España envejece. En el primer semestre del año nacieron 179.794 bebés, casi un 6 por ciento menos que el pasado año y la cifra más baja desde 1941. Cada vez nacen menos niños y de proseguir el declive de la curva demográfica en pocos años no se podrá mantener el Estado de Bienestar. Según todos los expertos la solución pasa necesariamente por abrir la puerta a más personas inmigrantes y por conceder incentivos y subvenciones estatales para que las familias con menos recursos puedan plantearse traer niños al mundo. Sin embargo, la Iglesia española tiene otra receta muy distinta: el viejo proverbio bíblico de “creced y multiplicaos”.

Al menos ese es el mensaje que suele propagarse a través de los medios de comunicación que controlan los obispos, como la Cadena Cope, donde el pasado martes uno de sus articulistas, por cierto una mujer, hacía este análisis sobre el grave problema demográfico que padece nuestro país desde hace años: “O nos concienciamos todos en la necesidad de aumentar la natalidad o España se muere”. Una vez más, lo que es un problema social se acaba convirtiendo en una cuestión política y de simple patriotismo.

Según la emisora de la Iglesia, “hay analistas” que le echan la culpa de la baja natalidad “a la ausencia de recursos económicos, otros a la emancipación de la mujer o a la falta de medidas de conciliación”. La editorialista no aporta ni un solo nombre sobre esos supuestos expertos que atribuyen el envejecimiento de nuestro país al hecho de que la mujer haya accedido al mercado laboral, igualándose con el varón. Y probablemente no aporte esa información porque ningún economista serio en su sano juicio se atrevería a vincular la baja natalidad con la incorporación de la mujer al trabajo. Sin embargo, ese es el mensaje subliminal que se propaga y que luego es recogido por grupos extremistas como Vox, que ya ha anunciado la abolición de la ideología de género en el caso de que lleguen a gobernar algún día. De ahí a que la mujer se quede en casa pariendo hijos y criándolos para el Estado, en un retorno a la pesadilla franquista, hay un solo paso.

También suele pasar por alto la Iglesia que solo la inmigración podrá salvarnos del colapso a causa del envejecimiento demográfico. Los extranjeros aportan no solo hijos, sino también productividad e impuestos con los que podremos hacer frente a las pensiones en los próximos años. Vox, en una de sus grandes mentiras, oculta a los españoles que sin inmigración no habrá prosperidad ni crecimiento económico, sino más bien ruina y miseria. “Por encima de todo, y aunque no sea políticamente correcto decirlo, se trata de valores y de cultura. Nuestros padres y nuestros abuelos tenían más hijos y no vivían mejor que nosotros, como tampoco tienen mejores condiciones de vida los inmigrantes, que también tienen más vástagos que los nacionales”, concluye el texto de la articulista de Cope.

Lo que a estas alturas parece más que comprobado es que la situación económica de un país juega un papel fundamental en el crecimiento demográfico. La natalidad en España registró un máximo en el año 2008, con 519.779 nacimientos. Desde entonces, justo cuando estalló la recesión, el número de alumbramientos se reduce a un ritmo de entre el 3 y el 5 por ciento anual. Según estudios del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la crisis económica redujo drásticamente la fecundidad de los trabajadores temporales y parados, aunque no tanto la de trabajadores con contratos fijos. La Iglesia quiere hijos con los que poblar España pero no dice nada sobre las injusticias sociales que trajeron las políticas de recortes puestas en marcha por los gobiernos de Mariano Rajoy. Y es que está demostrado que para que aumente la fecundidad tienen que darse unas condiciones mínimas que permitan a las parejas contar con una cierta seguridad y una estabilidad económica. Una buena parte de los españoles cree que traer niños al mundo alegremente, sin previsión de poder mantenerlos, es una irresponsabilidad. Así lo hace constar un tuitero en las redes sociales: “Tengo 33 años, una carrera, un máster, estoy acabando el doctorado. En mi vida laboral hay menos de 4 años cotizados. Cobro menos de 1.000 euros al mes. 400 se van al alquiler. Mi contrato termina en 11 meses. ¿Cómo cojones esperan que tenga hijos si casi no puedo mantenerme yo?”.

La Iglesia debería reflexionar si la escasa natalidad en España no tendrá algo que ver con las políticas neoliberales, con ese mercado salvaje que ha impuesto el PP y sus elites financieras y con ese abandono contumaz que sufren 10,2 millones de españoles cuya renta se sitúa por debajo del umbral de la pobreza (un 22,3% de la población). En Suecia, por ejemplo, el Gobierno ofrece a cada familia una media de 110 euros al mes por hijo hasta que este cumple los 16 años. Todas las etapas educativas son gratuitas y hay una amplia red asistencial. En nuestro país se habla poco de planes sociales pero mucho de la unidad de la nación, de la bandera y del patriotismo. Los medios afines a la derecha no hacen otra cosa que enaltecer esos conceptos anacrónicos con los que lamentablemente crecerá el fervor patriótico pero no aumentará la curva de natalidad. Porque, por mucho que se empeñe la Iglesia católica, aquello de llamar a las mujeres a engendrar una prole por el bien de España, como se hacía en los años oscuros del nacionalcatolicismo, ya no cuela.

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