El despertador suena a las 6:00 de la mañana y el trabajador hace su rutina antes de cerrar la puerta de su casa para ir al trabajo: se desayuna, se ducha, se afeita (si es hombre), se maquilla (si es mujer), se viste del modo en que le exigen en su empresa y se dirige hacia el medio de transporte que utilice para desplazarse a su centro de trabajo, ya sea particular, con su correspondiente atasco, ya sea público con las apreturas, trasbordos y carreras por pasillos, calles, marquesinas o escaleras mecánicas. Desde el momento en que sonó ese ruido odioso del despertador han pasado más de dos horas. A las 9:00 comienza la jornada laboral con un pequeño descanso a media mañana. Tras unas cinco horas de trabajo, dependiendo de los horarios marcados por la empresa, el trabajador se dispone a comer en un espacio que oscila entre la hora y las dos horas, tiempo este que no es remunerado porque se trata de jornada partida. Ya nos encontramos en las 16.00, cuando no más tarde, es decir, diez horas desde que sonó el despertador. Sin embargo, aún le quedan, por lo menos tres horas de labor para dejar su puesto y regresar a casa. Cuando el trabajador entra por la puerta de su hogar son más de las 20.00 dependiendo de la distancia a su centro de trabajo. Este caso es el que viven cada día millones de ciudadanos gracias a lo que se ha dado en llamar el «horario español», millones de ciudadanos que dedican más de la mitad del día a su empleo lo que hace imposible la conciliación de la vida familiar y laboral. Horarios de esclavo, y eso si no nos referimos a autónomos o falsos autónomos que prácticamente tienen disponibilidad laboral las 24 horas del día, los 7 días de la semana.

Todo lo anterior está referido a un trabajador que cumple con su horario y que no es de los dados a regalar horas de trabajo al empresario para que sus jefes piensen que su desempeño es fundamental para la prosperidad de la empresa o para garantizarse el empleo cuando en realidad es que esas actitudes los convierten en cómplices de la explotación a la que es tan proclive cierta clase empresarial española. Este hecho de regalar horas a la empresa, a pesar de que no se está haciendo otra cosa que mirar el correo personal, conectarse a las redes sociales, navegar por internet, jugar al solitario o chatear con sus amigos, es muy habitual en ciertos puestos con relativa responsabilidad, desde mandos intermedios a altos ejecutivos. No obstante, la experiencia ha demostrado que esto es un error. Siempre recordaremos el caso de un alto ejecutivo español que fue contratado por una multinacional escandinava. Mientras sus compañeros de escalafón terminaban su jornada a la hora marcada él se mantenía en su despacho horas y horas. Sus superiores se dieron cuenta de este hecho y le llamaron a una reunión. Él pensaba que le iban a felicitar por su entrega a la empresa y a renunciar a su vida por el trabajo. No obstante se encontró con lo contrario. Sus jefes le dieron un ultimátum ya que el hecho de dar horas de más daba la sensación de que no era capaz de desarrollar las funciones por las que había sido contratado. Tenía la obligación, para demostrar su valía, de cumplir con el horario estipulado sin horas extras.

También hay otros casos que hacen imposible esa conciliación gracias a esos horarios que la ley permite. Me refiero a quienes, aún teniendo jornada continua, sin paradas no remuneradas, tienen turnos rotatorios, lo cual impide que el trabajador pueda organizar un proyecto de vida.

La primera medida que debe tomar la Reforma Laboral de quien vaya a derogar la de Mariano Rajoy (el PSOE lleva derogándola desde hace más de un año pero no lo hace) es la racionalización de los horarios de trabajo. No es normal que un trabajador español dedique casi dos tercios del día a su jornada laboral. Así es imposible tener un proyecto de vida, del mismo modo que imposibilita que se desarrollen otras actividades empresariales o se incremente el consumo diario de los hogares.

Para racionalizar los horarios hay que comenzar por algo muy simple: el cambio del huso horario actual al que realmente correspondería a nuestro país, el GMT +/- 0, es decir, el que actualmente tienen países como Reino Unido, Portugal o nuestras Islas Canarias. Recordemos por qué tenemos este huso. Durante la II Guerra Mundial por su afinidad con el III Reich el dictador Francisco Franco decidió cambiar el huso por el de Berlín. Por tanto, se trata de una herencia más del franquismo. Tener el mismo rango horario que Reino Unido o Portugal bajaría el consumo de energía de las empresas y favorecería la reducción de costes que posteriormente se aplica al precio final de venta de los productos o de los servicios. Por tanto, uno de los objetivos que perseguía la Reforma Laboral de Mariano Rajoy se lograría tras derogarla, es decir, el incremento de la competitividad de las empresas españolas con el ahorro energético conseguido y no a través de despidos colectivos o reducciones salariales cercanas a la semiesclavitud.

