El Banco Popular se había quedado el Pastor en una subasta privada, fiándose de la información del banco gallego debidamente revisada y auditada. Aunque lo compraron por debajo de su valor en libros, tuvieron que hacer un esfuerzo muy notable para integrarlo. Además la crisis seguía y las estimaciones del Pastor y PwC se quedarían cortas. En cambio, otras entidades que estaban en serias dificultades y que habían perdido la oportunidad del Pastor, se quedaron con cajas quebradas que, pasado un escaso margen de tiempo, les permitirían atravesar indemnes la tremenda crisis de 2012, generada por Bankia, los desatinos del gobierno de Rajoy, con el ministro De Guindos al frente de las operaciones y el rescate del Eurogrupo.

Una decisión empresarial aparentemente coherente –comprar un banco cotizado como el Pastor, auditado por PwC y recomendado por el Banco de España- se convirtió en un «error», porque a otras entidades se les facilitaron soluciones entregando el dinero público que les permitió arreglar sus problemas a los compradores. Así se pagó una gestión coherente.

En definitiva, esta gestión se iba a volver en contra de Ángel Ron y su equipo que deberían ampliar capital después de los test de estrés de Oliver Wyman, mientras que quienes habían amenazado con la quiebra de sus entidades superaban la crisis con la ayuda del Estado recibiendo ayudas de manera masiva. ¿Por qué se facilitó esa salida a unos sí y al Popular no? ¿Por qué se permitió que el Fondo de Garantía de Depósitos acumulado a lo largo de muchos años se entregase gratis a algunas entidades?

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