Parece como si espiar y fabricar noticias-mentira contra un partido político desde el poder del Estado y con el partido gobernante como inductor de la felonía fuese de lo más normal. Parece que en un sistema democrático, liberal representativo pero democrático, esas cosas son habituales y parte del attrezzo constitucional. Parece que pervertir los valores democráticos incardinados en la propia democracia y su sistema de contrapesos públicos y privados es lo normal. Parece que introducirse en los intersticios de lo democrático para actuar frente a una posible escisión de “lo normal”, como ha sido el caso de Podemos y sus denuncias del poder en sí, no supone ningún tipo de prejuicio moral para ningún partido. En fin, parece que tenemos una democracia podrida hasta los tuétanos y nadie dice nada.

Lo último que se ha conocido es que la cámara que se utiliza para proteger a Pablo Iglesias e Irene Montero en su casa se ha venido utilizando más bien para espiar, en el tiro que tuviese la cámara, y las imágenes se difundían en tiempo real en una página web para el consumo de morbosos o mafiosos, que nunca se sabe. A esto se suma el golpe de Estado perpetrado por la unión de las cloacas PP-Villarejo-Inda para que la formación morada no lograse situarse como primera fuerza política de la izquierda (quién sabe si como fuerza gobernante). Ya dijo el presidente del Banco Sabadell que se necesitaba un Podemos de derechas y ahí que le metieron los dineros y los medios a Ciudadanos, porque el PP está tan podrido de corrupción que ya no era ni rentable para el establishment. Debe ser por eso, porque habían saqueado durante años los bolsillos de los empresarios, que el PP vio que su vida de saqueo y altos cargos se acababa y lanzó la conspiración con quienes mejor podía hacerlo. Un señor de las cloacas y un señor que gustosamente se revuelca en el fango del periodismo de casquería y la mentira.

Isabel Díaz Ayuso, como se puede ver en el tuit adjunto, carece de cualquier ética democrática pues sigue insistiendo en una de esas facturas falsas que crearon con el –exministro de Finanzas bolivariano y que se dijo se abonó en un paraíso fiscal. Es evidente que ni tiene el cerebro necesario para darse cuenta y que es del PP. Pero ¿y el resto de partido? Todos callados. No se sabe bien si porque aquello les benefició y beneficia, ahora que la Operación Traición parece que funciona, o porque carecen del mínimo compromiso con los valores democráticos. No es que sean maquiavélicos, Maquiavelo era un republicano al fin y al cabo como se puede comprobar en los Discursos sobre la primera década de Tito Livio, no hay razón de Estado en sí en esta operación, es que carecen de lo mínimo para decir que son demócratas. Seres amorales para los que en política todo vale, incluso el asesinato. Ya sea de Olof Palme, de Aldo Moro o de la Baader-Meinhof (la Fracción del Ejército Rojo), los supuestos demócrata han aducido una supuesta razón de Estado para cometer ciertos crímenes, pero este no es el caso. Y deberían hablar y protestas y señalar y cabrearse y denunciar y tener ética.

El otro día, desde el PSOE, Manuel Mata se posicionó claramente contra toda esta ignominia política y lo ha vuelto a hacer con la última aberración contra Iglesias y Podemos. José Luis Ábalos, un poco por escapar del tema, dijo que los más perjudicados habían sido ellos porque no se pudo conformar un gobierno en 2015. Cierto que sí, pero Sánchez I tenía tanto miedo como el resto del establishment a Podemos en aquellos tiempos que respiró y utilizó la información falseada para beneficio propio. Tal vez por ello calle hoy y no quiera remover el tema. Paradójico en quien dice haber sufrido presiones del establishment para abstenerse y que gobernase el PP. Aunque fuese por compañerismo, no de izquierdas, sino de ataques del mismo enemigo debería haber manifestado algo porque es grave lo que ha acontecido.

Todo esto que los partidos ven como una especie de “¡Que se jodan en Podemos por denunciar tanto!”, sin embargo, supone que nuestra democracia carece de lo mínimo esencial para funcionar de manera adecuada. Que un partido pueda organizar tal campaña contra otro partido y que ese partido no sea ilegalizado y todos sus dirigentes imputados dice muy poco en favor del poder judicial. Que los medios de comunicación, que se dicen libres aunque vemos que no lo son, traguen con esas mentiras y noticias falsas, sin que se les mueva el rictus a sus directores. Que la clase política, aunque sea para prevenirse de que le pudiese pasar a ellos, no digan nada indica que lo único importante que hay en sus vidas es el cargo, llevárselo crudo y hacer que se gobierna por el bien común. Es irritante que nadie defienda los valores democráticos subvertidos y que muestran a una democracia de baja intensidad, una democracia podrida, una democracia vendida a los intereses del capital de la que todos, de una forma u otra, acaban aceptando mamar y vivir lo mejor posible.

No son demócratas verdaderos, se han constituido en una oligarquía plutocrática que, mediante la utilización de los artificios de la sociedad del espectáculo, engañan a las personas para hacerles ver que sí, que gobiernan bajo ciertos principios diversos en favor de todos. Lo que se demuestra es que la democracia en España está infectada de lobbies que van a sacar su tajada y que mediante ese pago legitiman el sistema; de políticos que carecen de valores democráticos y republicanos; de un poder económico que todo lo colapsa en beneficio propio. No hay más que una falsa democracia al servicio de la plutocracia. Y como eso lo saben en la cima del poder político callan cual bellacos. Lo que viene pasando con Podemos no afecta sólo a Podemos sino a todas y todos. Es la quiebra de la democracia en España. Es la banalidad democrática.

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