Como pueden ver en el vídeo que acompaña esta información, la iglesia católica española ha decidido subirse al carro de las nuevas tecnologías para acabar con la pandemia del COVID-19. La hostia láser es el arma elegida para disparar a esos bichos que pululan por el aire y que están infectando a todo el orbe, católico o no. La lucha contra el diablo no se puede ganar con avemarías o padresnuestros solamente sino que hay que dar un paso más. Y nada mejor que el corpus christi, un helicóptero, tres plegarias y un sacerdote avezado en el uso de armas láser. ¿Se pensaba Belcebú que la Conferencia Episcopal iba a seguir con una mentalidad más antigua que el nuevo testamento? En realidad la mentalidad sí, pero las armas parece ser que no. En breve el presidente Juan José Omella hará la presentación con todo el boato que es capaz una institución que lleva viviendo de eso precisamente toda la vida. Cuenta con el respaldo de la mayoría de primados, aunque Antonio Rouco Varela, desde su lujoso dúplex, ha puesto la voz discordante por querer utilizar la nueva arma para acabar con “todos los rojos de mierda”. Carlos Osoro, vicepresidente, le ha pedido contención y aceptar que su labor es apostólica y que, en principio, hay que convencer a las personas… si no una buena hoguera nunca es mal recibida.

Más allá de lo gracioso que pueda ser el vídeo, que lo es, la realidad es que no, la iglesia católica española no tiene una hostia láser ni nada por el estilo. Por no tener no tienen ni rezos que ofrecer (¿les ha escuchado alguien durante el período de confinamiento?, ¿qué responsabilidad tienen con numerosas residencias donde no han querido volver a internar a personas que habían superado el coronavirus en su fase grave?) y si mucha tontería que decir y muchas ganas de derrocar al gobierno, como muestran sus medios de comunicación todos los días. Que Antonio Cañizares diga que la vacuna para el coronavirus está hecha con restos de fetos abortados, más allá de que esté gaga el arzobispo valenciano, muestra bien a la claras lo retrógrado del pensamiento que tienen los presbíteros españoles. Es comprensible que se posicionen contra el aborto, dada su ideología (recuerden que la religión es ideología y la iglesia un aparato ideológico en el Estado), incluso contra “las cosas que proponen los rojos mediante la biopolítica”. Todo eso es comprensible en el debate de las diferentes doctrinas, ideologías o creencias en dioses, lo que no es ni medio normal es acabar mezclando las cosas cuando ni tienen base y la iglesias un aparatocientífica (pecatum meum pedir a una iglesia que tenga base científica), ni información al respecto. La estupidez del primado valenciano no sólo es acientífica y una mentira sino que además es un atentado contra la salud de la comunidad. Diciendo que se usan restos de fetos en la vacuna está advirtiendo del no uso de la misma y, de esa forma, condena a la muerte a millones de católicos, que por el hecho de serlo, creen a pies juntillas a uno de los jefes de Pedro en la tierra.

Realmente lo que hay detrás de todas estas afirmaciones respecto al diablo, a los fetos abortados y los ataques al gobierno de España (la Ciudad de los hombres –perdón por el uso clásico- que diría Agustín de Hipona) es algo mucho más material, algo más a ras de suelo, algo que preocupa más a los prelados: el dinero. No hay cosa que les guste más a los sacerdotes españoles que el dinero y a sus jefes mucho más. Con esto del coronavirus han visto que los 11.000 millones directos (luego hay que contar las derramas que meten en las cuentas del 0,7% o lo que rascan en Comunidades Autónomas)  que reciben del Estado igual bajan un poco, por eso la campaña enorme (que barata no es) para que los “buenos españoles” pongan la X en la casilla de la iglesia católica. “¡Que hay que pagar el sueldo al cura!” exclaman escondiendo que ya se lo paga el Estado. Realmente sienten, no se sabe por qué, que el actual gobierno pretende acabar con sus privilegios y revisar el Concordato, además de quitarles muchos conciertos educativos o sociales. No es extraño, entonces, que animen en la COPE o en el canal 13TV a que se inventen noticias, se difame o se catalogue al gobierno legítimo de España como dictadura, régimen dictatorial o el mismísimo demonio que decía el presidente de la muy religiosa UCAM (que anda mendigando en Andalucía terrenos para ampliar su negocio educativo privado).

No sería extraño que cualquier día de estos lancen un comunicado desde la Conferencia diciendo que el coronavirus es una plaga de dios, como las que mandó Moisés en Egipto, por pecadores todos y haber cancelado la semana santa. Que con tanto confinamiento y remilgos les han dejado sin sus meses buenos en lo que se refiere a sacar dinero de los bolsillos de los fieles. Comuniones, bodas, cofradías y demás zarandajas religiosas en las que llenan los cofres que no cuentan en las contabilidades oficiales. Mucho dinero en B para sus cosas: sus cálices repujados, sus vestiduras talares las delicias de obispos y cardenales y la hostia láser. Al ser un negocio, por mucho que lo escondan con una ideología, hacen lo mismo que los mandamases de la clase dominante, hacer el egipcio para ver si cae algo, mientras presionan desde sus medios de comunicación. Si el gobierno mañana dijese que darán 30.000 millones a la iglesia católica verían como cesaban muchísimos editoriales. Ya no son parte de la clase dominante como en tiempos, pero sí son un lobby ideológico muy potente y ejerce como tal.

Post Scriptum. Sí que han salido presbíteros en aviones y helicópteros para hacer plegarias que acaben con el coronavirus, como este señor de New Jersey.

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