Tras la debacle andaluza parece que en el PSOE toca, otra vez, hacer algún tipo de gesto para reconducir la situación. Según cuentan, durante la ejecutiva del lunes pasado Pedro Sánchez echó la bronca a los ejecutivas y ejecutivas, llegando incluso a proferir gritos, por no haber sabido comunicar bien y haber dejado a los compañeros andaluces algo menos que tirados. Está preocupado el secretario general del PSOE por la deriva que está tomando la situación, la cual recuerda al socavón político que José Luis Rodríguez Zapatero dejó tras su paso por la secretaría general. El maquillaje y la estética no ayudó a nadie y el hundimiento fue generalizado.

Esa situación parece repetirse hoy en día. Las baronías, que hace unos pocos meses tenían casi aseguradas sus reelecciones, hoy ven todo bastante más negro. El efecto de arrastre hacia el fondo del PSOE a nivel nacional perjudicaría bastante a las opciones de alcaldes y presidentes autonómicos sin importar que lo hayan hecho bien. Ese espíritu subterráneo, que se instala en el inconsciente colectivo de las sociedades de vez en cuando, amenaza ya en lontananza al resto del PSOE que nada tiene que ver con Sánchez y su ejecutiva. Que el presidente no sea capaz de observar que, hoy en día, es su presencia supone un hándicap más que un beneficio no empece para ver con claridad que el partido, como estructura militante y electoral, está muerto.

Una oportunidad perdida

Aquí es donde las filtraciones han comenzado a funcionar. Con Moncloa no hay nada que hacer y se terminará la legislatura al precio que sea porque Sánchez quiere presidir la Unión Europea. Hasta que no pase ese turno, ni cesará a Irene Montero y Ione Belarra (a las ministras podemitas), ni adelantará elecciones. De momento quiere recomponer lo que descompuso en el último Congreso del partido. En aquel momento ya dudó bastante si seguir con Adriana Lastra en la vicesecretaría general o mandarla a algún lugar lejano. Le convencieron de que su labor dentro del partido era importante (falso) y que tenía el apoyo de las bases (falso también). Las baronías callaron porque no querían enturbiar el cónclave socialista, pero muchos ya la tenían apuntada en la lista de personas non gratas. En el grupo socialista ya hizo y deshizo a su antojo molestando a bastantes diputados y llenando de fieles a su personas las asesorías (algunas de las cuales dejaban bastante que desear –según comentan diputados socialistas- respecto a las capacidades). Tampoco se quedó corta dentro del partido.

Lastra, desde que supo que su cuello se acercaba a la guillotina de Sánchez, ha comenzado a mover piezas, en comandita con otros “destacados sanchistas” de norte a sur, para asegurarse la pervivencia en las instituciones o las estructuras del partido y no tener que buscar trabajo en cuanto le den la patada. El problema es que ha malmetido, por detrás, en muchos feudos (inclusive en Asturias) y ninguna baronía la quiere cerca. Santos Cerdán, que no es de los más listos de la clase en la estrategia de partido, ha tenido que ir tapando agujeros y calmando a barones después del paso de Lastra y sus compinches. De hecho arregló el problema con Izquierda Socialista que estaba secuestrada por gente cercana a la vicesecretaria general.

Arruinar la vida del partido

La campaña andaluza, donde Ferraz ha hecho mutis por el foro hasta que el propio Sánchez ha tenido que achuchar a la ejecutiva, es la muestra más palpable de esa dejadez e incapacidad demostrada por Lastra desde que está en la ejecutiva. Sus “amigos” andaluces, según cuentan desde el interior del PSOE de Andalucía, han estado amenazando a candidatos de futuro en listas, a alcaldes y a militantes desde las instituciones. El intento de montar una red personalista de la comandita de Lastra ha dejado bastante tocado al PSOE-A a la hora de la campaña. Si a eso se le suma que el PSOE es un partido medio cerrado, porque no interesa en Ferraz que las agrupaciones retomen la actividad (les ha venido muy bien la pandemia para dejar a los militantes como pagacuotas).

Cómo será la situación que Moncloa (no tiene porqué ser el presidente) ha acabado filtrando que están hasta las narices de Lastra y de sus “amigos”. Ella ha contraatacado filtrando que el culpable de todo es Cerdán. La realidad es que culpabilidad tienen todos pero algunas más que otros. Cada vez que habla Lastra sube el pan y es carne de meme y de artículo crítico de cualquier medio de la derecha. Cierto es que los medios de derechas están a la que salta. Mayor motivo para estarse callada y quieta. O cuando menos saber qué se va a decir y cómo decirlo. Y no es cuestión de tener más o menos estudios (arma asquerosa de los críticos), sino de tener la cabeza bien amoblada y no estar por Madrid tipo living la vida loca.

Un intento de neoguerrismo

Si se iba a encargar del partido, eso le prometió a Sánchez, debía hacerlo no en su beneficio sino en el del partido. Hasta para montar un neoguerrismo hay que tener capacidad y arte. Algo que se observa perfectamente que no es el caso. Desde que votó a favor de abstenerse para que se hiciese presidente a M. Rajoy hasta hoy mismo, lo único que ha importado a Lastra es su supervivencia personal y, por ende, económica. Para ello ha decidido ir molestando a las baronías y las ciudades grandes; dejar que el feminismo esté muy cabreado con el PSOE; tener un partido sin sangre y colapsado; pero venderse como la más socialista de la ejecutiva. No sería la primera vez que comenta, según personas que han hablado o escuchado con/a Lastra, que en la ejecutiva hay muy liberal y que ella siempre está intentando virar hacia la izquierda.

Alimentando al sanchismo menguante –cada vez más militantes abren los ojos ante lo que se ha hecho dentro del PSOE- como su máxima defensora para sobrevivir a la caída de Sánchez, parece haber cavado su propia fosa. Sánchez es conocedor de todos esos movimientos y del malestar interno (se lo han contado directamente los perjudicados) y por ello ha decidido que igual tiene que hacer limpieza de toriles. Tampoco era complicado darse cuenta de que la ejecutiva federal era un grupo de pelotas del secretario general (los dos o tres críticos salieron) porque así lo quiso él mismo. Ahora quejarse y actuar tampoco tiene mucho sentido porque igual llega tarde. Lo que está claro es que Lastra, a todos los niveles, es un lastre para el PSOE.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here