Sigmund Freud o Jacques Lacan habrían querido estudiarlo si siguiesen vivos porque es un caso donde se acumulan diversas patologías psíquicas juntas. Alguien que mata al padre pero se pone él como tótem, que venera su propia figura y hace que lo adoren los demás, con un ego tan amplio que no cabe en su propia casa, con obsesiones y manías diversas es merecedor de un estudio profundo de sus traumas infantiles y juveniles porque no cabe explicación. Otros dirigentes políticos también deberían ser estudiados, pero no tienen la complejidad de Albert Rivera. No sólo inventa una realidad para hacerla encajar en su idea obsesiva compulsiva sino que tiene ciertas manías extrañas. Una de ellas es la obsesión compulsiva por celebrar elecciones que luego no le sirven para gobernar.

Normalmente alguien pide elecciones porque aspira a ganarlas y alzarse con el poder para lograr los fines que defiende. Esto es lo lógico y racional. En el caso de Rivera y Ciudadanos no cabe hablar de esa racionalidad porque pide las elecciones día tras día, mes a mes, año a año, sin tener en cuenta si le servirían para algo o no. Obsesionado con una falsa verdad (las elecciones como “único método democrático” de solucionar conflictos), siempre que llega su persona o su partido a un impasse a causa de la incapacidad de dialogar o de aportar algo, recurre a la petición de elecciones. Es un enfermo patológico de la política que no sabe dialogar, debatir y pensar que, a lo mejor, el otro tiene razón. En cierto sentido el cuñadismo ideológico que postula es parte de esa patología que le hace percibir una realidad que no es real, sino una visión filtrada por sus obsesiones y automentiras que le hace verse más importante y más todo de lo que es.

Una patología que está también presente en las personas que conforman con él Ciudadanos. Todos piensan que el mundo ira en torno a ellas y ellos y que la realidad sólo tiene una cara, la que ellos visualizan tras las reuniones de autoafirmación de la secta naranja. Son como cualquier secta religiosa, que piensan sólo en su realidad descartando cualquier otra visión del mundo. Por eso cuando el grupo está a punto de quebrarse o fisurarse por la confrontación con la realidad, con la verdad, piden elecciones o hacen cuñadismo. Son dos mecanismos de fuga psicológica de la realidad.

Por eso no les importa pedir elecciones aunque las pierdan. Incluso esa derrota sirve de cemento psicológico para unir a la secta. Siempre habrá sido culpa de otros, de los medios de comunicación, de las personas que no son normales, o del sistema electoral. Jamás admiten una derrota porque hacerlo supondría quebrar la unión de la secta. Necesitan de elecciones, cuantas más veces mejor, para sobrevivir como secta/grupo y que se idolatre a su dirigente máximo. Al tótem de Ciudadanos que es Albert Rivera.

Así, ayer mismo el dirigente de Ciudadanos no sólo intentó engañar a toda España con su enfado con el PSOE de Andalucía por no cumplir lo acordado, mientras han estado callados y tragando con todo durante tres años y medio, y la presidenta Susana Díaz ya había decidido convocarlas. También las ha pedido a Pedro Sánchez porque las necesita como el comer para sobrevivir él y su secta. Necesita pedirlas porque sabe que sólo con elecciones una y otra vez sobrevive “su” proyecto. Poco o nada le importa ser la correa de transmisión de la fracción dominante del capitalismo español. Eso es supletorio y él cumple con las órdenes. Él y su hermandad naranja necesita elecciones para cubrir sus egos y seguir en la pomada ya que la visión que tienen de España es una cruzada con el mal. Ven una realidad completamente distorsionada, se la creen y tratan de imponerla mediante continuos procesos electorales.

“Ésa es la pesadilla de los separatistas: que gobierne Cs en España. Y por eso los separatistas apoyan a Pedro Sánchez para retrasar elecciones” ha dicho en Málaga Rivera. Sólo con el análisis de la frase se puede ver esa obsesión y la visión inventada de la realidad. Esa separación de lo que realmente acontece se resume en la parte en la que afirma que Ciudadanos gobierne España. Vistos los datos de sondeos electorales, que tienen el valor que tienen, y los resultados que les prevén no se puede hablar así salvo que estés intentando convencer a los miembros de una secta. Ni Ciudadanos tiene posibilidad alguna de ganar unas elecciones generales (son casi inexistentes en las zonas rurales), ni los independentistas les tienen a ellos miedo. De hecho los independentistas se cachondean y se aprovechan de ellos para fortalecer su posición en Cataluña. Cada vez que Rivera quita un lazo amarillo hace tres independentistas más. De hecho fueron los más votados allí pero a costa del resto de partidos, por lo que no les sirvió de nada en sí azuzar la revuelta, el odio y la falta de diálogo.

En Andalucía serán Rivera y Arrimadas (que no se descarta que hasta aparezcan en los carteles electorales) quienes llevarán el peso de la campaña. Y no sólo porque a Juan Marín lo confunden con el “tieso” de Díaz, sino porque sólo ellos, los verdaderos, los puros de la secta de Ciudadanos pueden tener protagonismo. En este sentido no es extraño que pidan a Sánchez que ponga las elecciones al mismo tiempo, pues así se evitarán tener que hablar de cosas andaluzas que ni conocen, ni quieren conocer, ni les interesan. Total, lo que haya de pasar en Andalucía lo decidirá Rivera y su grupo de puros en Madrid. Bastante tiene Marín con el sueldito que se saca y vivir bien sin dar ni golpe.

Ya llevan ocho años o más en el Parlament catalán pidiendo elecciones todos los días, ahora se suman las elecciones generales y andaluzas. Serán capaces hasta de pedir las elecciones municipales y autonómicas que se celebrarán el año que viene. Elección tras elección hacia la derrota total (Casado les está poniendo las cosas difíciles), pero en la secta naranja y producto de su psicopatología venderán que la culpa siempre es de los demás o del empedrado. No hay otra salida para mantener la cohesión del grupo, la cohesión de la secta naranja. Y, por qué no decirlo, justificarse ante el establishment que es el que les financia y apoya.

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