El primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, anunció a las tres de la tarde, hora española, la liberación de la ciudad de Mosul, último bastión del Estado Islámico.

A su llegada a la ciudad liberada, Haidar al Abadi, ha felicitado a los combatientes y al pueblo iraquí por la “gran victoria lograda” ante los yihadistas del Estado Islámico.

En un tuit, la oficina de información del jefe de Gobierno, informó “el primero ministro, Haidar al Abadi, ha llegado a la ciudad liberada de Mosul y ha felicitado a los combatientes heroicos y al pueblo iraquí por la gran victoria lograda”.

Su llegada a la ciudad de Mosul, simbolizaba el anuncio de la victoria sobre ISIS. La ciudad está destrozada, sus edificios en ruinas. Los yihadistas han matado a miles de personas y han desplazado a más de un millón más, que se han convertido en refugiados.

El primer ministro llego vestido de uniforme militar para felicitar a las fuerzas armadas de Irak por su victoria, una campaña que ha durado más de nueve meses. Los militares iraquíes todavía deben enfrentarse a la guerrilla, células Yihadistas durmientes y a terroristas suicidas.

Los militares saborean la victoria por los callejuelas de la ciudad vieja, llena de escombros y de peligros. Casas con trampas explosivas, que los militares deben limpiar, para que sus habitantes puedan regresar.

No será fácil la vuelta a la normalidad, a pesar de la expulsión del Estado Islámico. Los militares deben enfrentarse a la resistencia escondida en túneles y callejones. Una ciudad milenaria tiene muchos sitios por donde la guerrilla puede crear terror. Los soldados recorren las calles de Mosul en sus carros blindados, con la ayuda y el asesoramiento de las fuerzas armadas estadounidense.

Pero la victoria no ha sido dulce para el ejército y el gobierno de Irak. No han podido colgar, en señal de victoria, su bandera sobre la mezquita Grand al-Nuri y su minarete inclinado, que fue destruido en las últimas semanas, como acto final de la barbarie del Estado Islámico en Mosul.

«Cuando la lucha se detiene, la crisis humanitaria continúa»

La mezquita Grand al-Nuri y su minarete, fueron empacados con explosivos, semanas antes y volado cuando el ejército iraquí estaba cerca de tomar la ciudad.

Precisamente en 2014, en esta mezquita se proclamo líder del Estado Islámico, Abu Bakr al-Baghdadi. A los pies de los restos del minarete, los soldados iraquíes posaron sonrientes mientras se pudrían bajo el sol, los cuerpos de los combatientes Yihadistas.

La batalla por la ciudad vieja de Mosul ha sido encarnizada. Según declaraciones de los oficiales iraquíes, la lucha ha sido metro a metro. En los últimos momentos de la batalla, militares rebeldes han intentado escapar tirándose al rio Tigris, uno de los ríos históricos de los persas, pero fueron abatidos.

Según estimaciones de medios estadounidenses, las bajas del ejército de iraquí se pueden calcular en más de mil y en miles el de civiles asesinados a manos del Estado Islámico, algunos por fuego amigo, en ataques aéreos estadounidenses.

Siete periodistas han sido asesinados, entre ellos dos corresponsales franceses y su guía, un periodista kurdo iraquí, en una explosión de la mina en las últimas semanas.

Abandonaron la ciudad vieja de Mosul 676.000 civiles, según cifras de Naciones Unidas. De los 54 barrios en el oeste de Mosul, 15 han sido destruidos, lo que incluye más de 32.000 casas. Otros 32 barrios están seriamente dañados. Esto hace muy difícil la vuela de los civiles a sus casas. La ayuda humanitaria sigue siendo necesaria. Podemos concluir este artículo con esta frase que resume el pasado de terror y de violencia y el futuro incierto de un pueblo liberado, no de la crisis humanitaria. «Cuando la lucha se detiene, la crisis humanitaria continúa»

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