Nada tan increíble como una persona afirmando su propia individualidad como ha hecho Isabel Díaz Ayuso al manifestar “yo soy otra persona”. No sabemos si lo dice por sufrir de desdoblamiento de personalidad y dependiendo del momento en que te dirijas a ella es una u otra persona, o es porque ha pasado por una máquina que le ha borrado el cerebro y ya no tiene recuerdos. Que la cuidadora de Pecas  esté al frente de una de la Comunidades Autónomas con más ingresos es un hito de la democracia. Con tal simpleza se muestra que en democracia cualquiera, con hacer la pelota y saber ejercer de esbirra, puede llegar a lo más alto.

La futurible presidenta de Madrid ya no tiene recuerdos de Esperanza Aguirre, que le colocó, ni de Ignacio González que le ascendió, ni de Cristina Cifuentes que le ayudó en la oligarquía del partido. De hecho, al ser otra persona y no la que fue, parece ser que las mamandurrias, los chanchullos y las tarjetas de gasto ilimitado son invenciones. Su otra persona igual conocía, se habría enterado, pero como ya no existe esa persona que no le reprochen nada. También es cierto que su colega de Ciudadanos, Ignacio Aguado tampoco sabe de qué le hablan. Él ya ha pillado la canonjía de vicepresidente y todo le parece bien. De hecho él también es otra persona, con los mismos recursos que Díaz Ayuso paradójicamente.

Sin darnos cuenta la dirigente popular ha descubierto el misterio de la trinidad

También fue otra persona la que estuvo, según publica Infolibre, en dos presuntos delitos de alzamiento de bienes. Y como fue la otra persona, aunque se llamase Isabel Díaz Ayuso, el dirigente de Ciudadanos cree que eso no es importante, que es parte del ámbito personal. Así que ya tenemos tres personas distintas en una sola. Porque Díaz Ayuso es la persona que estuvo en el núcleo irradiador de la corrupción del PP, es la persona que presuntamente alzó bienes para no pagar a Hacienda (con el daño a la ciudadanía madrileña que ello supuso) y la futura presidenta de la Comunidad de Madrid. Tres personas en una pero que no son lo mismo. Sin darnos cuenta la dirigente popular ha descubierto el misterio de la trinidad, política evidentemente.

Y esto a Ciudadanos le parece genial ya que también ellos y ellas tienen distintas personalidades. Son nacionalistas, cuñados, populistas, constitucionalistas, «falangistas» del mercado… Si Freud viviese en estos tiempos tendría para cambiar buena parte de su teoría con sólo encargarse de analizar a Díaz Ayuso y a Aguado. Que personajes así, los cuales piensan que la ciudadanía es estúpida, con ese bajo nivel gobiernen indica mucho del tipo de sociedad que se está creando en España. Y lo peor es que no son los únicos, que haberlos haylos en todas las partes de derecha a izquierda. Gentes cuya máxima es un eslogan y son incapaces de situarse dentro de la realidad ya ha habido a lo largo de la historia y, como nos enseñó Michel Foucault, acababan en instituciones de salud mental. Hoy en día logran llegar a presidir instituciones políticas de las que ¡¡¡dependen millones de personas!!! Eso sí, el accountability, que dicen los politólogos, o la rendición de cuentas ¿a qué persona hay que hacerlo? Porque conociendo a estas gentes dirán que es a la otra persona.

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