En segundo lugar, en lo referido al horario esclavo español, aquellos que han anunciado la derogación de la Reforma Laboral deben tener en cuenta que las jornadas partidas han de desaparecer el mercado laboral. La presencia de este modelo de jornada provoca que un trabajador dedique a su trabajo más de la mitad del día. Reformar el mercado del empleo en España pasa por caminar por la senda de la jornada continua, sin más interrupciones que los descansos que marca la ley, sin paradas no retribuidas que, al fin y al cabo, es lo que la lógica debería imponer. Sin embargo, para el empresario español está mejor valorada la permanencia en el puesto que la efectividad en la producción. Está comprobado que el trabajador rinde mucho más durante la jornada continua. Les pondré un ejemplo real vivido por el autor: en una empresa se propuso a la gerencia el cambio de la jornada partida por la continua con datos que demostraban que la productividad tras la parada de la comida bajaba un 30%. Dicha gerencia aceptó dicho cambio durante un periodo máximo de dos meses con un análisis diario de resultados productivos que, efectivamente, dieron un aumento total de la producción del 36% respecto a la situación anterior y un incremento del beneficio neto de más del 20%. Si las empresas ganan productividad también crecen en competitividad y los trabajadores ganan en calidad de vida, en capacidad de descanso tras la jornada laboral y se logra aprobar una de las asignaturas que España lleva suspendiendo desde casi el inicio del mundo moderno: la conciliación de la vida laboral con la personal. La implantación de las jornadas continuas y la eliminación de las jornadas partidas logra, además, que las empresas aumenten su competitividad porque se logra un ahorro en costes energéticos que, sumado al logrado por el cambio de huso horario hace que las corporaciones españolas incrementen su capacidad para competir a nivel nacional e internacional tanto a nivel de servicios como a nivel de producción industrial. Todo ello sin recurrir a bajadas salariales ni a reducciones de plantillas.

La empresa de la que hemos hablado anteriormente ha ido creciendo desde los 10 trabajadores con los que comenzó a los más de 175 que tiene actualmente. Pero hablemos de una de las más grandes del IBEX-35 que también ha aplicado la eliminación de la jornada partida: nos referimos a Iberdrola. En el año 2007 fue la primera del IBEX que implantó la jornada continua y los resultados dan fe de que fue una decisión acertada en una gran empresa. Según los responsables de Recursos Humanos de la compañía eléctrica la productividad ha aumentado en más de medio millón de horas laborables porque el índice de satisfacción de los empleados se ha incrementado. Por otro lado, y esta es otra ventaja de la eliminación de las jornadas partidas, han reducido en más de un 15% sus niveles de absentismo, uno de los aspectos que se ha modificado con la Reforma Laboral del Partido Popular para que sea más fácil a los empresarios despedir a sus trabajadores con un coste menor al estipulado. El ejemplo de Iberdrola nos da otra ventaja de la jornada continua frente a la partida y es el descenso en más de un 65% de la siniestralidad laboral ya que la gran mayoría de los accidentes dentro del ámbito del trabajo se producen por la tarde, tras las horas que provocan las jornadas partidas.

No se trata de que se cambien las jornadas completas por jornadas a tiempo parcial como modo de implementar esas jornadas continuas, principalmente porque el tiempo parcial se está utilizando desde la aprobación de la Reforma Laboral de Mariano Rajoy como un modo de explotación del trabajador. En ciertos sectores que tras el derrumbe de la construcción se están convirtiendo en motores de la economía española se firman contratos a tiempo parcial pero se dan jornadas superiores a las cuarenta semanales. Es un secreto a voces pero no se hace nada para evitarlo porque no hay suficientes medios en Inspección de Trabajo, pero ese es otro tema. Cuando nos referimos a jornadas continuas lo hacemos en los contratos a tiempo completo.

Esto nos enlaza con el siguiente punto, la reducción de la jornada completa de cuarenta horas semanales a las treinta y cinco que todos los sindicatos del mundo occidental llevan reclamando desde hace varias décadas y que en algunos países que no destacan por haber perdido productividad por culpa de este cambio ni han subido sus tasas de desempleo ya se ha implantado. En algunos países de los que deberíamos aprender muchas cosas respecto a sus mercados de trabajo ya se ha dado un paso más allá y han implementado la jornada completa a treinta horas semanales sin reducción salarial asociada a la reducción de horas, con efectos positivos en su productividad.

