Hoy es 14 de abril, día de la República, día en que se conmemora un momento histórico en el que la ciudadanía española decidió en las urnas que la Monarquía era una institución inútil para los intereses del pueblo. Esto ocurrió en 1.931 y, desgraciadamente, nada ha cambiado porque la Jefatura del Estado sigue estando vacía de contenido, es una institución inútil para los españoles, una herencia de la voluntad del dictador Francisco Franco.

¿Para qué sirve la Monarquía a los ciudadanos? Para nada más que para generar titulares vacíos que oculten la realidad podrida de una parte de nuestra clase política. ¿Qué le importa a una familia desahuciada si Letizia Ortiz se lleva mal con Sofía de Grecia? Nada. ¿La operación de rodilla de Juan Carlos de Borbón importa a un trabajador con un salario por debajo del umbral de la pobreza? No. La Monarquía es una institución inútil para el pueblo y este 14 de abril ha llegado el momento en que el pueblo salga a la calle y diga lo que tiene que decir y reclame que, de una vez por todas, se le permita decidir si quiere seguir manteniendo esta pseudodemocracia o tener una democracia plena.

En una democracia un Jefe de Estado sin contenido político es inútil. La pretendida parcialidad no es otra cosa que un modo de aquiescencia con todo lo que está ocurriendo y que está hundiendo a España: corrupción, utilización de los pilares democráticos del Estado de Derecho con fines partidistas, precarización del mercado laboral, destrucción del Estado del Bienestar, sumisión a las élites financieras internacionales, humillación a las víctimas del franquismo, conculcación de los derechos humanos con sus consiguientes condenas por parte de Naciones Unidas, conflictos territoriales, firma de acuerdos comerciales con países condenados por vulnerar los más mínimos derechos fundamentales, impunidad de ciertas familias respecto a la Justicia…, y más corrupción.

El Jefe del Estado español bien podría estar afiliado a cualquiera de los partidos de la derecha española por su asimilación de las ideas del nacionalismo patrio que niegan el diálogo y la voz a los pueblos de España. También podría hacer méritos para esa afiliación por los oscuros casos de presunta corrupción que sobrevuelan por la familia borbónica como, por ejemplo, el presunto delito fiscal y colaboración en blanqueo de capitales de la red de Gao Ping de las primas de Juan Carlos de Borbón María Margarita Borbón, María Inmaculada Borbón y María Ilia García de Sáez Borbón; el presunto blanqueo de capitales de Inés de Borbón-Dos Sicilias y Borbón; la presencia de la hermana de Juan Carlos Pilar de Borbón en los Papeles de Panamá. Desde la familia más cercana a la más lejana, el apellido Borbón aparece en multitud de ocasiones aparejado a cuentas opacas en el extranjero y sociedades offshore. Por no hablar del oscuro origen de la fortuna de Juan Carlos de la que informó el New York Times o de la implicación de la hermana de Felipe de Borbón en el Caso Noos que, aunque fue absuelta, los documentos demuestran que Cristina firmó todos esos papeles. Con todos estos casos, bien se podrían hacer méritos para convertirse en tesorero del Partido Popular.

¿Cómo puede permitir un Jefe de Estado democrático que se esté utilizando a la Justicia para cimentar una ideología conservadora ultranacionalista, que en las cárceles españolas haya presos políticos, que se proteja a un presunto maltratado y administrador de una empresa que asume que la corrupción es un nuevo sistema de hacer negocio o que se use el nombre de la Constitución en vano para ganar réditos electorales? ¿Cómo puede mantenerse impasible un Jefe de Estado democrático mientras su pueblo sufre las consecuencias de la aplicación de modelos económicos contrarios a los intereses de los ciudadanos? Esto es más propio de un rey absolutista o de un Jefe de Estado autoritario que de un «monarca parlamentario».

Hoy es 14 de abril y ha llegado el momento en que el pueblo debe reclamar en serio que se le permita votar, que se le permita decidir lo que no se les permitió en el referéndum de la Constitución.

Ante esta situación surge la pregunta de siempre: ¿dónde está la izquierda en este asunto? El PSOE, como siempre, perdido y confundiendo el interés del pueblo con la razón de Estado, una contradicción que ha llevado a Pedro Sánchez a afirmar una de las mayores incongruencias de su vida, lo cual es muy complicado porque el listón lo tiene muy alto: «Los republicanos nos sentimos muy bien representados en esta Monarquía». Hacer sinonimia de antítesis es propio de quien no tiene las ideas muy claras y enturbiado el entendimiento. Sólo Unidos Podemos, a través de Alberto Garzón, ha hecho presión en lo referente a permitir a los ciudadanos votar el modelo de Estado. Los republicanos, al igual que en la posguerra, tenemos ideales pero nos falta representación política. Estamos solos y, por eso, tendremos que recuperar en la calle lo que nos pertenece por derecho: la soberanía popular. Llegará el día en que, si se hace la presión suficiente y el apoyo político adecuado —y no medias tintas o republicanismo de boquilla— gobernarán 40 millones de españoles y, como dijo Adolfo Suárez el día anterior al referéndum para aprobar la Ley de Reforma Política, «ustedes tienen la voz, ustedes tienen la palabra», la voz que se prohibió el 6 de diciembre de 1.978 cuando los españoles tuvieron que sufrir un «trágala» porque si querían tener los derechos y libertades de la Constitución estaban obligados a mantener la Monarquía en la Jefatura de Estado. Algo que, como pueden ustedes comprobar, fue muy democrático… valga la ironía.

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