Ante la evidente batalla que hay en el Vaticano, y más allá, entre unos y otros el sumo pontífice ha decido que la frase “Tu es Petrus” se debe cumplir. Si recuerdan, en el evangelio de san Mateo se cuenta que Jesús le dijo a Pedro lo siguiente: “Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia y las puertas del abismo no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los cielos, lo que ates sobre la Tierra, estará atado en los cielos” (16, 13-10). Así queda instaurada la sacrosanta legitimidad del pontífice.

A Francisco I le tienen un poco cansado las peleas de sotanas por ese poder terrenal que, desde luego, el pontífice no ha atado. Cansado de los unos y los otros. La apertura del proceso sinodal de los obispos ha tenido mucho que ver con todo esto. Una especie de péguense entre ustedes, primero en su diócesis, y luego en una sala vaticana, y déjenme trabajar tranquilo, que bastante tengo con lo mío. El Espíritu Santo ha tenido la amabilidad de concederle esa gracia y la piensa ejercer, con sus errores como humano que es, pese a quien pese.

La profecía del papa negro en Roma ha atraído a muchos como para calificarle de hereje o destructor de la Iglesia. Nadie puede negar que esa Iglesia, a la que tanto dicen amar, necesitaba algo más que una capa de pintura en las estancias y la fachada. Tampoco hay que negar que igual se le haya ido la mano al pontífice. Desmontar desde la cúspide a movimientos católicos, al Opus Dei, a los benedictinos y tantos otros, sin una explicación que fuese más allá de la manida ley de la oligarquía de Robert Michels, no ha sentado nada bien. Y más cuando se han lanzado puyas verbales como decir que algunos se habían pensado que eran más carismáticos.

Cierto, como han comentado a quien esto escribe en redes sociales, que la Iglesia de Francisco es mucho más de Misión que Política. Tanto Juan Pablo II como Benedicto XVI, también con sus circunstancias, actuaron menos en lo evangelizador y más en el proselitismo de ciertas capas y gobiernos. De ahí que haya, tomando las palabras del emérito recién fallecido –que se separó en esto algo de su antecesor–, expuesto que evangelizar no significa hacer proselitismo. Es más, el proselitismo no hace avanzar la Palabra, aunque guste a muchos miembros de la curia romana y la iglesia institución. Sus ataques contra los chismes no han sido tanto contra Georg Gänswein, que también, como a esos curiales que no hacen más que filtrar intencionadamente esto o aquello. Ya lo advirtió no hace mucho también.

Por tanto, el papa Francisco ha decidido que como él es el heredero de Pedro (aquí viene lo del Tu es Petrus) mejor para todos que las filas estén prietas y remen todos hacia el mismo lado. Sea cardenal o sacerdote de parroquia de pueblo, todos deben aceptar las reformas que él, como investido, está llevando a cabo. Respecto a la doctrina será el Sínodo el que decida por dónde caminar. No se alarmen antes de tiempo, viene a decir, porque aceptaré lo que me digan. Mientras tanto está haciendo buena limpia de toriles en el Vaticano y es posible que la apertura del caso Orlandi sea un palo-zanahoria para quienes intenten laminar su pontificado.

Verán cómo algunos retomarán la teoría de Hans Kung, al que han perseguido con saña, sobre la no infalibilidad del papa romano. Desde aquí sólo comentar que al final todos tienen algo de razón, pero no parecen querer darse cuenta.

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