Que las cuentas de Ciudadanos no parecen muy claras lo constata hasta el propio Tribunal de Cuentas que no les ha aprobado las de dos ejercicios. Según la formación naranja, un problema de ajustes y de modo de contabilizar los dineros. Pero eso no encaja con los dispendios electorales que vienen observándose desde que decidieron dar el salto a la palestra estatal. Una sede en la calle Alcalá, reformada de arriba abajo, y un gasto que parece excesivo hasta para el propio PP que parecía dopado.

Alberto Ganga, abogado y miembro de la Plataforma por las Garantías Ciudadanas (grupo de expulsados por denunciar conductas ilícitas en Ciudadanos), ha expuesto algo que ya se sabía. Que desde el centro del partido, o habría que llamarlo secta por el control total(itario) que ejercen sobre dineros y conciencias, se utilizaban las subvenciones recibidas para el funcionamiento de los grupos municipales y autonómicos para financiar todo el entramado naranja. También ha expuesto que se hacían “contratos de prestación de servicios” a direcciones municipales y autonómicas para poder cargarles esos gastos.

Si se analiza la estructura de Ciudadanos, a niveles municipales son pocas las personas que ejercen funciones de asesoramiento o prensa, en comparación con los demás partidos. Es desde el centro, desde donde los técnicos del partido les hacen los papeles necesarios, como un cambio de Plan General de Ordenación Urbana, y por eso se lo cobran como servicio. Alegal, pero de una ética muy distinta a la que venden en los platós de televisión y los medios del establishment que les apoya. Siempre les cabe utilizar lo público en su beneficio, como pasó durante su mandato en Valdemoro. Y si los afiliados se dan de baja, no se cuenta y se carga un dinero por cuota a esa persona que, salvo que lo solicite por burofax, sigue perteneciendo al partido y “pagando sin pagar”. Esto es, utilizando dinero negro, según ha dado a entender Ganga, que no ha sabido especificar su procedencia concretamente.

Pagar para estar en las listas.

Ya expusimos en estas mismas páginas que en Fuenlabrada, Patricia de Frutos, pedía dinero por ir en la lista naranja. Según nuestra fuentes 2.000 euros, según Ganga 11.000. No debió abonar mucha gente esa cantidad porque es un clan familiar el que se ocupa del partido allí. Su marido, Bernardo Pérez Vara es quien ahora preside la organización, mientras que ella ejerce la portavocía. Muy vinculados a intereses urbanísticos de la zona sur y Toledo. Y por si fuera poco tienen un familiar imputado en Púnica, José Antonio Hernández Pérez, por haber sido apoderado mancomunado de Cofely, como también lo era de Banca Cívica.

Pero la novedad que ha introducido el abogado es que parece ser que esta práctica estaba extendida por el resto del partido en otras zonas. Una forma de financiar el partido, la venta de cargos como hacían los reyes para llenar sus arcas. Un partido muy moderno y muy monárquico según se va conociendo. Pero no llega a explicar la capacidad financiera total del partido. Porque antes de iniciar las campañas electorales municipales y autonómicas, en Ciudadanos venían gastando el dinero a espuertas. Sólo hacía falta ver sus actos de campaña y demás. Cierto que les concedían créditos, como a los demás, pero Podemos y PSOE, por ejemplo, no mostraban ese poderío. Ni el PP se les acercaba en los actos medianos (y eso que presuntamente iba dopado).

Bien es cierto que los rumores apuntan a empresarios que hacían donativos y colocaban a sus trabajadores en las listas. O a familiares, O a amigos. O a socios. ¿Con qué fin? No parece que conseguir la máxima felicidad para la mayor cantidad de gente. No es conocido ningún empresario que coloque a alguien de su confianza o de su familia en un cargo político para defender los intereses, legalmente o no, de sus competidores. Lo lógico, como ha sucedido en diversas localidades madrileñas o andaluzas, es para defender “ciertos” intereses.

Reacciones.

En Diario 16 hemos hablado con diversos dirigentes políticos para conocer su opinión respecto a lo que se había expuesto en el Senado. Tanto Podemos como PSOE se han negado a hacer aclaraciones pues entienden, como ya se explicó, que esta comisión es solo una pantomima del PP para tapar sus propias corruptelas y enfangar el sistema político. Algo que le ha costado una querella a Eduardo Inda, por cierto. Aunque, las risillas en voz baja y las caras de satisfacción por ver que los “cuñados” de la España política estaba recibiendo de su propia medicina. Ellos que acusaban a los demás de ser todos corruptos, parece que no estaban demasiado limpios tampoco. Es más, bastante más sucios que los partidos de la izquierda.

En el PP había satisfacción y grandes sonrisas. Son muchos los senadores que en sus Comunidades Autónomas tienen que aguantar a los dirigentes de Ciudadanos ponerse medallas, llamar de todo a los gobiernos de apoyan (como en Murcia o Madrid), casi humillarles parlamentariamente jugando hoy a apoyar y mañana a machacar, para que hoy no se riesen enseñando los dientes y hasta las amígdalas. Incluso alguno, con sorna, ha manifestado estar “sorprendido” por la capacidad de ingeniería financiera que demostraban los “recién llegados”. Es más contaba que normalmente entrar en política costaba dinero al pagar la cuota, el gasto de horas, pero que “nunca había visto que se cobrasen los cargos”. También dejaba una pregunta en el aire: “¿Cuál sería el retorno de la inversión?”.

Son ya muchas las sospechas que van recayendo sobre la formación naranja. Muchos los rumores que apuntan a financiación de empresas energéticas, algunas constructoras, algunos lobbies internacionales como el armamentístico o el judío (¿por qué Aznar cambió de chaqueta? Miren quien financia a ambos bandos), que si desde la embajada de EEUU se había hablado con unos y otros para que les apoyen, que si la Trilateral, que si el club Bilderberg, que si el dinero de grupos venezolanos con los que Rivera se encuentra en cierto gimnasio de Madrid y que tiene una procedencia muy oscura, tan oscura como el petróleo. Son el partido del establishment y esto no pasará de aquí, pero queda claro que estar en las listas de Ciudadanos tiene un precio, como en la película de Sergio Leone. ¿Cuál? Igual la dignidad de los españoles (de izquierdas o derechas) está en juego.

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