La imagen de un Pedro Sánchez sólo y aburrido en la tribuna de invitados del Congreso de los diputados, en la celebración del 40° Aniversario de las Cortes Constituyentes, es un simbolismo más de lo que le espera al secretario general del PSOE. Mucha soledad institucional le espera. Podrían ser tres años de travesía en el desierto si Rajoy consigue apoyos para ir aprobando los PGE. Un cálculo que se desconoce si se sabía antes de las primarias. Al no estar en el Parlamento y no tener la consideración de líder de la oposición a nivel institucional, ya que para ello debe ser parlamentario o senador, Sánchez deberá afrontar etapas oscuras a nivel medios de comunicación.

Actualmente, como re-electo tiene cabida en televisiones y radios, pero cuando el día a día institucional esté a pleno funcionamiento, le va a ocurrir como ha sucedido con el CETA. Quedar en fuera de juego porque el Grupo Parlamentario igual dice una cosa y la dirigencia del partido entiende que se debe decir otra. Esto, a medio plazo, puede ser dañino para los intereses del PSOE. O la comunicación es constante, y agotadora, o las contradicciones pueden acabar con la imagen del PSOE.

La decisión de reunirse con Iglesias, antes que con Albert Rivera, es una muestra de un cambio de actitud. Muy al contrario de lo que hizo tras las elecciones de diciembre de 2016 que fue corriendo a los brazos del naranja y pactó con ellos un programa de gobierno de derechas. Es bueno que las formaciones de izquierda tengan una comunicación fluida y un trabajo conjunto para muchas de las materias legislativas. Más con un PP rodeado de corrupción y patrimonialización del Estado.

Pero ha cometido un error Sánchez con Iglesias. Se ha querido legitimar como persona de izquierdas por su cooperación con Unidos Podemos, cuando el PSOE es de izquierdas en sí. Obtener la legitimación de tu propio mediante el partido con el que confrontas en el eje izquierda-derecha no es una muy buena solución. En cierto modo le está dando aire a un partido que estaba bajando en las encuestas, frente a otro que se mantenía o subía un poco. En el caso del CETA, fue decirles la formación morada que aprobarlo era poco de izquierdas para virar en la consideración. Al final ha hecho seguidismo, pese a que se postule en la abstención, de la postura de los podemitas. Y eso, en términos políticos y de lo que dice representar Sánchez, no es positivo.

La reunión con Rivera, que ya ha hecho juramento de amor a Rajoy y de odio a Podemos, de poco servirá en términos políticos y mediáticos. Como se decía en un programa televisivo “ir para es tontería”. Es más, esa reunión, puede provocar que parte del electorado más moderado del PSOE dé el paso hacia la formación naranja, en vez de recuperar a los votantes huidos, Por activa y pasiva han dicho en Ciudadanos que no piensan negociar nada con Podemos, salvo cosas que les beneficien como partido éticamente puro.

Ciudadanos se encuentra cómodo con el PP porque son lo mismo. Salvo en lo referente a la corrupción, no hay discrepancias ideológicas. Por tanto, Sánchez sólo podrá obtener algún tipo de acuerdo mínimo y poco productivo legislativa y electoralmente. No se van a sumar los naranjas a una mayoría parlamentaria para cambiar las leyes. Un discurso, por cierto, que es el mismo que tenía la Gestora cuando se aprobó la abstención al PP: cambiar desde la oposición la acción gubernativa. Si el viraje hacia la izquierda es cierto en Sánchez, cualquier acuerdo con Rivera será sobre cuestiones en las que Ciudadanos tendrá cómo venderlas mejor que el PSOE.

Tres años de aislamiento, como la imagen del Congreso, pueden ser perjudiciales para un PSOE que aún está intentando encontrar su lugar en el actual panorama político español. El PSOE de Sánchez I viró demasiado a la derecha y perdió. Con el viraje hacia la izquierda ¿sacará provecho? Eso comenzará a verse en breve, durante las elecciones autonómicas. Aunque en este punto ¿la victoria será de los candidatos regionales o del PSOE en general? Porque no es nuevo que si los resultados son malos, como sucedió en País Vasco y Galicia, la culpa es de ellos, pero si hay una victoria, como sucedió en 2015, es propia. Ya hemos visto todas las caras de Sánchez, ahora queda descubrir la que mostrará fuera de foco.

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