Están enfadados los socios de Unidas Podemos (o lo que sea que se llamen en la actualidad) con el PSOE porque está haciendo todo lo posible por retrasar la aprobación de la conocida como Ley Trans. Una ley que no es transexual sino transgenerista, algo que parece lo mismo y no lo es. Desde sus redes mediáticas (que tenerlas las tiene por mucho que se quejen) y con la ayuda del lobby gay (incluyendo el interno del PSOE) se viene diciendo que Pedro Sánchez ha cambiado su posición respecto a la ley pues en su momento iba a sacar una ley similar.

El presidente del Gobierno no ha cambiado nada, él está a favor del transgenerismo, lo que ocurre es que, al fin, las mujeres feministas del PSOE (y de fuera) se han sublevado y como toda su vida es un cálculo electoral, ha reducido la marcha. No se pueden quejar las queer del gobierno porque Sánchez ha permitido que la ley sea tramitada por vía de urgencia, por lo que el debate es prácticamente inexistente. Ya saben, sin esta ley no se va a poder superar la crisis económica, ni Putin perderá la guerra, ni los precios dejarán de subir. Ahora bien ¿han cambiado las feministas del PSOE que ahora aprietan al presidente? No, como verán.

Lo primero que hay que aclarar, por si alguien no lo tiene claro, es que ser mujer no convierte a esa persona en feminista. El Gobierno y la Ejecutiva federal pueden tener muchas mujeres, pero eso no es indicativo de que el feminismo esté representado. Tampoco hay ningún socialista y el partido tiene una “S” que simboliza ese concepto. Carmen Calvo sí era y es feminista, pero no todas las mujeres. Algunas apoyan el feminismo pues les conviene, ya se sabe que hay un 50% de puestos en los que colocarse, otras lo hacen siendo conscientes de lo que defiende el feminismo. Hecha esta aclaración se puede desmontar la falacia de que el PSOE ha cambiado…

En abril de 2014, la Concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Fuenlabrada (PSOE) realizó unas jornadas para hablar de feminismo. Todas las ponentes (Amelia Valcárcel, Alicia Miyares y unas cuantas más) criticaron la autodeterminación de género (se puede decidir en cada momento si se es hombre, mujer o cabra) de la teoría Queer, que es lo que está detrás de la nueva ley que quieren aprobar. Ante un auditorio repleto de mujeres feministas del PSOE (donde había diputadas regionales y concejalas de diversos ayuntamientos) se advirtió del peligro que suponía la autodeterminación de género. Por supuesto el borrado de la mujer, pero también el coladero de parafilias diversas y engaños al no haber ningún control.

En el 39° Congreso del PSOE ya hubo un intento de hacer norma interna, por parte del lobby gay, la autodeterminación de género. Se frenó con bastantes problemas pues, ya saben, a aquel congreso acudieron masas de seres irracionales con la única intención de asesinar a cualquiera que se opusiese a Sánchez. Pero el lobby gay logró colarse en la ejecutiva (se habla de lobby gay, no colectivo homosexual, ni lesbianas…) ante la presencia de algunas feministas de verdad. Pues hay que distinguir entre quienes defienden, digámoslo así, la ideología de género (podemitas, postcomunistas, queer, parte del lobby gay…) y la doctrina feminista. En el PSOE siempre se ha defendido la doctrina feminista.

Es cierto que se han aprobado en diversas Comunidades Autónomas leyes similares a las que se quiere aprobar a nivel estatal. Leyes cuya validez es cero pues no tienen esa capacidad legislativa. Por cierto cuando en la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes aprobó una ley de autodeterminación de género todo el mundo votó a favor (Ciudadanos, y este dato es revelador, muy a favor y casi impulsores), menos David Pérez (¿le devolverán ahora los 400 euros de multa?). Tras esa aprobación hubo una reunión de mujeres del PSOE para hacerse una foto con Carla Antonelli (ex-diputada y ex-militante). En ella estaban la ministra Reyes Maroto y la ministra de Justicia, Pilar Llop. Sin embargo hay tres ausencias significativas, tres feministas que no salieron en la foto. Al no tener validez jurídica no montaron un escándalo, menos sabiendo que Sánchez había instaurado un reglamento criminal.

Sánchez logra la presidencia del Gobierno y entre las cosas que acuerda con Pablo Iglesias e Irene Montero es la ley de autodeterminación de género. A esto se acogen ahora para decir que ha cambiado de posición. Y sí a Sánchez le da igual esto, de hecho ni sabrá a que se refiere, pero Calvo sabía perfectamente que no saldría adelante, porque se agotaba la legislatura, y tragó con un papel mojado. Pero lo que se oculta en las informaciones es que numerosas mujeres del movimiento feminista ya estaba alertando del peligro de esa ley. Incluso dentro del PSOE también. Existe un documento interno de Izquierda Socialista donde ya se advertía de la deriva peligrosa de esa ley. Como no iba a ningún lado y ante unas elecciones generales se calló en ese momento. Lo mismo que han hecho mujeres feministas en ciertas comunidades. No sirviendo legalmente para nada, pues que aprueben lo que quieran. Algo que no se entiende mucho pues en ciertos lugares el lobby gay tiene menos fuerza electoral que la UGT con Franco.

