Fuente: PP Madrid

¡Cómo estarán de mal los sectores conservadores que debe recurrir a los viejos dirigentes habituales del liberalismo-social para poner en duda todo lo que hace el PSOE! Sí, no recurren a ninguna persona que tenga cierta ascendencia dentro del partido; ni a nadie que represente el sentido crítico que existe en el PSOE; ni a persona alguna que posea cierta capacidad intelectual del arco izquierdo porque no las hay o no quieren dar carnaza, que es lo que al final buscan, de ahí que busquen, cual arqueólogos de lo cárnico visceral, entre el pasado del PSOE. Estos días la conservaduria mediática busca y encuentra a personajes del pasado (un pasado penoso en algunos casos) que están en el PSOE sólo por molestar, porque no se entiende su indisposición continua a todo lo que se diga o haga en la calle Ferraz.

En esta época de la política espectáculo, donde importa más el gruñido que el razonamiento, Joaquín Leguina es la estrella conservadora preferida. Con su ya archiconocida socarronería, la misma que gastaba con Pepe Acosta y sus edecanes, hoy bien colocados como Rafael Simancas, Iván García Yustos (el del teléfono erótico a costa del Ayuntamiento de Móstoles) o Francisco Pérez, siempre que puede intenta dejar en mal lugar a Pedro Sánchez. Da igual lo que haya dicho, hecho o pactado, al ex-ex-PSOE siempre le parece mal. Le parece mal que el PSOE haya perdido la esencia como partido. Algo en lo que puede tener razón pero que no es muy diferente a lo que pasaba en sus años de mandamás, pero como estaba en el machito nada decía. Le parece mal que el PSOE pacte con el resto de la izquierda, pero cuando él lo hacía con comunistas entregados a la URSS era maravilloso. Le parece mal todo lo que hace el actual secretario general porque, al fin y al cabo, le gustaría que entregase al Partido Socialista Obrero Español a la cuarta palabra del nombre del partido, a lo español reaccionario. Tal y como es su pensamiento, reaccionario y entregado a la clase dominante. Esa misma que le invita a altos copetes y le doran la píldora para que siga malmetiendo contra “ese chaval”.

Lo común a toda la vieja dirigencia del PSOE, no sólo es que se crean más importantes de lo que son en términos de influencia, sino que es anteponer la bandera a lo social. Hablan de grave quiebra del Estado español por el tema catalán, camuflando realmente la verdadera quiebra que se está produciendo en España, la social (pobreza, precarización, privatización de lo público). Como buenos pequeño-burgueses de los de toda la vida acaban apoyando y utilizando las estrategias de cortina de humo (Cataluña) para que no se vea la verdadera quiebra de España (pobreza y pérdida de derechos laborales). No le habrán escuchado a Leguina, ni a González, ni a Corcuera quejarse de la posibilidad de despedir a una persona por enfermar (ni por la manipulación de las mutuas de ciertas enfermedades laborales que se esconden de otras formas). Eso les importa poco o nada porque están insertos dentro de los amancebados del capital. Les preocupa la nación española, esa construcción del siglo XIX propiciada por la burguesía para obtener y mantener privilegios frente al pueblo español y que contradecía la pluralidad de las distintas gens o tribus ibéricas. Acabar con Sánchez y la posibilidad de un Gobierno de Coalición no es culpa de Cataluña, sino porque quieren una gran coalición que no resolvería el tema catalán pero sí el tema capitalista, que es el que les interesa a estas personas.

Traemos a Leguina hoy, no por ser un esbirro del capital, siempre lo fue y no es desconocido para la gran mayoría (piensen que ya hace años era la derecha pequeño burguesa del PSOE), sino porque la última ocurrencia que ha tenido es afirmar “sin dudarlo” que la consulta a la militancia ha sido manipulada. ¿Cómo lo sabe? ¡¡¡Porque le han enviado un mensaje!!! Si fuese esa la respuesta de cualquier estólido o profano en las ciencias sociales cualquiera podría pensar que “se ha dejado llevar por un bulo más”. El problema es que Leguina ha sido un científico social durante su juventud y por ello sabe, salvo que tenga problemas de memoria, que la recepción de un mensaje no es prueba alguna para confirmar cualquier tipo de pucherazo. Es más, de tener las pruebas debería hacerlas públicas y así sacar de la supuesta ceguera a la militancia del PSOE. Ni las sacará, ni las tienen realmente porque es conocedor que sus palabras serán utilizadas para dañar a su enemigo Sánchez. Por eso, cual populista (en este caso del sistema) lanza bulos contra la dirigencia de su propio partido no en busca de un mejor funcionamiento interno, no en busca de una cota ética mayor, sino por el simple hedonismo del ególatra que se piensa indispensable para la sociedad. Como le pasa a su otrora enemigo Guerra, la verdad es que no asumen la pérdida de presencia social. Devoradas sus personalidades por la sociedad espectáculo que han ayudado a construir para someter a la clase trabajadora, quedan unas fantasmagorías del pasado que, contra lo que querría Derrida, espantan no por su valor sino por su ajada posición ideológica. Es normal que con los años las personas se puedan moderar, pero ser reaccionarios como son estas personas tiene que ver con problemas psicológicos mayores. O que en el final de sus vidas surge el burgués real que han llevado escondido. Sea como fuere, saben que hacen daño y con más saña acuden a lanzar sus esputos mediáticos. España no les importa, lo que quieren es acabar con Sánchez y el PSOE.

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