Está claro que una reducción de la jornada máxima junto a la eliminación de la partición de la misma siempre conllevará un efecto positivo en la productividad de las empresas. Sin embargo, en el empresariado español se sigue anteponiendo la idea de que a más horas dedicadas al puesto el trabajador está más implicado con la empresa y, tal y como se ha demostrado en otros países, es un error. El compromiso del trabajador con su empresa se ve reflejado en los beneficios que retorna a la corporación y no en las horas que permanece en su puesto ya que un exceso conlleva tener trabajadores quemados que pierden más tiempo que otra cosa dado que si no se logra un desempeño óptimo durante la jornada asignada quiere decir que, o no rinde lo adecuado por dar la sensación de apego, o no está capacitado para llevar adelante su tarea.

Sin embargo, los efectos de la reducción de la jornada máxima van más allá ya que el riesgo de entrada en la pobreza de las familias biparentales se reduciría sustancialmente, como ocurre en la actualidad porque las jornadas parciales (sobre todo en el caso de las mujeres) no cubren las necesidades de una familia si los ingresos de uno de los dos miembros falla. Ya a principios del siglo XX Alva Myrdal ponía el ejemplo de un matrimonio donde el hombre aportaba 45 horas semanales. Si se redujera la jornada máxima a 35 horas la mujer se podría incorporar al mercado laboral y, de este modo, esa familia recibiría el salario correspondiente a 70 horas semanales.

Otra de las ventajas de la aplicación de la jornada de 35 horas semanales, junto a la eliminación de las jornadas partidas, lo tenemos en el ejemplo de Francia. La aplicación de esta medida provocó una mejora del capital humano dado que los trabajadores tenían más tiempo para dedicarlo a su formación, hecho éste que repercute finalmente en los resultados positivos de las empresas.

Tanto la eliminación de las jornadas partidas y la reducción de horas máximas semanales son medidas que no obedecen a la pretensión de trabajar menos y tener un salario igual o superior sino que son medidas imprescindibles para aumentar la productividad, para incrementar la salud de los trabajadores, y, sobre todo, son un beneficio para la economía global del país, dado que el consumo aumentará, lo que, a su vez, generará más puestos de trabajos en el sector del comercio, tanto minorista como mayorista. Pondremos un ejemplo con estos cambios y el lector lo podrá comparar con lo presentando al inicio del capítulo.

Un trabajador comienza su jornada a las ocho de la mañana, una hora perfecta para iniciarla, da sus siete horas de manera continua con los descansos marcados por la ley, y a las tres de la tarde ya es dueño de su tiempo, ya podrá conciliar su vida laboral con la familiar, ya podrá disfrutar de sus hijos, ya podrá salir de compras, ya podrá hacer deporte, lo que quiera porque es su tiempo. Será un trabajador descansado, sobre todo a nivel mental, lo que generará beneficio al empresario dado que el hecho de tener plantillas con trabajadores descansados mentalmente provocará que realicen con mayor diligencia las tareas que se les tengan encomendadas y para las que han sido contratados.

En otro orden de cosas que la mayoría de los trabajadores disponga de mayor tiempo dedicado a su propia vida generará un repunte de la actividad económica lo que, a su vez, creará más puestos de trabajo en el sector servicios.

Es evidente que hay sectores que ya están aplicando estas medidas en lo referente a las jornadas como, por ejemplo, todos aquellos cuyos trabajadores trabajan por turnos definidos, como ocurre en el comercio de grandes superficies o grandes empresas, en algunas cadenas de alimentación o las cadenas de producción de la gran industria. Por no hablar del sector bancario o de la función pública.

Respecto a quienes aplican una política de turnos también es necesaria una modificación importante y que debe estar recogida entre las reformas que deroguen la impuesta por el Partido Popular por motivos de salud de los trabajadores. Nos referimos a que la rotación de turnos debe ser prohibida. Aquellos que tienen su empleo han de estar ubicados en un turno concreto, sin cambios de ningún tipo, siempre con el mismo horario, salvo que fuera el propio trabajador quien lo solicitara. Una persona no puede tener un proyecto de vida si no conoce de antemano las horas que debe dedicar a su trabajo y las que tiene disponible para sí misma. Diferentes estudios científicos afirman que la rotación en los horarios de trabajo provoca a largo plazo un empeoramiento del estado de salud de estos trabajadores y su entrada en grupos de población en riesgo de tener enfermedades coronarias o relacionadas con el estrés que genera el hecho de no tener una estabilidad horaria y de mantenimiento de la seguridad biorrítmica.

