En un poblachón manchego un hombre caminaba con una bandera de España guardada en una bolsa, de plástico por supuesto, por la plaza en la que se encuentra el Ayuntamiento. Miraba de reojo a personas que a las doce de la mañana se manifestasen “patrióticamente” junto a él y contra el Gobierno de los “socialcomunistas traidores a España”. Tras recorrer la plaza en dos ocasiones y en vista de que no llegaba nadie más decidió entrar a misa para purgar sus pecados. Esto mismo ha ocurrido en toda España, nadie ha hecho caso a las concentraciones a las que ha pedido Vox que se adhiriesen los patriotas para acabar con Pedro Sánchez. Fracaso absoluto de la ultraderecha en su intento de obtener el calor de las masas y, sin embargo, una imagen de fascistas cantando el Cara al sol que dice más de quienes convocaban que del patriotismo que se presupone debería existir en el corazón de “cualquier español de bien”.

Si se fijan bien ningún medio de comunicación ha hablado de éxito, en la derecha no lo han hecho de fracaso porque ya se sabe en qué lado se mueven, ni han ofrecido imágenes o vídeos donde poder ver a las masas (cretinizadas como gusta decir a Juan Manuel de Prada) mostrando su apoyo a Vox y sus dirigentes máximos. Javier Ortega Smith, que acudió a malmeter en Teruel, ha conseguido una foto con una decena de personas y poco más. Grupos ultracatólicos habían promovido las concentraciones a las que Vox, intentando aglutinar en su partido una posible victoria, se sumó con total jovialidad y que muestran su propio fracaso. Incluso el diario oficial de la extrema derecha, OkDiario, tan sólo ha hecho referencia a las palabras de dirigente máximo Santiago Abascal pero, en un gesto de vergüenza que no se le recuerda a Eduardo Inda, no se ha atrevido a hablar de éxito o grandes movilizaciones… porque no las ha habido. ABC habla de miles de personas en la concentración de Madrid, pero ninguna foto ampliada demuestra esa ingente cantidad de personas agrupadas en torno a los neofascistas patrios. Unos mil en una ciudad de más de tres millones no parecen muchos (contando que a muchos los han llevado de fuera de la capital).

Un fracaso absoluto que la derecha mediática no ha podido presentar contra el Gobierno porque han confundido la voluntad que le ponen a la manipulación mediática con la realidad social. En España sin duda hay patriotas, muchos, millones, pero también demócratas que si se tienen que manifestar lo hacen por un buen motivo, no porque les regalen un bocadillo de mortadela y una bandera de España. Por mucho que alienten desde los medios de comunicación a las masas contra el Gobierno, la realidad es que las personas son bastante más comedidas e inteligentes que los directores de los medios de comunicación. Paradójicamente, se hartan y no paran de hablar de la cultura de los españoles, de los estudios que acumula esa clase media que se ha ido formando a lo largo del tiempo “gracias a los Gobiernos del PSOE de antes” y no se percatan que esas mismas personas tienen capacidad de analizar y banalizar la coyuntura política con unos medios de comunicación que llaman constantemente a la rebelión. Les puede molestar el tema catalán, pues no en vano se han formado muchísimas personas en una historiografía de carácter reaccionario, pero de ahí a no respetar el voto del vecino hay un trecho que no entienden ni los convocantes, ni los medios de comunicación cavernarios.

En Barcelona, los cientos que han acudido, y que se las han visto con los CDR de la derecha catalana, no han tenido otra ocurrencia que cantar el Cara al sol de origen fascista para terminar de espantar a los demócratas y señalar lo que realmente hay debajo del pelaje de Vox, neofascistas con ganas de subvertir los principios democráticos e instaurar un régimen autoritario, reaccionario (ultracatólico) y entregado al capital. Muchas personas de derechas, sin embargo, no se ven reflejadas en ese fascismo y ese autoritarismo que demuestran pese a no estar contentas con que el Gobierno haya tenido que negociar con ERC. De hecho muchas de esas personas de derechas se preguntan constantemente ¿por qué Ciudadanos no pactó con Sánchez en abril un Gobierno de 180 diputados?, o ¿por qué Pablo Casado no ha tenido la misma deferencia que tuvo el PSOE con Mariano Rajoy y se ha abstenido en la investidura de Sánchez? Evidentemente es porque no querían a Podemos en el Gobierno pero ¿acaso no es mejor tener a Podemos en el Gobierno a que España se rompa según su propio pensamiento? Estas preguntas se las hacen muchas personas de derechas aunque no se las hagan los “iluminados” que dirigen los partidos de la zona diestra, ni los directores de los medios cavernarios.

Fracaso absoluto de Abascal que ya se veía como un caudillo guiando a las masas patrióticas a una nueva reconquista. Fracaso absoluto de la Iglesia católica que ha promovido por detrás estas concentraciones, al menos en su fracción carca y ultra. Fracaso absoluto de los medios de comunicación de derechas (casi todos) que ni ayer, ni hoy podrán tener a sus damas de la manipulación (Ana Rosa Quintana y Susanna Griso) hablando del patriotismo de los españoles mientras blanquean, otra vez, al neofascismo. ¡Cómo no habrá sido la vergüenza pasada por los directores de los medios que hasta El Mundo (primer periódico en cuanto a manipulaciones y número de columnistas de extrema derecha) ha sacado el vídeo de la canción fascista! Todo preparado para encumbrar a Abascal y su tropa para acabar haciendo como que ellos, los medios, no saben nada. Que la prensa cavernaria en España tiene un problema de análisis de la realidad es indudable. Entregados al salvajismo periodístico, donde todo lo inmoral es válido, han perdido contacto con la realidad y cada vez tienen menos capacidad de manipulación de las masas. En un país donde la mayoría de sus ciudadanos y ciudadanas son ácratas; donde las malas condiciones que la derecha instaló en sus vidas no se olvidan por mucho que vendan no-se-qué ruptura nacional;  intentar hacer de la mentira virtud parece que ya no surte efecto. Fracaso de Vox y de toda la derecha mediática en su campaña contra Sánchez.

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