Podemos ha tenido un fuerte apoyo dentro de la militancia del PSOE. De hecho, Alfredo Pérez Rubalcaba se quejaba de la podemización de las bases poco antes de fallecer. Un apoyo que llevó a casi exigir a la dirección socialista que se pactase con Podemos el gobierno en la primera elección de 2019, en vez de tratar de una alianza con Ciudadanos que habría proporcionado una mayoría absoluta. Que se gritase “Con Rivera, no” a las puertas de la calle de Ferraz no refleja esta realidad vivida en el seno de las bases, entre otras cuestiones porque compañeros de Diario 16 que allí estuvieron observaron a gente vinculadas con la formación morada arengar a las bases. La militancia real estaba en las mesas de escrutinio aún. Pero eso no supone negar que había podemización.

Hasta hace bien poco las bases socialistas apoyaban más a los ministros podemitas que a los suyos propios, en alguno de los cuales veían ciertas querencias liberales que no les agradaban. Sin embargo, las cosas han ido cambiando radicalmente en los últimos meses de forma radical. En Podemos no han debido valorar bien sus ataques o han confiado demasiado en el aguante de los ministros socialistas, pero poco a poco el enfado de las bases socialistas ha ido creciendo contra las gentes de Podemos. Ese arrogarse todo lo bueno que hace el gobierno, aunque no sea parte de sus asignaciones; ese adanismo negando la lucha feminista de década del PSOE y creyéndose las inventoras del feminismo (del antifeminismo disfrazado de feminismo posiblemente sí); ese señalar como fascistas a los que les critican; ese señalar a los ministros del PSOE todas las semanas y casi todos los días han terminado por cansar a demasiados militantes. Ya no hacen gracia las bufonadas de Pablo Echenique. Ni la chulería de Irene Montero. Ni el egocentrismo de Pablo Iglesias, a quien en los foros del PSOE se conoce como amado líder.

Han ido aguantando hasta que Iglesias ha decidido traspasar la línea roja que quedaba en la paciencia de los socialistas: ha atacado a Salvador Illa y, lo que es peor, a Pedro Sánchez. Decir que el ex-ministro de Sanidad es el candidato de las élites porque le apoyan muchos medios, olvidando que Podemos llegó a ser Podemos gracias al apoyo que recibió de televisiones parafascistas, de Antena 3, de Telecinco y, especialmente La Sexta, todo ello para acabar con el PSOE y que el PP pudiese gobernar plácidamente es algo más que hipocresía. Illa es una persona moderada que no entra en esas batallas de egos que tanto gustan a Iglesias, que se le ataque más allá de la lógica de campaña ha sentado a cuerno quemado en la militancia socialista. Más cuando hasta hace poco era compañero de gabinete (del que no se despidió ningún ministro de Podemos, por cierto). Pero atacar al presidente del gobierno y verdadero líder interno del PSOE, mostrando toda la deslealtad del mundo ha sido el tope.

Haciendo uso de todo el ego que es capaz de acumular, que ha dado muestras de ser bastante, Iglesias ha afirmado que él es republicano y que Sánchez es monárquico. Da a entender, en la entrevista en el Huffington Post de ayer, que Sánchez jamás apostaría por una república democrática porque está “convencido” de que la monarquía es mejor. Más allá de la obsesión republicana, mecanismo por el cual ha engañado a más de un socialista, lo que pretende afirmar es que Sánchez no es de izquierdas. De hecho al hablar de algún tipo de gobierno en Cataluña afirma que sin Albiach no habrá “condición de posibilidad” de algo así. Oculta, de manera torticera, que los Comunes apoyan la legalización de la prostitución y el proxenetismo, algo que no parece muy de izquierdas. Cuando le preguntan por la lealtad dentro del gobierno, afirma que sólo es leal al acuerdo firmado (“hasta ser cabezón”) por lo que en los demás temas que surjan puede y debe atacar a los demás ministros, incluyendo al presidente del Gobierno. Y por aquí ya no pasan los socialistas.

Tanto ego sumado en una persona (es normal que los dirigentes políticos tengan un ego subido pero no tanto) ha sido bastante repelente para la militancia socialista. Le han aguantado tontería tras tontería. Incluso la manía que tiene con una república que no llegará y que parece el único motivo político que le queda al que agarrarse, se ha pasado por alto pese a perjudicar a todo el gobierno. Pero atacar al dirigente máximo del PSOE no, no lo aguantan, ni se lo aguantan. Para ser socios de esta forma, mejor romper empiezan a pensar en los foros socialistas. Saben que eso no se producirá, por parte del PSOE al menos, y esperan sentados a ver cómo se va extinguiendo Iglesias y perdiendo votos todas las veces que abre la boca. Y como tiene incontinencia verbal pues cada día más votos que pierde. Pero sentarse a esperar que se ahogue en su propio vómito no significa que le vayan a pasar ni una más. De hecho se aprecia en las redes sociales un cambio radical. Personas que antes remaban en favor de ambos partidos han comenzado a señalar todo lo que proviene del ambiente podemita. Se acabó el matrimonio de conveniencia política. Ahora a cada ofensa se responderá con la misma dureza. De hecho, más de uno y más de dos están esperando al domingo para pasar la factura. Sánchez callará pero sus tropas no.

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