De igual modo, también es innegable que existen sectores productivos en los que la implantación de la jornada continua o de la reducción a las 35 horas podría ser a priori perjudicial. Casualmente son los sectores empresariales donde se producen un mayor número de atentados contra los derechos de los trabajadores y un número muy elevado de abusos, muchos de ellos amparados por la Reforma Laboral de Mariano Rajoy en aras de la «flexibilidad» y la competitividad. Uno de estos sectores es la hostelería, uno de los sectores sobre los que se asienta la recuperación económica y el sistema productivo español. Sin embargo, una economía fuerte no puede cimentarse sobre la hostelería, del mismo modo en que no se puede asentar sobre la construcción, tal y como ocurría durante la bonanza económica de la burbuja inmobiliaria, por mucho que Cristóbal Montoro nos hablara de su «círculo virtuoso».

Gracias a la flexibilidad tanto salarial como de condiciones laborales propiciada por la Reforma Laboral en la hostelería se están produciendo abusos a sus trabajadores. En lo referente a las jornadas de trabajo nos encontramos con empleados que tienen contrato a tiempo parcial y desarrollan el mismo empleo que haría un trabajador contratado a tiempo completo, eso sí, con el salario adecuado a las horas firmadas. Esto no es una anomalía, son cientos de miles las personas que se encuentran en esta situación. Desde el Gobierno parece que se hace la vista gorda ante este hecho con el pretexto de que es un modo de que el sector turístico español gane en competitividad y atraiga turistas extranjeros a nuestro país. Por tanto, nos hallamos ante un sector fundamental de nuestra economía donde se ejecutan diariamente abusos a los trabajadores con el fin de reducir costes para que los empresarios puedan rebajar precios sin perder ratio de beneficio neto.

La eliminación de las jornadas partidas en este sector podría ser perjudicial para la hostelería, siempre y cuando se mantuvieran los abusos permitidos hasta hoy. Hay ciertos puestos dentro de este sector donde se trabaja por turnos y no generaría ningún tipo de conflicto con esta medida. Sin embargo estamos acostumbrados a ver al mismo camarero o al mismo cocinero en la hora del desayuno y a la hora de la cena. Esto no se puede permitir y la aplicación de estas medidas que proponemos haría que se generaran más puestos de trabajo puesto que cada turno tendría una plantilla diferente: camareros y cocineros distintos para cada una de las horas fuertes del día, con jornadas no superiores a las 35 horas semanales, con los descansos establecidos por ley.

Lo mismo que ocurre en la hostelería lo podríamos aplicar a cierto comercio que tiene horarios de apertura basados en jornadas de mañana y tarde con más de tres horas de parada durante la hora de la comida. Este sector también podría verse afectado por la implementación de la jornada continua y las 35 horas semanales. No obstante, la visión tradicional del mantenimiento de trabajadores que cubran todas las franjas horarias es, en parte, un abuso porque no deja al trabajador espacio vital, sobre todo porque en este sector también se trabaja en fines de semana, lo que hace imposible cualquier conciliación con la vida familiar. También es cierto que en gran parte de los casos los puestos de trabajo cubiertos en este tipo de comercio pertenecen a los propios dueños de las empresas.

En resumen, una de las primeras medidas a afrontar por quien tenga el valor de derogar la Reforma Laboral de Rajoy es la modificación de lo que se ha venido a llamar «el horario español» y adaptarlo a las corrientes que están generando otros países de nuestro entorno que son potencias económicas. Ya está demostrado que el actual sistema que prima la permanencia en el puesto a la eficacia, el dar horas por darlas, el quitar horas de vida a los trabajadores con la partición de la jornada es, además de ineficaz, un modo de dar a los malos empresarios las herramientas necesarias para abusar de sus obreros. Nuestros políticos, sobre todos los de la izquierda, no pueden permitir que se siga manteniendo un modo de esclavitud en nuestro mercado laboral.

