David Vidal tenía mucha más gracia dando ánimos a sus jugadores que el discurso inane, vacío, fútil e innecesario de Felipe de Borbón. Como se pensaba en estas mismas páginas ayer, “el preparao” daría un discurso de ánimos para dotar a su imagen de ese aura majestuosa que tuvieron en la antigüedad las monarquías y que los trapicheos de su padre han ajado. Ayer salió el jefe del Estado tarde y con un discurso que no hacía falta pues ya los verdaderos representantes de la soberanía popular lo han venido haciendo. No sólo el tono fue anodino sino que esa arenga animosa no la ofrece ni un entrenador de juveniles.

“Que si hay que ser fuertes, que si hay que llevar la situación con calma, que si…” se dignó a pedir un tipo que vive en un palacio con acres donde poder estirar las piernas mientras doncellas, camareras y mayordomos les ponen todo lo que necesitan a su disposición. ¿Qué va él a saber por lo que están pasando los españoles y las españolas? Y claro, un señor que da ánimos a la sanidad pública, al personal sanitario, pero que en cuanto tiene un uñero acude deprisa y corriendo a la sanidad privada (que podía ir a un hospital militar al menos). Hipocresía a nivel máximo de quien se piensa por encima del resto de los seres humanos debido a una cuestión genética. Las caceroladas no sirven de nada si no van acompañadas de discursos que desmonten la patraña que nos ha querido colar Borbón.

Y todo ello con la ciudadanía española mirándole y pensando a la vez en los miles de millones que su familia ha despistado. Esa familia por la cual él es monarca, esa familia sin la cual no estaría en el trono pero que ahora parece repudiar como si eso impugnase cualquier crítica y no, no la impugna porque los actos de los monarcas no son individuales, conllevan un componente genético que sirve para recibir la corona o el frío hierro de la guillotina. Mientras daba ánimos que parecían más bien un pésame, la ciudadanía española pensaba “¿qué hace ahí el preparao?” seguido de insultos varios. Porque todos muy monárquicos hasta que se dan cuenta de que la familia Borbón se ha dedicado a meter la mano en la caja. Y lo que es peor. Sabiéndolo el actual jefe del Estado no ha hecho nada hasta que ha saltado el escándalo en la prensa. Callado por si colaba, en vez de haber denunciado las ruindades de su antecesor. Que si no sale nada en la prensa, la familia Borbón tiene unos millones más despistados en fundaciones opacas.

Mientras la ciudadanía española está preocupada por su salud y su trabajo a partes iguales, sale un señor que decían que era muy estudiado a dar ánimos como si esto fuese un partido de fútbol. Y todo ello sin pedir perdón, aunque fuese como cuña, por las tropelías de su ascendiente genético por el cual es monarca en ejercicio. Felipe de Borbón no está tan preparao como decían, salvo para salvar su pescuezo con el apoyo de los cortesanos de la prensa y la política. Mañana morirán decenas de personas en España, miles perderán sus trabajos, pero la borbonada tiene fundaciones con cientos de millones de euros (pues están todos los nietos y nietas del emérito, así como la hijas) a los que accederán una vez se produzca el deceso del Borbón de las comisiones. Hoy los medios callarán en buena medida porque el escándalo es mayúsculo. Los cortesanos habituales loarán el discurso chabacano y falto de fundamento, para intentar que el pueblo no se quede con la copla y el intento asqueroso de soltar la bomba durante una crisis sanitaria para que no se note. Pero ni camuflaje aprendió en el ejército. Y este era el preparao… ¡cómo sería si fuese el tonto!

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