Fuente: Tokio 2020

Como sucede en otros deportes, los aficionados suelen sobrevalorar a sus propios jugadores y minusvalorar a otros. También se suele catalogar de paquetes a esos jugadores, muy inflados por la prensa –todo sea dicho-, que a los que observan carencias. No serán las mismas carencias que vea un aficionado del Huesca que uno del Betis, ni por supuesto un aficionado de Atlético de Madrid, Real Madrid o FC Barcelona. En MotoGP suelen decir muchos que ven las carreras, lo que no supone que entiendan del tema, que tal o cual es muy malo o un bayetas (esto es verificable), cuando la realidad es que son todos muy buenos. Los que ganan es que son extraordinarios. Algo así sucede en el fútbol. Para jugar en primera división (incluso en segunda) hay que tener un nivel altísimo y los que destacan son auténticos fieras, salvo que se les sobrevalore.

Hace muchos años, en la típica rueda de prensa en la que le estaban calentando la cabeza, Luis Aragonés ofreció otras de sus lecciones magistrales al señalar que sí, que muy bonitos los taconcitos, las ruletas, los cañitos y demás, pero que si no servían para conseguir una ventaja, un gol o un pase de gol (odiaba el término asistencia), era pura filfa. De jugadores que lo hacen bonito y no sirve para nada están los medios de comunicación llenos. “El regate maravilloso que nunca se ha visto”; “El taconazo estratosférico que lleva mil visitas” y así hasta rellenar páginas y páginas o artículos digitales con jugadas que… ¿han servido para algo? Todos han visto regates de Vinicius maravillosos ¿cuántos han terminado en pase de gol o en gol? Pedri hizo mil regates en la Eurocopa ¿para qué sirvieron? João Félix hace taconcitos en el medio campo ¿sirven para algo? Estas jugadas suelen enloquecer a una parte de las aficiones hasta provocarles pensamientos sexuales, pero la realidad es que, como decía el Sabio de Hortaleza, “ná de ná”.

Cuando se habla de golazos, también suele haber muchos jugadores sobrevalorados en esas listas. Hay jugadores que meten tres golazos en la temporada y salen en todos los resúmenes de jugadas destacadas, pero ¿han servido de algo esos golazos en esos partidos? ¿Tres goles sirven para encumbrar a un jugador al estrellato? Para los pajilleros de los highlights, que suelen ser los mismos de las estadísticas, esos jugadores la romperían en cualquier equipo y si no triunfa en un grande la culpa es del entrenador que no le pone lo suficiente –por diversas razones-, que no le sitúa en su sitio –esto suele suceder- o que le tiene ojeriza por cualquier cosa. Alguien que ha metido esos tres golazos ¿cómo no es titular indiscutible? Muy sencillo porque está sobrevalorado o no tiene los intangibles necesarios para jugar en un grande.

Jugar en un grande exige algo más que calidad

Cholo Simeone, Koeman o Mourinho, por citar entrenadores de los equipos grandes de España, siempre lo dicen en las ruedas de prensa y entrevistas. El puesto se gana no con filigranas sino con trabajo, juego en equipo y luego la calidad de cada cual hará el resto. Unos intangibles, a los que sumar lo mental, que no se necesitan para jugar en otros equipos o en otras divisiones. ¿Por qué la mayoría de canteranos, que acaban poblando equipos de menor entidad (presupuestaria especialmente), no suben al primer equipo y permanecen? ¿Piensan que un lateral derecho, un central o un volante de la cantera no se quedarían en el primer equipo si tuviesen lo que hay que tener? Que no es calidad precisamente. ¿Cuántos jugadores que abandonan los grandes equipos, ya mayores, han completado una o dos temporadas magníficas en equipos menores y parecían acabados en esos grandes equipos?