 

12 Comentarios

  1. Extraordinario.
    No se puede ser más responsable en la exposición. Más pedagógico, y más realista.
    Me llama la atención sin embargo, porque lo lamento profundamente, que el artículo tenga 300 visitas y este vaya a ser el primer comentario. De hecho es que no lo entiendo en absoluto al ser un tema tan bien tratado por el autor que incluso pudiera (o debiera) generar debate. (Además de que, sin duda, su absoluta comprensión por parte de cualquier lector es evidente).
    Tan solo apuntar una idea que no se desarrolla en el texto, y que es la de apuntalarlo con un dato relativo al hecho de que si en sectores ajenos al gremio del entretenimiento, el ocio, la hostelería o el turismo (quizás alguno más), todos hiciéramos un esfuerzo en lo referente a no realizar compras en los días festivos, favoreceríamos esas mejoras que en el artículo se enumeran, su implantación en el futuro y la posibilidad de generar una dinámica laboral mucho más acorde con el aprovechamiento del tiempo libre en acciones no relacionadas con un consumo y unos derechos como consumidores, a mi modo de ver mal entendidos.
    Enhorabuena,

    • Fácil de explicar big, el artículo es muy interesante sin duda, pero todos sabemos que no va a haber cambios y seguiremos «puteados», por lo menos hasta que Ciudadanos (el que ha impulsado un poco esto), tome el mando de la situación.

  2. Tan solo apuntar una idea que no se desarrolla en el texto, y que es la de apuntalarlo con un dato relativo al hecho de que si en sectores ajenos al gremio del entretenimiento, el ocio, la hostelería o el turismo (quizás alguno más), todos hiciéramos un esfuerzo en lo referente a no realizar compras en los días festivos, favoreceríamos esas mejoras que en el artículo se enumeran, su implantación en el futuro y la posibilidad de generar una dinámica laboral mucho más acorde con el aprovechamiento del tiempo libre en acciones no relacionadas con un consumo y unos derechos como consumidores, a mi modo de ver mal entendidos.

  3. Ojalá la jornada partida termina para siempre. Me da «asco» volver a trabajar despues de 3h, las ganas brillan por su ausencia. Los partidos políticos deberían de tomar medidas YA, por que de verdad os lo digo, todo el mundo que tiene una jornada partida en su día a día, ni es feliz al 100×100, ni tiene ganas, ni tiempo para nada… Etc. Mil gracias por tu artículo.

    • Estoy contigo,tengo turno partido y no puedo con la vida…salgo de casa a las 8:30 y vuelvo a las 21 o 21:30,todo esto de lunes a sabados…espero que lo quiten por ley uff

  4. Fantastico articulo. LLa jornada partida es uno de los muchos tipos de expolotacion «legales» de España. Hay casos en que incluso sin tener que estar cara al publico se obliga al trabajador a una jornada partida con dos horas para comer. Horas que no se pagan. Estan robando vida a los trabajadores y eso deberia ser ilegal.

  5. Pero alguien se puede pensar que en españa se puede hacer cualquier cambio laboral que favorezca a los trabajadores? Es de ilusos pensar asi. En este puto pais si no es para jodernos mas no se hace nada y encima con unos sindicatos que no tienen huevos de liarla como han hecho en francia unos sindicatos mas pendientes de que se les mantengan las suvenciones que de proteger a los obreros.

  6. Estoy hasta los huevos de la jornada partida, de los horarios partidos, de dejar media vida entre cuatro paredes. No tienes tiempo para la familia, no tienes tiempo para tu novia, no tienes tiempo para formarte, no tienes tiempo para hacer deporte, no tienes tiempo para nada, excepto para hacer la cena, aborregarte un par de horas con la televisión e irte a la cama para comenzar otra mierda de día.

  7. YA TE DIGO FELIZ NO PUEDES SER TODO EL DIA EN EL TRABAJO
    METIDA Y DE VISITA A CASA ES LO PEOR. YO TRABAJO DE 8 Y 30 A 13.30 Y DE 16 A 20.00 . ES UN HORROR, TE DEPRIME TODA.

  8. Debería estar prohibido el horario partido, es un abuso en toda regla y como bien comenta en el articulo, desmotiva al trabajador ya que todo el día estas pendiente del trabajo y aunque vayas a casa a comer y entre que vas y vuelves del trabajo no disfrutas de ese tiempo muerto entre medias ni del descanso…en fin.

  9. Terminar con la jornada partida en el sector de hostelería en España, cuanto antes por favor. Quieren terminar con la contaminación por gases de vehículos, pues empiecen quitando estos turnos de esclavitud para el ciudadano español pluriempkeado, por favor.

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