Mientras tanto, para que vean que nada es casual, en Izquierda Unida se iba laminando a las feministas que se oponían a los vientres de alquiler y el delirio transgenerista. En Podemos como las bases son ficticias, pues daba igual. El fermento de crítica tanto en el PSOE como en IU a las propuestas queer existía pero carecían casi de publicidad. En Twitter, principal red social de comunicación, eran muchísimas las mujeres feministas que ya estaban advirtiendo de lo que ocurría, muchas de ellas del PSOE, en los países donde se habían aprobado leyes similares. Pedófilos metidos en vestuarios con niñas, por ejemplo. Hombres/mujeres generistas masturbándose en baños. Hombres que transicionaban sin cambio físico y apuñalaban a sus mujeres, acabando en una cárcel de mujeres. U hombres cambiando para competir en categorías femeninas del deporte.

Cuando Sánchez cedió el ministerio de igualdad a Iglesias, porque fue imposición de éste para colocar a su pareja, comenzó el levantamiento de las mujeres del PSOE. Mientras el feminismo estaba “protegido” había calma chicha, en cuanto se dejó en manos de les queer, todo saltó por los aires. La cabezonería de Calvo y otras mujeres no era por perder el carguito, o por tener menos poder, era porque sabían perfectamente lo que vendría. Desde el mundo podemita pretenden no sólo que cualquiera se cambie de sexo registral sólo por el deseo (y que todos los españoles paguemos los costosísimos tratamientos sin vigilancia), sino legalizar la prostitución o aprobar los vientres de alquiler. Cualquier día, como pide su querida Judith Butler, pedirán que sea legal la pedofilia. Como se observa un trabajo fino ¿en favor de las mujeres?

En el Gobierno actual ninguna mujer se va a quejar públicamente, no van a volverse a ver en una igual en la vida, por mucho que se digan feministas. Si les preguntasen no sabrían ni qué supone el transgenerismo, ni lo queer. Son feministas woke o de oído. El problema lo ha tenido Sánchez en el seno del partido, donde las feministas (muchas de ellas entre 30 y 40 años, por lo que José Luis Rodríguez Zapatero no tiene razón al hablar de cuestión generacional, de hecho no sabe ni de qué habla, como le ha pasado siempre) ya estaban organizadas en redes y saltaron en el 40° Congreso. No sólo contra lo queer, sino contra el lobby gay que pretendían colar, como caballo de Troya, todo lo que perjudica a la mujer pero beneficia a las farmacéuticas y a los explotadores de mujeres. Ahí es cuando la opinión publicada comenzó a prestar atención a una batalla que venía gestándose desde 2014, al menos.

El PSOE no ha sido queer, Juventudes Socialistas sí, pero tampoco se les puede pedir coherencia a unos neoliberales de manual (sección progre). El PSOE ya llevaba con las mosca detrás de la oreja. No dijo nunca nada con la ley anterior porque había dos instancias que verificaban que era real lo que decía la persona (disforia), el psicólogo/psiquiatra y el juez. Ahora se pretende cambiar por el mero deseo de cada cual. Un espantajo que sirve para una colectivización que va más allá de lo meramente transexual. Hay un gran negocio detrás, no sólo por los medicamentos, sino por cierto identitarismo consumista. Y en todo ello las personas importan poco pues ya no hay seguimiento psicológico, ni lo habrá porque nadie se va a atrever por las penas que se pueden imponer. A los verdaderos transexuales los van a sacrificar. Y a las mujeres, que han sido el único movimiento que ha plantado cara a los poderosos, también.

Y esto es lo que le han dicho a Sánchez y sus amigos del lobby gay las feministas del PSOE. Por eso, y acudiendo a un reglamento estaliniano, quieren expulsar a Calvo. Como los “camisas pardas” pretenden meter el miedo a las feministas dentro del partido. De momento Sánchez les ha pedido silencio a unos y otras, pero la batalla sigue y las mujeres no van a cejar en el empeño. Un empeño de años no decae por muchas sonrisa profident que ponga el secretario general. Sánchez ha encontrado en las feministas su talón de Aquiles, por ello salen todos los medios a apoyarlas ahora. Culpa suya no haber hecho caso cuando debía. Para eso tendría que tener cierta perspectiva que no sea electoral.

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