Se necesita cierta mentalidad ganadora que no todas las personas consiguen mantener a lo largo del tiempo. Algunos porque les han hecho tantos halagos que se piensan que no deben esforzarse contra un equipo pequeño, al que se ganará con la calidad solamente (en ocasiones es así, especialmente si la visita es de un equipo entrenado por Abelardo a Real Madrid o Barça), pero que acaban asombrados al ver que chupan banquillo más de lo normal. Cuando se juega en un grande, un empate es un mal resultado a priori y, casi siempre, a posteriori. Hay que ganar o ganar. En otros equipos, un empate se da por bueno porque siempre hay que sumar. Y así les pasa a esos equipos, que no llegan a dar el salto para situarse al lado de los grandes permanentemente –equipos como Villarreal, Valencia, Sevilla, etc.- y disputar la posibilidad de “y si”. Este tipo de pensamiento no es válido para todos los jugadores. No es lo mismo meter 13 goles con el Huesca –que te hacen estrella- que pasar a un equipo grande y estar obligado a meter casi todas las que te lleguen y superar esas cifras. Ahí tienen casos como, en un Atleti paupérrimo, el de Javi Moreno o el de Jovic.

Además de la mentalidad y la presión de no fallar, al menos más de la cuenta, está el trabajo conjunto. En los grandes equipos, incluso en el Barça de Messi, dejarse el pellejo, presionar, pelear, conducir con criterio, dar el pase correcto, hacer coberturas, jugar sencillo, rápido de mente y siendo eminentemente eficaz y práctico es ley de vida. Si te quedas atrás después de fallar un pase, lo más probable es que al partido siguiente chupes banquillo. Si te pasas el partido sobando el balón sin ninguna eficacia, dejarás de estar en las alineaciones. Si eres de taconcitos y regates inútiles, te venderán en la siguiente ventana de fichajes. Pues esto, que parece sencillo, no lo entienden muchos aficionados que quedan asombrados porque un chaval meta doce goles con Osasuna y ya le piden para su propio equipo; que se creen a la prensa cuando por dos o tres golazos venden al chaval como “el nuevo Messi”; que priman lo estético sin ver la eficacia; que alucinan con las estadísticas sin ver el partido –esto es muy típico del fanático de Rodrizontal (siete mil pases buenos, pero todos al lado o para atrás)-.

Esos intangibles que encierran la mentalidad, la eficacia, el trabajo y la calidad práctica, son los que impiden a Asensio triunfar en el Madrid; que Lodi sea visto con muchísima suspicacia por la afición del Atlético de Madrid; o que se asusten cuando ven llevando el juego del equipo y ganando 10 millones a Sergi Roberto en el Barça. Es por cuestiones como estas que la mayoría de canteranos no acaban llegando al primer equipo (el famoso hay que tirar la puerta a patadas). Es por esto que fichar jugadores de equipos menores no siempre funciona para los equipos grandes (veríamos si Rafa Mir encajaría, como dice él, en el Atleti o Emerson deslumbra en el Barça) y sus miradas acaban yendo a otro tipo de jugadores. Por eso Florentino Pérez está empeñado en Mbappé y no en el cualquier delantero random –bastante que Zidane le convenciese de fichar a Jovic-; por eso la exigencia en fichar cierto perfil de jugadores de la afición rojiblanca (especialmente la más madura) y no otro; por eso Laporta, a coste cero eso sí, ha fichado lo que ha fichado. Casi todos son jugadores de equipo grande. Se podría hacer una lista extensísima de jugadores que ficharon por los grandes y no duraron ni un suspiro porque no valían… para jugar en ese equipo. Puede que no sean paquetes, ni estén exentos de calidad, pero no sirven para esos equipos.

1 Comentario

  1. Totalmente de acuerdo. Varios ejemplos:
    Hagi, Riquelme, Saviola, Ivan de La peña, Alfonso Perez..
    Parecen buenos si ves un resumen, pero si te fijas bien o estan permanentemente intentando la genialidad ( Hagi, De la Peña …) o necesitan un balon para ellos solos (Riquelme ) o fallan controles inexplicables ( Alfonso y Saviola ).
    Y aqui un ejemplo de jugador de equipo grande. Luis Enrique; adorado por Luis Aragones. Leia muy bien los partidos, trabajaba equilibrando la media y sabia como hacer daño… o bien llegando en segunda linea o bien buscando los huecos de los defensas (Roberto Carlos bien lo sabe ); jugadores como ese o Raul, siempre con el cuchillo entre los dientes….

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