Las cifras no engañan. Eso lo hemos escuchado decir y lo hemos leído cientos de veces en todos lados, y de tanto escucharlo y leerlo, como la canción de “despacito”, acabamos tarareándolo e incluyéndolo en nuestras conversaciones en un absurdo por el cual nosotros mismos nos vemos sorprendidos, y sin entender muy bien cómo ha sido y en qué momento alcanzamos el sinsentido.

Las cifras no engañan, la recuperación económica es noticia. La acelerada pronunciación de nuevos empleos ha sorprendido incluso al más entusiasta economista. En realidad, es cierto, las cifras no engañan, pero ¿qué hay en la profundidad y en la oscuridad de las cifras? Lo que hay es una estafa inmoral e inhumana, trabajos penosos de horarios interminables bajo una intensidad insoportable; lo que hay es seres humanos atrapados en la agonía de sobrevivir. Pero no solo la recuperación económica trata el narcisismo de trabajos penosos de horarios interminables, también acapara y vomita la temporalidad y el empleo a tiempo parcial con sueldos ridículos.

Residimos en un época de estadísticas y cifras que lo envuelven todo, y que pronuncian e intentan convencernos de certezas y verdades que nada tienen que ver con la realidad, y en esas, mas oscuras que las demás, siempre se encuentran las cifras de empleo o desempleo que intentan en todo momento desvirtuar un presente como es el actual, agónico y desproporcionado. Y lo peor de todo ello, o lo más deprimente, es que hay seres humanos convencidos de que, en verdad, se está llevando a cabo una recuperación económica digna y loable para los trabajadores y para la ciudadanía en general, y no por otro lado, la desfachatez de un sistema que obliga a sobrevivir en condiciones infaustas y deprimentes.

En realidad, el empleo esta creciendo en base a contratos temporales y parciales, sobre todo parciales, que suman y multiplican en las estadísticas pero que en nada dignifica esa realidad de la que tanto empeño pretenden intentar convencernos. Es por ello por lo que, no deberíamos, en todo caso, aceptar de primera mano y en un instante, la locución y el argumento que nos presentan. Si en realidad estamos interesados, hay que ir más allá para comprender y hacernos dueños de lo que verdaderamente está acaeciendo, la verdad de la lluvia que cae, la verdad de las estadísticas y las cifras que nos presentan.

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Escritor. En el 2003 publica el entrevero literario “El dilema de la vida insinúa una alarma infinita”, donde excomulga la muerte a través de relatos cortos y poemas, todas las muertes, la muerte del instante, la del cuerpo y la de la mente. Dos años más tarde, en 2005, sale a la luz su primera novela, “El albur de los átomos”. En ella arrastra al lector a un mundo irracional de casualidades y coincidencias a través de sus personajes, donde la duda increpa y aturde sobre si en verdad somos dueños de los instantes de nuestra vida, o los acontecimientos poco a poco van mudando nuestro lugar hasta procurarnos otro. En 2011 publica su segunda novela, “Historia de una fotografía”, donde viaja al interior del ser humano, se sumerge y explora los espacios físicos y morales a lo largo de un relato dividido en tres bloques. El hombre es el enemigo del propio hombre, y la vida la única posibilidad, todo se articula en base a esta idea. A partir de estas fechas comienza a colaborar con artículos de opinión en diferentes periódicos y revistas, en algunos casos de manera esporádica y en otros de forma periódica. “Vieja melodía del mundo”, es su tercera novela, publicada en 2013, y traza a través de la hecatombe de sucesos que van originándose en los miembros de una familia a lo largo de mediados y finales del siglo XX, la ruindad del ser humano. La envidia y los celos son una discapacidad intelectual de nuestra especie, indica el autor en una entrevista concedida a Onda Radio Madrid. “La ciudad de Aletheia” es su nuevo proyecto literario, en el cual ha trabajado en los últimos cuatro años. Una novela que reflexiona sobre la actualidad social, sobre la condición humana y sobre el actual asentamiento de la especie humana: la ciudad. Todo ello narrado a través de la realidad que atropella a los personajes.

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