imtech (10,4 millones) o Kabaena, la empresa cabecera de Electrodomésticos Miró (2,7 millones).

Continuum, empresa de que presuntamente está detrás del entramado de Springwater y de los fondos buitres, Ascri o AXON, o más concretamente el CEO de esta compañía Alfonso de León, gestor y promotor de la creación de fondos en Honkong presuntamente proveniente de actividades ilícitas de corruptos venezolanos como Rafael Ramírez ex- Presidente de PDVSA y sus asesores.

 

En este punto es importante reseñar que ante esta invasión silenciosa ni el gobierno, ni ninguna de las entidades supervisoras, ni la Justicia le está poniendo freno escudándose en el libre mercado. Esto es una irresponsabilidad porque no sólo está en juego tal o cual empresa o entidad financiera sino que están dejando en manos extrañas, en manos interesadas, en manos especuladoras, en manos usurarias, el futuro no sólo del país sino del pueblo que aún está recuperándose de las consecuencias funestas de la crisis del 2007 provocada por los mercados.

Ese silencio es un modo de complicidad y las sospechas se quedarán en humo sólo si nuestras autoridades políticas, económicas y judiciales le ponen freno, por el bien de España.

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