Es curioso que habiéndose producido el tercer peor dato electoral del PSOE en la democracia post-1978, con sólo 123 escaños, Pedro Sánchez y su ejecutiva estén mostrándose tan henchido, ufanos y soberbios. Quieren gobernar en solitario con pactos puntuales y algún acuerdo de investidura que no les comprometa demasiado. Es legítimo, sin duda, y hasta factible pero esconde la carencia de sentido de Estado de los actuales rectores del PSOE. 123 diputados apoyando a un gobierno, por muy sanchistas que sean (que lo son y ese es el rasgo característico de la mayoría), siempre serán peor que 165 o 171.

Los españoles, como siempre, intentamos inventar siempre la rueda y no aprender de lo bueno y que funciona allende las fronteras. Desde el PSOE José Luis Ábalos pone como ejemplo de coalición con gobierno monocolor a Portugal, que como todo el mundo sabe es comparable por magnitud y estructura del Estado con no se sabe qué, pero no con España. Nuestro país está descentralizado y es más grande que el país vecino por lo que no es un marco de comparación, aunque sí de aprendizaje. La Asamblea Nacional posee 230 escaños de los que el Partido Socialista tiene el 37,39% de los mismos (86) y la oposición de derechas el 46,52% (107), el resto son partidos de izquierdas (Bloque de izquierda, CDU y PAN). En España a la izquierda del PSOE sólo está Unidas Podemos, el resto está o a su derecha o contra el Estado. No es la misma situación.

La intención de Sánchez, imitando a Portugal y no queriendo mirar hacia países del norte, es seguir la senda de las plataformas personalistas que se estilan en muchos de esos países, donde el dirigente es más importante que el partido. Si se percataron en la campaña electoral, la marca PSOE casi estuvo desaparecida centrando todo en el ídolo de la socialdemocracia. Por eso quiere un Gobierno monocolor para centrar todos los objetivos en su persona y su equipo. El partido es para Sánchez un trampolín, la organización que sostiene el entramado de su cúpula directiva. No quiere compartir escenario con ningún otro partido sea Unidas Podemos, sea Ciudadanos como quiere Ana Botín. Todo el foco para él.

La estrategia es doble. Por un lado la personalista, como si quien hubiese estado “tocado por los dioses del socialismo” fuese Sánchez. Y, por otro lado, la libertad para pactar con la derecha libremente y sin cortapisas. Como reconocen en Moncloa, de esta forma pueden pactar cuestiones más sociales y algunas con apariencia de izquierdas con Unidas Podemos, Compromís y ERC y todas las Económicas o de ajustes con la derecha, léase PNV, Ciudadanos e, incluso, PP. Gobernar mirando a ambos lados, tipo Marty Feldman. Una estrategia que no evitará roces y suplicios.

La mirada del Gobierno del PSOE

¿Qué nos dice la experiencia más cercana? Si miramos hacia Madrid, donde ha gobernado PP con el apoyo de Ciudadanos fuera, se demuestra que la acción de gobierno ha estado lastrada y no se han llevado a cabo verdaderas reformas. Lo mismo se puede decir en Andalucía. Han aguantado en el último caso hasta que vieron que podían echar a Susana Díaz. Y en Madrid la parálisis ha sido enorme. Sólo ha funcionado bien la Comunidad Valenciana del Pacto del Botànic. A nivel estatal, por mucho que digan en el PSOE, han durado hasta que se quedaron sin presupuestos, tras haberles hecho los poderes fácticos el favor de destruir Podemos con la fuga de los errejonistas. Y 123 escaños no garantizan presupuestos como no lo hacían 84. Ni se puede gobernar cuatro años a base de decretos ley que pueden ser tumbados constantemente.

Esto no lo aceptan en Ferraz porque piensan que son los más listos y amenazando a los demás cavarían por entrar en razón. Así  mientras Sánchez mejore su imagen o los demás se destruyan. Resistir sin importar la ideología, ni lo que pase alrededor. Lo hizo dentro del PSOE y lo hará en el Parlamento. El problema está en que necesita mayoría simple, por tanto abstenciones, para ser nombrado presidente y a día de hoy sólo tiene 123 escaños más los de ERC que se abstendrán. Ciudadanos no tiene nada que perder, ni el PP, ni Vox, ni JxCat, ni el PNV, los cálculos de Sánchez no les afectan. Las más presionadas podrían ser las gentes de Unidas Podemos, pero si les impiden pactos por la izquierda tienen la campaña hecha.

Es jugar con fuego cuando en el resto de Europa se ha demostrado que las coaliciones de Gobierno funcionan y se avanza. Negar por principio la negociación de esa posible coalición, que no la consecución de la misma, es querer sorber y soplar a la vez. Decir que sí se es de izquierdas mientras miras con cariño al niño de naranja. El otrora adalid de la unidad de la izquierda Andrés Perelló ha pedido en Facebook que se deje la cantinela “Con Rivera no”. No le gustan las especulaciones asociadas al tema y se pregunta “¿Quién ha dicho que hace falta un gobierno de coalición?”. 40 años de militancia en la izquierda del PSOE destruidos en un minuto al calor del viento parisino. Nadie se le podría decir pero siempre será mejor que no tenerla si se dice que se quiere la unidad de la izquierda y cierta estabilidad institucional. Que haya ministros de Unidas Podemos y del PNV sería muy bueno para la democracia española. Como legítimo es gobernar en solitario, pero sin quejarse luego.

En realidad lo que quiere Sánchez, además de tener todo el foco centrado en él y su equipo, es ver si los demás terminan de fallecer y así poder gobernar durante una década. Lo dijo en su momento pero no pensábamos que lo haría a costa de la destrucción de los demás sino con propuestas de izquierdas. Albert Rivera, que no es el más indicado para hablar de estas cosas, acertaba al decir que no es una persona de la que fiarse. También se lo dijo Pablo Iglesias quien quiere algunos ministerios, no por el prurito del oropel, sino para controlar al PSOE porque la mochila austríaca está a la vuelta de la esquina.

Todo ello puede llevarnos a unas nuevas elecciones si no hay capacidad de transacción y colaboración entre todas las fuerzas, incluso las de derechas. Por una vez estaría bien que todos pensasen en la ciudadanía y no en sus intereses partidistas. Complicado la verdad porque entre los egos de unos y la incapacidad de otros al final España hecha una mierda. Tener sentido de Estado es lo mínimo que debemos pedirles. Y eso supone que aunque quieras ser el más guapo del baile y ocupar en centro de la pista de baile debes dejar que los demás también bailen. Y puede bailar con Unidas Podemos, ERC y PNV o con Ciudadanos o PP. Ahora el guapo que elija pareja y se moje realmente.

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